XXI

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El aroma natural que emanaba era lo único que necesitaba para sentir tranquilidad. Estar recostada sobre su pecho desnudo, escuchando los calmos latidos de su corazón, saber que al fin podríamos ser novios. Qué bien sonaba decirlo: Simón Vargas era mi novio, quería presumirlo a todo el mundo. Contar por todos lados que ese chico pálido y peli negro, estaba conmigo, oficialmente.

— ¿Cuánto llevas observándome? — pregunta medio dormido, todavía. Con aquella voz grave y ronca de las mañanas.

— No sé, la verdad no llevo la cuenta de cada minuto que analizo tu rostro tan bonito. Si quieres no te miro.

— No seas así— se echa a reír y me acerca más a él — por mí, ponme toda tu atención encima. Quiero que me veas sólo a mí.

Fruncí el ceño.

— Y también a Harry Styles, es lindo— negó con la cabeza.

— Estoy dispuesto a compartirte con Harry, pero no con nadie más — besó mis labios con ternura y suavidad.

Ambos nos vestimos y bajamos a la cocina para desayunar algo. Había uno de esos silencios cómodos entre nosotros, como los que formábamos cuando íbamos en el colegio. El único ruido que había en el lugar era el de las cucharas contra los platos, el de los vasos tocando la mesa cada vez que los levantábamos y volvíamos a ponerlos sobre esta.

— Y... ¿De dónde conoces a Nath? — levantó la vista confundido.

— Ah, nos la hemos topado un par de veces, en entrevistas y así. ¿Cómo sabes su nombre? — pregunta.

— Ya la conozco. Su padre fue amigo de mis papá. Ayer no la reconocí pero luego de vagar y vagar por mi memoria, la recordé — asintió serio. Se veía un poco incómodo con el tema, así que mejor lo evadí.

— Apúrate porque tenemos mucho trabajo hoy. Recuerda que tienen entrevistas, sesión de fotos y luego-

— Arreglar temas del segundo disco, lo tengo anotado — suspiré aliviada al saber que sí lo tenía anotado, ambos éramos muy torpes. No quería arruinar nada en mi nuevo trabajo, era muy importante para mí.

En un abrir y cerrar de ojos, Simón tuvo que irse de mi casa. Yo me quedé, porque la sesión de fotos sería en la tarde, así que mientras tanto decidí distraerme viendo videos de gatos, cosas banales que aparecían en las recomendaciones.

Nath Campos. No sabía que era creadora de contenido, lo último que supe — por palabras de mi padre— fue que ella estudiaba en una escuela de canto y actuación. Pero nada más.

Cuando menos me di cuenta, ya había visto varios videos de aquella castaña de ojos verdes. Era divertida, tenía una gran base de fans, y vaya que se llevaba bien con los chicos... sin duda alguna, sus miradas con Simón eran únicas.

Simón era mi novio, pero sentía algo raro viendo todo eso. No quería ponerme celosa pero, la verdad comenzaba a aterrarme un poco. Ella era hermosa y carismática, parecía cumplir con todos los requisitos para ser la chica ideal de él.

Sacudí mi cabeza y me deshice de esos pensamientos, no quería arruinar mi día con ridiculeces como esas. Revisé mi reloj y me di cuenta que tenía que irme en poco tiempo, debía pasar por mi auto, y tenía una sesión de fotos que realizar antes de la de Morat.

— Hola, Marco. Ya voy para allá, acabo de pasar por mi carro y voy un poco tarde, pero ya estoy en camino. Tranquilo.

— Perfecto, te espero acá, entonces.

Paseaba por las calles de la Ciudad con mi hermoso automóvil, sintiendo el aire fresco entrar por la ventana mientras escuchaba música de Taylor Swift para sentirme ambientada. Ese día estaba feliz y nada podía arruinarlo.

Amor ordinario - Simón Vargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora