— Martha, ¿podrías levantar un poco más el rostro?— dije ajustando un poco el lente de la cámara.
— ¿Así?
— Perfecto. Justo así. Esta ya es la última.
— ¿Segura que ya es la última?— susurra Simón a mi oído.
— Oye, eres un poco impaciente. Si quieres puedes irte— Bromeé.
— No lo digo por eso. Lo digo porque me estoy divirtiendo y no quiero que se acabe— tiré mi cabeza hacia atrás entre risas.
— Gafas, también yo. Pero no puedo pasar todo el día aquí fotografiando a la feliz pareja. ¡Eso es todo! — me dirigí a ellos — El lunes enviaré las fotos a su correo para que las escojan.
Sin más, aquellos jóvenes ilusionados se retiraron y comencé a recoger mis cosas con ayuda de Simón. Al terminar las subí al auto y lo observé detenidamente.
— ¿Tienes algo que hacer hoy? — preguntó metiendo sus manos a sus bolsillos.
— Pues, en realidad no. En mis planes está irme a casa a cenar con mi tía y Adrián— respondí.
Noté un ligero rubor en sus mejillas.
Este Simón que tenía enfrente era una versión un poco diferente a lo que recordaba. Y no en un mal sentido; sino que era un chico que se podía percibir más tranquilo, tímido y con un aspecto físico algo distinto al anterior.
Lucía una chamarra de esas de blue jean con lana blanca, una camiseta gris, pantalones de mezclilla y sus típicas botas gastadas. Esas no podían faltar en su vida. Cargaba consigo una mochila y su cabello estaba algo más desordenado de lo habitual.
— ¿Por qué me ves así? — preguntó con timidez acomodando sus gafas.
— No, por nada sólo... te ves algo diferente. — frunció el ceño.
— ¿Diferente? ¿Me veo mal?
— ¡No! ¡Te ves bien! ¡Te ves increíble! — el chico esbozó una sonrisa al escuchar lo último.
Bien hecho, Lu. Siempre diciendo lo que piensas en voz alta.
— Gracias. Tú te ves tan bonita como siempre, incluso más... ¿Crees que Mara se enoje si te robo por hoy?
Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al escucharlo cuestionarme eso. Me hizo recordar a nuestra primera cita. Una cita improvisada en la que ninguno de los dos buscaba nada más que pasarla bien con un amigo.
— Ya soy una niña grande — le dije bromeando — Claro que no se va a enojar. Mi tía Mara no se enoja nunca. Es un amor.
— Lo sé, sólo jugaba. Lo que no es juego es que hoy no vas a cenar con ella. Vas a cenar con los morat. Estoy seguro que se van a alegrar mucho de verte.
Por supuesto que iría. Los extrañaba muchísimo. Sobre todo a Martín, estaba muy emocionada porque no lo había abrazado desde que se fue a Francia, y el saber que al final decidió dedicarse a la música me tenía muy emocionada por él.
— ¿Y dónde se están quedando?
— Rentamos un departamento. Vine caminando, pero no creo que quieras dejar tu auto abandonado aquí en el parque — dice abriéndome la puerta de copiloto.
— Qué amable. No le hagas ningún rasguño a mi auto. Es mi bebé.
— Yo lo era— susurró.
No le dije nada aunque por dentro estaba sentía mil cosas. Él creía que no lo había escuchado y me parecía tierno.
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Amor ordinario - Simón Vargas
FanfictionDetrás de un generoso ramo de tulipanes blancos encuentro con la mirada algunos de sus garabatos que amaba hacer al aburrirse. Su mirada... solar, pero emponzoñada. Porque mientras que por fuera te baña con la luz primigenia, por dentro te incendia...