III

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Estaba bien. Tendríamos tiempo para hablar después... Pero mierda, no quería que se fuera.

— Tranquilo. No hay problema, nos vemos después.

— No, es que no me entendiste. Me gustaría que me acompañaras, va a estar Martín también.

Era la primera vez que alguno de ellos me invitaba a un ensayo de Malta. Ni siquiera Villa, que era mi novio. Casi siempre me tocaba ir a verlos a sus presentaciones.

— Sería increíble. Supongo que no pasa nada si falto sólo una vez.

Acomodó sus gafas y me tomó de la mano, de nuevo. ¿Qué estaba pasando conmigo? Nunca había faltado a un entrenamiento.

— ¡Listo! Estamos ensayando una canción que vamos a tocar el jueves, seguro te va a encantar.

— ¿La cantas tú? — pregunté.

Los vocalistas eran Isaza y Villamil, mientras que Simón se encargaba del bajo y coros. Pero siempre tuve esa curiosidad de escucharlo cantar a él, y más ahora que lo había escuchado hablar tanto, su voz me parecía increíblemente hermosa.

Podría escucharlo por horas y jamás me cansaría de su acento, ni de su bonita voz grave.

— Qué graciosa. Pero no, la cantan Villa e Isaza.

— Considero que deberías cantar alguna canción para la banda. — dije mientras íbamos camino a su auto.

— Bueno, tal vez lo considere. Pero estoy cómodo tocando el bajo y ya. Es más probable que me dejen tocar la ocarina en una canción a que me den ganas de cantar — me detuve.

— ¿Tocas la ocarina?

— Toco guitarra, bajo, ocarina, estoy aprendiendo piano. Estoy disponible para bodas y fiestas en general. Por si gustas contratarme — bromeó, y abrió la puerta de copiloto para que subiera al auto.

Me limité a reírme y subir. Encendimos la radio mientras Simón avanzaba en dirección a casa de Isaza. Sonaba una canción de Paulina Rubio, la cual me hizo recordar a mi tía Mara y su gran fanatismo por ella.

Siempre que la visitaba, estaba escuchando alguna canción de ella. Nunca me consideré muy fan pero su música era algo pegajosa.

— Te ves nerviosa — Me dice de repente. Lo peor es que tenía razón.

Lo estaba. Por Villa, porque estaba yendo a un ensayo de Malta como acompañante de Simón, porque desde muy chica no había ido a casa de los Isaza, y por muchísimas razones más.

— ¿Los demás saben que iré? — Pregunté con la mirada baja.

— Le avisé a Isaza que te llevaría conmigo. Eso es un sí. ¿Por qué? Te llevas bien con todos.

— Sí, lo sé. Pero nunca he ido a un ensayo de ustedes, creí que era algo más entre amigos y así — sonrió y me miró. El auto había parado ya que había algo de tráfico.

— No va a haber problema. Eres mi amiga ahora. Además la novia y la hermana de Aleho van a estar también. No te preocupes. — comencé a jugar con el anillo que llevaba puesto y le devolví la mirada.

— Bueno... es que no sé si Villa quiera verme. Por lo que dije hoy — dejó de sonreír.

— Ya, pero no dijiste nada malo. Lo viste con otra chica, y te sentiste mal al respecto. No tiene por qué molestarle eso.

— Él me dijo que lo respetaba. Pero siento que... lo que dije a la salida lo interpretó como que ya no quiero estar con él — Se quedó callado y por fin logró avanzar.

Amor ordinario - Simón Vargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora