¿Por qué no puedes volver a casa?
¿Y por qué no me dices que te pasa?
Vamos, deja eso en su lugar. No te hará ningún bien.
No tomes una dosis, ni dos, ni tres, ni diez, ni las cien.
No mucho qué decir con respecto al "novedoso" tratamiento; los únicos aspectos dignos de mención fueron dos. Primero fue la indiferencia casi absoluta a la administración de citotóxicos sintetizados exprofeso para su caso.
Después vino algo menos habitual; que ella quería hablar contigo cuando se hubieran marchado todos los doctores, entre los que estaba el infatigable subdirector. "A solas", había especificado. Cuanto menos así te pareció, pero no hubo ocasión de conversar: el "vacacionista" tuvo que despedirse apresuradamente por una emergencia en el área de cultivos de tejido.
"¡Uff! No sé si me habrán salvado el pellejo, o me habrán arruinado una oportunidad valiosa". —Tu opinión oscilaba entre esos dos puntos. Aún armado, y no muy alejado de gente preparada para dar primeros auxilios, Carol podía ser impredecible.
Pero, en la orilla opuesta, había algo que no comprendías. "Simple agradecimiento" —Justificaste— "Es lo más sano para ambos. Debo pagárselo cumpliendo con esta misión, y basta."
Te vino muy bien el trabajo habitual: tratar con brutos metidos en batas blancas, quitando y reemplazando incontables cajas de Petri, lo de siempre: la cadena alimenticia empezaba con el jefe de área, pasaba por el supervisor, tenía vueltas con los biólogos, hacía desviación con el ingeniero, y terminaba en ti, oficialmente lo más bajo de lo más bajo.
La emergencia se trató de un tema más bien soso: Posiblemente alguien apagó el incubador, introdujo contaminantes por no usar la pipeta adecuada, abrió la válvula del oxígeno y lo dejó escapar. O todo a la vez. No interesaba: se perdieron incontables cultivos de tejido in vitro. Te tocó quitarlos, y recibir alguno que otro reclamo. Terminaste la faena hasta bien entrada la noche. Con mayor precisión, a la hora de la entrevista nocturna. Abandonaste el área y caminaste presuroso a la ya familiar guarida.
"¡Esta puede ser mi ocasión!" —El corazón te latía con fuerza. —"Tantas emociones en un solo día."
Llamaste a su puerta. Todo permanecía en su sitio: el mismo aviso de "No Molestar", la débil luz del pasillo, reacio a cambiarse, la solitaria gota estrellándose contra el suelo, y tus pasos resonando en toda dirección. Todo ello ya entraba en la rutina.
—¡Un momento, por favor! —Pese a lo sosegado en su tono, no podías evitar los pensamientos ominosos. Querías tu cabeza en su sitio habitual, también.
"¡Cómo quisiera vacaciones de verdad!" —Tu mente divagó— "En los bosques, con la familia, o la playa. Cualquier sitio que no sea estar atrapado entre cuatro paredes".
Como la paciente todavía no abría la puerta, se sentaste en el suelo, esperando todo movimiento. Habías tomado la precaución de no portar el arma anti-anti-Skullgirl. Empezabas a ver un estorbo más que un ayuda en el infernal artefacto; la cosa, útil en otras circunstancias, tenía más resabios de arma ofensiva que defensiva. Si el usuario se veía atrapado sin salida, llevaba todas las de perder con el tiempo que tomaba apuntar y accionar. Cosa muy distinta habría sido si el objetivo no sospechaba.
"¿El Dr. Avian habrá pensado en usarla sin ser notado? ¿Contra quién?" — Antes de que profundizaras en tu primera hipótesis, el ruido de campanillas te hizo ponerte en pie.
—Buenas noches, Sin. —Un inocente saludo, relativamente alegre, a punto estuvo de hacerte correr. —¡Precisamente quería hablar contigo!
—¿De verdad? —"¡Lo sabía! ¿Será algo bueno o malo?"
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Por amor... ¡Hasta la locura! (Painwheel x Lector)
FanficTras la derrota de la Skullgirl nada sería igual en New Meridian. Eso incluye a una pobre inocente usada como arma. ¿Podrá encontrar alivio a su tormento gracias a un sacrificado voluntario? Portada por @Sieben_Wege (NB: Cualquier cosa en esta hist...