Noche de llamas

617 87 21
                                    

No entiendo yo nada, y no sé para qué me buscas

Si todo lo que haces es burlarte de mí, puedo verlo en tu rostro

Todo lo que dices siempre lo escondes o lo ofuscas.

Aunque no quiero matarte, me sigues viendo como un monstruo.


Aunque eras, en términos generales, muy cobarde y dado a perder la chaveta al menor contratiempo, lograste razonar con frialdad admirable donde podría estar esa pobre chica.

"¡Piensa mal y acertarás!" — fue tu exclamación triunfal al deducirlo. El sentido común insistía en que estaría cerca de las ruinas del cul-de-sac, si es que no le había ocurrido algo grave. No había tiempo que perder: era una loca carrera contra el tiempo, la biología, la ley civil...

Ya fuera instinto visceral o agudeza cerebral, habías dado en el clavo. "¡Alguien se mueve ahí, tras esa gran roca!" "Esperemos que sea ella. "¿Será sólo mi deseo? Es difícil saberlo en la penumbra. ¡Esos ojos! ¡Sí eres tú!". "¿Qué haces sentada ahí?"

Apenas lograste disimular la rara alegría al ver sus raros ojos rojos brillando en las sombras, meciéndose de un lado a otro. La llamaste tres veces. Un sollozo ahogado fue lo único que obtuviste.

Si acercarse a un animal salvaje herido o acorralado era desafiar a la muerte, hacerlo con alguien su misma situación era peor todavía. Olvidaste, sin embargo, todo pensamiento al respecto. En lo único que pensabas era en regresar con ella.

—¿Carol? —Susurraste— ¿Estás bien? Debemos regresar al laboratorio.

A modo de respuesta abrió sus manos ante ti: costaba trabajo distinguir detalles con tan poca luz. Un somero análisis te mostró lo último que deseabas ver: rastros de césped, tierra y sangre todavía fresca.

También en su cara había pequeñas gotas, idénticas a salpicaduras. A todas luces esa sangre era de alguien más.

—¿Has... has...? —Intentabas encontrar palabras apropiadas, en vano.

Bajó la vista, sin decir nada. Contrajo los brazos y se desplomó ruidosamente en el suelo, negándose a mover un solo dedo. Te olvidaste de su gran masa corporal, al calor del momento, e intentaste levantarla.

La titánica labor se vio interrumpida por ladridos, gritos y el rugido de una furgoneta. De inmediato te parapetaste tras la roca, justo a su lado. No estabas seguro, pero te parecía que venían bastantes gentes portando linternas y antorchas.

—¡Debe estar cerca! —Una voz de indecible rudeza resonó por todas partes— ¡Estén listos todos!

—No podemos arriesgarnos. —Alguien contestó— ¡Métanle fuego! ¡Hay que quemarlo todo!

—¡Dudo mucho que esa cosa pueda quemarse! —Un grito nasal salió de otra dirección.

—Creo que vi a alguien meterse tras esas ruinas... ¿Habrá otro monstruo cerca?

—¡Ningún fenómeno lastima a nuestros hijos! —Por el tono debía tratarse del líder. — ¡Vamos, todos a sus puestos! ¡Descarguen ya la gasolina! ¡Rodeen este condenado descampado!

Los peores temores que tenías respecto a la tonta propaganda se habían hecho realidad; esto era una situación casi tan mortal como ella cuando se enfadaba. Morir quemado, por lo que sabías, era algo muy doloroso.

"¡Si hubiera traído un radio!" —te arrepentiste tardíamente— "No... no podemos quedarnos así". — ¿Me escuchas? —dijiste en voz muy baja.

Respondió afirmativamente con un tenue movimiento de cabeza.

—Bien, en cuanto me ponga de pie, corre hacia la cerca. Yo saldré al paso...

—¡Vaya vaya! ¿No es Siemaszko y su comité? —algún beodo interrumpió bruscamente a la feroz comitiva: por la voz supiste de inmediato que se trataba del mismo remedo de hombre en la celda. Para mayor desgracia tuya, la joven se puso a llorar. Lo único que se te ocurrió hacer fue estrechar su cara contra tu esternón, para intentar ahogar sus gritos. Sorpresivamente no puso mayor resistencia que un doloroso rasguño. Procuraste tapar sus oídos para que no escuchara más.

—¿Al fin te nos unes, perillán? —El cabecilla sonó muy sarcásticamente— Ha debido ser ese aborto de hija tuya la que lastimó al hijo de McCloud.

—¡Yo no tengo hija! —el borracho estaba furioso— Y yo no me uno a nada.

—Sigues encubriendo a ese engendro. Debes trabajar con esos malditos laboratorios... pero todo esto tiene remedio. ¡Tu responderás por el hijo de McCloud!

Miraste de reojo por encima de la roca. Todos empezaron a golpear con palos y piedras al sujeto, quien apenas y pudo defenderse. Habría sido su fin si no hubiera llegado, como siempre, la lenta y corrupta policía. Un tropel de patrullas rodeó la furgoneta y a la comitiva.

—¡Todos están arrestados por violar el toque de queda! ¡A la comisaría! —Indicó la misma bola de manteca andante que llevó tu caso.

—¿Es lo que sacamos por intentar hacer su labor? —Protestó el cabecilla— Ya tendrán noticias mías. ¡No saben con quién se meten! ¿Escucharon? ¡No saben con quién se han metido! ¡No podrán parar la Iniciativa por siempre!

Mientras tanto seguías intentando callar a la pobre. Nada habría impedido, de proponérselo, que te perforase todas las vísceras o te abriera en canal. Tenías miedo, de seguir escondido en el precario refugio, y también de salir.

Quedaste mudo de terror al ver algo insospechado: desde una lámpara de alumbrado público se dejó caer, como una araña, esa misma enfermera a la que procurabas evitar. No tenía la misma actitud burlona de antes. Por el contrario, parecía estar muy disgustada. Te ocultaste de inmediato, temiendo lo peor.

"¡Ella aquí!" "No podían estar peor las cosas!" —pensaste. Todo quedó en un espanto pasajero: era casi seguro que sabía perfectamente quién estaba tras la enorme piedra, y de habérselo propuesto habría salido con tu cabeza como trofeo, si es que la impredecible desdichada no intervenía. Afortunadamente, no fue así. Por fin, Carol dejó de sollozar y te dijo en voz tenue:

—¿Te han dado órdenes de que me buscaras?

—No precisamente. Fue tu amiga quien me dijo que te extraviaste hace horas.

Parecía una especie de androide, ausente, vacía. Te apartó de un empujón antes de caminar, lentamente, hacia la cerca indicada. Volteó por una fracción de segundo, mirándote con indiferencia, para seguir con su marcha hacia el laboratorio.

Por amor... ¡Hasta la locura! (Painwheel x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora