Estaba loco. ¿Cómo iba a faltar a un ensayo de malta por mi mala suerte? No se lo podía permitir, eventualmente los chicos le preguntarían el por qué faltó y tendría que decir que estaba conmigo. Y después, me sentiría muy mal por ello.
No era que exagerara, es que en verdad estaba asustada por no saber qué hacer, ni cómo actuar ante todo lo que me estaba pasando con Villa.
— No, yo no iré. Tú sí lo harás porque tienes un compromiso con tu banda — le dije.
— Tú faltaste a un entrenamiento por acompañarme a mí una vez, me toca devolverte el favor. Además, no me atrevería a dejarte sola en tu casa si estás triste — La mirada que me lanzó era muy sincera, y comprensiva. Me parecía muy tierno que se preocupara por mí.
— Simón, te lo agradezco mucho. Pero no quiero quitarte el tiempo que podrías aprovechar con los chicos — entrelazó su mano con la mía, y al mínimo contacto sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Fue muy raro pero... él me hacía sentir bien.
— ¿Alguna vez viste Bogotá desde un mirador? — Me pregunta.
— Una vez fui al mirador Monserrate, con mi papá cuando yo tenía diez. Pero de ahí en fuera no he ido a ninguno otro...— inconscientemente acariciaba su mano con mi pulgar — ¿Por qué esta pregunta tan de repente?
Se rió.
— ¿Crees que tu papá se enoje si te robo un ratico? — sube sus gafas que se resbalaban por su nariz.
— Depende. ¿Cuánto tiempo? — pregunto esbozando un sonrisa.
— Prometo que regresarás sana y salva a casa, temprano — sentí como un pellizco en el corazón. Y el calor recorriendo mis mejillas — Además, no te puedes negar a una empanada y la compañía de tu bajista favorito.
— Tienes razón, no puedo. Pero primero avisaré a mi papá. No quiero que se preocupe — Asintió.
Saqué mi celular y llamé a mi padre. Después de tres pitidos, respondió.
— Lu, ¿cómo estás, linda? ¿qué necesitas? — pregunta.
Siempre tan cálido y servicial.
— Hola, pa. Oye, te hablo para avisarte que voy a salir con un amigo. Prometo llegar para la cena. No tardaré mucho.
— ¿Con Martín?
— No no, con Simón. Su hermano, el chico que fue a casa el otro día para ayudarme con álgebra — se queda en silencio un momento —. ¿Papá? ¿Hola?
— Muy bien. Y ese man... ¿es tu novio o algo? ¿no estabas con Juan Pablo? — rasqué mi nuca con incomodidad.
— Eh, sí. Digo no, me refiero a que es mi amigo solamente. Sólo vamos a pasear, y así.
— De acuerdo. Cuídate mucho. No hables con-
— Extraños. Lo sé, cuídense. Dile a Adrián que lo quiero.
Al colgar la llamada Simón no dijo nada, pero su expresión me lo decía todo. Se quería volver a reír, seguramente de lo que acababa de decir mi papá.
— Así que... ¿tu papá pensó que somos novios? — dice avanzando por fin después de un buen rato atorados en el tráfico.
— Sí. ¿Qué ocurrencias, no? Ni loca sería tu novia.
— ¡Hey! yo sería un gran novio. Te lo aseguro.
— Sí, ajá. Lo que digas, gafas— negué con la cabeza — Oye, jamás me dijiste, ¿tienes novia?
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Amor ordinario - Simón Vargas
FanfictionDetrás de un generoso ramo de tulipanes blancos encuentro con la mirada algunos de sus garabatos que amaba hacer al aburrirse. Su mirada... solar, pero emponzoñada. Porque mientras que por fuera te baña con la luz primigenia, por dentro te incendia...