Nunca se es muy grande para soñar con heroínas

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Todos los estudiantes de todas las carreras se quejan de no poder dormir,

Que tienen que trabajar, estudiar, y sufrir desde que amanece hasta morir.

Sé de uno que pasa por todo eso, y todavía más; cuestionan su madurez.

Ni qué decir de su hombría, de su cordura o hasta de su notable sensatez.


La señora Victoria no era lo que se dice parlanchina, y tú mismo no tenías demasiadas ganas de exponerte a un buen golpe. Así que la conversación empezó a acortarse, limitándose al asunto más banal imaginable. Es decir, el clima. Luego no quedó más que despedirse.

Seguías pensando en que tenía demasiados años como para que le pusieras más atención de la debida, no obstante parecerte hasta algo simpática ahora que no te dio en la cabeza con el apuntador, y hasta insistió en pagar su cuenta. En fin, tú sabrías si alguna vez de verdad habrías puesto más atención a las profesoras que a sus clases.

"¡Qué vida esta!" —Ahora que habías contraído un compromiso adicional, motu proprio, pensaste en darte un pequeño gusto. Básicamente, visitar una licorería, sin intención de comprar nada, sólo ver.

Y después de eso, vino una laguna mental. De alguna manera estabas de vuelta en el laboratorio, haciendo labores menores como siempre. Rutina de todos, absolutamente todos los días. Nada nuevo.

El único cambio importante fue que esa noche no pudiste hacer otro infructuoso y frustrante intento de entablar charla con quien tantos dolores de cabeza te causaba; convenientemente, se quejaba de tener una terrible jaqueca.

Bien intuías que más bien no te quería ver, pero se cuidaba de decirlo abiertamente. Mucho progreso habías logrado con todas esas desventuras.

"¡¿Pero en qué líos me estoy metiendo?!" —Recapacitaste mientras seguías haciendo lo que menos te agradaba: pegar sellos postales en sobres llenos de formas fotocopiadas, sencilla tarea que debía estar terminada antes de las siete del día siguiente. —"¿No era bastante con todo lo que hay por hacer aquí, y encima estoy buscándome pleitos ajenos? ¡¿Para qué?! ¡Ya tengo suficiente con el maldito humor del viejo y de esa locuela biomecanoide hiperactiva! ¡Qué vida! Recibo más cariño de un aparatejo descompuesto o de un paraguas que de mis propios conocidos. Todos mis amigos están ya bien entrados en la carrera, con una generosa beca tocando a su puerta... yo aquí metiendo documentos en sobres una noche de domingo, pensando en alguien que casi me mata más de una vez y que se ha decepcionado por algo que ni siquiera me había propuesto gracias al peluquín parlante de una ingenua... ¡Ya entiendo de dónde sale ese prejuicio a los parásitos! Bueno... algunos... no está nada bien generalizar. Antes muerto que discriminador."

"Se supone que esto es un laboratorio de vanguardia." —Seguiste en tu tren de pensamiento. —"¿Luego? ¿No pueden encontrar otra forma de pegar estampillas? ¡El colmo! ¡Sería para reírse si no tuviera que ser yo el que la paga! A ver si pueden darme una lengua nueva."

"¿Al menos dormirá bien, allá arriba? Alguien que hubiera pasado por todo eso tendría pesadillas espantosas. Ni siquiera ella sabrá del todo. ¿Para qué preguntárselo? ¿Cuál es el verdadero fin de todo esto? Ya sé sobradamente que soy sólo un cobayo para todo, lo entiendo. Aun siento que hay algo más tras todo esto."

Cosa de la falta de sueño, o de tener que constatar que ocupabas el eslabón más bajo de la cadena alimenticia, de nuevo te asaltaba esa duda.

Lamentablemente, no tuviste tiempo suficiente para echar a andar tu agudo cerebro con resultados; no bien habías terminado de meter la última notificación en su respectivo sobre cuando te llamaron los vejetes para una reunión de carácter urgente. Básicamente, necesitaban a un pequeño esclavo para tomar nota de todo, algo que podría hacer una máquina. Ah, desde luego, no había dinero para eso.

Por amor... ¡Hasta la locura! (Painwheel x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora