Sonrisa peligrosa

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¡Espero que esa criaturilla no me corte alguna pieza!

Que no me cercene ni las manos, ni los pies, ni la cabeza.

No deseo que me haga pedazos y me clave como brocheta,

Ni me corte en delgadas fletas como si fuese una chuleta.


La primera parte de la misión fue algo muy corriente: organizar toda la documentación y moverla a un soporte más durable que el papel o las cintas magnéticas, digitalizar fotografías, estudios de imagen desconocidos fuera del LAB-8 y radiografías convencionales, entre otras evidencias.

Una completa ironía tener que recurrir al office boy para preservar registros de intervenciones quirúrgicas imposibles en otros tiempos, pero no había más remedio. Los apagones eran frecuentes y automatizar el indexado resultaba riesgoso.

El cableado expuesto en las paredes y las desordenadas conexiones por los suelos eran un insulto para la reputación de aquel sitio, aún levantándose después de haber sido destruido casi por completo a manos de una sola enemiga.

Aquello habría sido una masacre total de no haber intervenido antes la figura materna, a quien todos llamaban Ileum. Era la única integrante Anti-Skull girl capaz de recordar tu verdadero nombre. El resto, niños incluidos, se dejaban llevar y te llamaban Sin.

Recibir asesoría de su parte habría sido inestimable, pero tenías indicaciones precisas de impedir a todos los demás el acceso al expediente: eras de los pocos "privilegiados" en poder consultarlo. A partir de ese día todo lo relacionado con esa Carol —notas de evolución, toma de signos vitales, diagnósticos adicionales y registro de intervenciones— debía estar contenido en el nuevo documento, llamado "ASPA". Habías sido advertido, también, de no discutir nada relacionado al mismo más que con personal autorizado, ni aceptar información proveniente del exterior más que en casos autorizados previamente. Una regla adicional en tanto tuvieras contacto con el espécimen era nunca revelar tu verdadero nombre; para ella y todos los involucrados debías ser siempre "Sin Oportunidad".

Llevaste el archivo a los técnicos, quienes se encargaron de encriptarlo y sellarlo bajo la atenta mirada de un comité, encabezado por el siempre sardónico subdirector. La improvisada sala de juntas era un quirófano inhabilitado, disfrazado por un letrero: "Aquí no hay golosinas ni tabacos finos. Atte. BB."

El viejo terrible miró con verdadero deleite todo el trabajo realizado. Sus enormes dientes brillaban en la penumbra mientras eran proyectadas todas las páginas en un monitor milagrosamente conservado.

—Estamos satisfechos, Sin. Lo que te falta de galeno lo compensas como secretario. Ahora, ya podemos destruir las copias físicas. ¡Un momento! —fingió enfadó— olvidaste las entrevistas con sus compañeros de clase.

—Doctor, usted mismo me había indicado que las ignorase. —Te disculpaste.

—¡Sí, sí! Pero como buen voluntario estoy seguro que las revisaste al menos. ¿Verdad?

—Así fue. Todas y cada una.

—Perfecto. Ya sabes que esperar. Mira, legalmente todos los del comité tenemos la custodia de esa muchacha. Sabes que su familia le ha dado la espalda, como consta en este archivo. El detalle es que no podemos acudir a las reuniones escolares para padres, tutores, cosas de ésas. Anteriormente recurríamos a una experta en nanorrobótica, cuando tenía tiempo, desde luego. Desgraciadamente, ya no le ha sido posible asistir en nuestra representación, una investigadora de su talla no podía quedarse sin cargos más sustanciosos. Lo sabes, el milagro de recuperar miembros perdidos sería un sueño de no ser por quienes logran realizar sinapsis entre axones y celdas positrónicas. Hemos decidido que seas tú quien se ocupe de asistir a esas reuniones. Eso facilitará mucho tu tarea.

Por amor... ¡Hasta la locura! (Painwheel x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora