Como si aquella ceremonia no hubiese sido suficiente, allí estaba yo. Con un paraguas cubriéndome de la lluvia, con una mano aferrada a la de Martín y con otra, a la de Adrián.
Sin duda alguna el entierro de mi papá fue aún más fuerte que el día anterior. Me hizo caer en cuenta que esto en verdad estaba pasando. Era igual a mi sueño, pero sin mi madre consolándome.
"Papi estará bien. En un lugar mejor, y tú vas a estar bien también. Te prometo que siempre lo voy a cuidar por ti y él siempre va a quererte... ya pasó"
¿Y quién me lo aseguraba? ¿Y si después de la muerte no había nada?
Qué amarga situación.
— Me tengo que ir, Lu. Pero quiero que sepas que te quiero con todo mi corazón y en verdad siento mucho todo esto. Perdón por no poder quedarme más tiempo — se disculpa el castaño.
— No te preocupes, Marto. Sé que si fuera por ti te quedarías más tiempo. Aún así te agradezco mucho que estés hoy aquí conmigo — lo abracé con todas mis fuerzas. Como si de eso dependiera mi vida.
— En un año nos veremos, prometo llamarte diario — acarició mi espalda.
— Mucha suerte, Martín. Espero que te vaya increíble.
— Lo mismo, pulga. Te encargo a mi hermano. Y usted — se agachó hacia el pequeño — Cuídese mucho, no haga enojar a Lu porque es todo un caso.
Una vez más me abrazó y dejó un beso en mi mejilla para irse.
Mi padre acababa de fallecer y como si el universo conspirara en mi contra, mi mejor amigo se iría a Estrasburgo por todo un año. A 12 horas de mí, en otro continente.
— Lulu... — dice Adrián apretando mi mano — ¿Extrañarás a Martín? Yo sí.
— Obvio. Es mi mejor amigo.
— No te vayas a sentir sola, yo estoy contigo todavía — De nuevo tenía esa sensación de que mi pequeño de rizos rebeldes crecía demasiado rápido.
— Lo sé. Y te agradezco eso.
— Niños — se acerca mi tía — Ya tenemos que irnos.
— Vayan ustedes, me quedaré un momento más — me miró con un poco de preocupación.
— ¿Segura?
— Sí, vayan y yo los alcanzo en un rato.
Obedecieron y se fueron. Ahora sí estaba sola. Esta vez no caían lágrimas de mis ojos, sólo estaba serena. Frente a la tumba. Y entonces, sentí que alguien se colocaba a mi lado. La lluvia ya había cesado.
— ¿Cómo estás?
— Mala elección de palabras, Villa.
— Lo siento. Soy pésimo con este tipo de situaciones y sólo... sólo quería acompañarte un momento. Es lo mínimo que puedo hacer — respiré hondo.
— Juan, ya no te sientas culpable por lo que pasó entre nosotros— frunció el ceño y metió sus manos en sus bolsillo — Siento mucho haberte hablado como lo hice en la tea. Dolió enterarme por otro lado y no por ti. Pero entiendo a la perfección que ya no sientas lo mismo que hace años.
— No me pidas disculpas, Lu. Yo fui quien echó a perder lo nuestro. Me confundí un instante y me callé por miedo — tragué saliva — Sólo te pido que no sientas jamás que te dejé de querer porque no es así. Te sigo queriendo como lo hice desde el momento en que te vi, incluso más. Y quiero que en verdad sientas mi apoyo.
Mierda.
— Creí que ya no sentías nada.
— Claro que sí, Lu. Te quiero como a nadie y no creo que eso cambie. Y estoy dispuesto a esperarte — ¿Cómo le decía ahora? — Una vez más, siento en lo más profundo de mi corazón todo esto.
Me besó en la mejilla y se fue.
(...)
— ¿Qué tienes, Lu? — me pregunta.
— Nada. Es que tengo algunas cosas en la cabeza. Es todo — digo observando al techo de su habitación. Una vez más acostada en su cama.
— ¿Y en qué piensas? — Suspiré.
— Gafas, Villa me dijo algo hace una semana. El día del entierro — su semblante cambió.
— ¿Qué te dijo?
— Me confesó que sigue enamorado de mí.
Simón Vargas
No, no podía ser. Villa me había dicho que ya no sentía más nada que simple cariño por Lu.
— Ah... ¿y qué le contestaste tú? — mordió su labio inferior, como hacía cuando estaba nerviosa.
— Nada. De verdad nada porque antes de que pudiera decirle algo se fue— confiesa— Simón... ¿Deberíamos hablarle de nosotros?
Ese era el problema: Ni siquiera sabía qué éramos.
— No sé, si te soy sincero me da algo de miedo.
— Igual a mí. Yo no quiero que se sienta mal, ni tampoco provocarle ningún disgusto contigo.
— Yo— mi celular comenzó a sonar.
— Responde. No te preocupes.
— ¿Segura? — asintió.
Lucía Torres
Qué miedo me dió el gesto Simón mientras hablaba por teléfono. Era todo menos algo que representara felicidad. Sólo lo escuchaba decir cosas como "Oh" "Sí" "¿Justo en estos días?" "¿No puede ser después?" "De acuerdo".
— Entonces...
Se me quedó viendo con seriedad. No dijo nada y comenzaba a desesperarme.
— ¿Qué pasó? ¿Por qué tienes esa cara?
— Vamos a grabar un videoclip con Paulina Rubio — sonreí.
— Gafas pero esa es una gran noticia. ¿Por qué no te alegras? Estoy muy orgullosa de ti — lo besé. Estaba triste todavía pero saber que él cumplía sus sueños era increíble.
— No puedo... no puedo ir.
— ¿Por qué dices eso?
— No es sólo el videoclip. Tengo que vivir en España.
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Amor ordinario - Simón Vargas
FanfictionDetrás de un generoso ramo de tulipanes blancos encuentro con la mirada algunos de sus garabatos que amaba hacer al aburrirse. Su mirada... solar, pero emponzoñada. Porque mientras que por fuera te baña con la luz primigenia, por dentro te incendia...