CUARENTA

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Simón Vargas

Aún estaba tratando de entender qué le había pasado a Lu. Estaba muy preocupado porque después de verla irse y perderse entre el público, ella no regresó. No contestó ninguna de mis llamadas ni las de sus amigas, tenía el celular apagado.

No había pegado un sólo ojo en toda la noche hasta que por fin, a las nueve de la mañana, recibo un texto suyo.

Lucifer:

Hola, amor. Sé que necesitas una explicación sobre lo de anoche pero, es un tema algo delicado que prefiero toquemos en persona. ¿Nos vemos en la plaza mayor? Vine temprano a tomar algunas fotos para sentirme un poco mejor. Tal vez podríamos desayunar algo.

Sonreí con tranquilidad. Al menos estaba bien y eso me reconfortaba muchísimo.

Simón:

Allí te veo, linda:) besos.

Me levanté de la cama y abrí mi maleta para buscar algo bonito y casual. Hacía mucho frío, por lo que opté por un abrigo color negro, un gorro gris y una bufanda.

Tomé mis cosas y salí de la habitación, estábamos quedándonos en un departamento rentado durante el largo mes que pasaríamos en España. Abrí la puerta para salir y escuché la voz de Villa detrás mío.

— Moncho, son las nueve de la mañana. ¿A dónde va? — pregunta con el almohadazo en la cabeza y seguido por un bostezo.

— Eh, voy a salir con Lu — me miró serio.

— Hermano, hoy iríamos a ver a Allison. Vamos a terminar de planear el fin de semana en Navacerrada.

Me golpeé mentalmente por haberlo olvidado.

— Papo, se me olvidó. Y aunque quisiera acompañarlos, Lu y yo debemos hablar de un tema serio, a lo que me dijo. Perdóneme — suspiró sonoramente.

— No se preocupe. Salúdela por mí — asentí y abrí la puerta para salir, pero volvió a detenerme — Oiga, tengo una idea.

Fruncí el ceño tratando de leer sus gestos pero no lograba entenderlo.

— Simón, piense. Deberíamos invitar a Lu, Judith y Carmín con nosotros — sonreí, en realidad era una excelente idea.

— ¡De una! ¡Es una gran idea, Villa! — levantó sus hombros con una sonrisa.

— Siempre tengo las mejores ideas, se llevarán excelente con Allison.

Asentí, me despedí de él y salí de la casa. Pedí un Uber y en cuestión de unos 10 minutos ya me encontraba en la plaza. Caminé por el lugar buscando a mi novia, hasta que la vi agachada, tomando fotos a unas palomas que revoloteaban cerca de la gran estatua. Llegué por detrás y toqué su hombro, tal y como ella había hecho la noche anterior conmigo.

— Hola — sonrió y me abrazó con fuerza.

La chica acomodó su cabeza en mi pecho y se aferró a mí. Me limité a darle unas cuantas caricias en la espalda y besar su coronilla. Al separarnos entrelacé su mano con la mía y comenzamos a caminar en busca de un restaurante para desayunar.

— Así que... ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? — pregunté sin rodeos.

— Pues, ayer estaba muy mal. Supongo que ahora sólo estoy... normal. Ya no me quiero aventar por el balcón.

Reí un poco al recordar aquella vez en que intentó saltar del balcón en casa de Isaza.

— ¿Y tú? ¿Cómo dormiste, gafas? ¿Qué tal el show? — bufé.

Amor ordinario - Simón Vargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora