VI

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Pude divisar quién era la persona con la que discutía Isaza. Se trataba de Pradilla. Juan Pablo ya estaba tan bravo que en cualquier momento soltaría el primer golpe.

— ¡Malparido! ¡Perdimos por su culpa! — grita con furia.

— Ya, perro. Déjelo así — decía Villa tratando de calmarlo. Mientras que los demás presentes ansiaban que ya se acabaran.

— ¿Por mi culpa? ¡Usted me empujó, gonorrea! — Isaza frunció el ceño mostrando el triple de coraje, cuando de pronto un chico que estaba enyesado y sentado sobre una silla, grita repitiendo una misma palabra un y otra vez.

— ¡Rómpanse! ¡Rómpanse! ¡Rómpanse! — Isaza volteó con ira hacia el tipo, y observó el balón. Esto no iba a acabar bien.

— ¡Juan Pablo, no! — grité tratando de detenerlo. Fue muy tarde, el balón de básquetbol ya había impactado contra el rostro del chico.

No pudimos hacer nada. La sangre comenzó a brotar de la nariz de David — supuse que se llamaba así porque así le dijo el profesor que llegó a verlo— y mi amigo estaba en serios problemas.

Lu se había quedado en shock ante el arranque de furia de Isaza, y yo me sentía un poco culpable de no llevármelo de ahí a tiempo.

— Carajo, Isaza es muy explosivo — Dice la chica de ojos miel, metiendo sus manos en los bolsillos del saco— aunque, debo admitir que ese tal David comenzaba a taladrar mi cabeza gritando-

— ¡Rómpanse! ¡Rómpanse! — lo imité y nos echamos a reír — Isaza es un buen tipo. Te lo prometo, pero a veces no mide su enojo.

— Sé que es un buen tipo. En realidad lo que me asusta es que al pobre lo echen del colegio.

— Ay, Lu. No digas eso. Sería una tragedia. Casi tan grande como el hecho de que siempre que estoy apunto de besarte, algo u alguien nos interrumpe — Me observó un poco apenada.

Hablé de más.

La chica borró todo rastro de seriedad y me observó coqueta.

— ¿Tanto te urge besarme, gafas? — me dijo con un tono casi tan atrevido como con el que yo le hablaba todo el tiempo.

No era que yo fuera muy atrevido, sino que me salía ser así con ella. Tal vez con otra chica no hubiese tenido las pelotas de decir algo así. Ni siquiera era capaz de robar un beso.

— No lo sé, todo depende de ti — dije tomándola de la cintura, acortando la distancia entre ambos. Pasó de coqueta a nervios totales. Era muy expresiva y probablemente no se daba cuenta de ello.

— Eres muy chistoso — se separó de mí. Me reí con ella algo desilusionado por dentro.

Aunque, le agradecía que se alejara de mí antes de que en verdad no aguantara más las ganas de besarla. Era muy cobarde como para hacerle eso a mi mejor amigo.

A pesar de los problemas que estaban teniendo, seguían siendo pareja. Yo no estaba completamente seguro de que estuviera tan enamorada de mí como yo lo estaba de ella. Podía notar cuánto le dolía la traición de Villamil. A veces sentía que ella sólo veía lo que estaba pasando entre nosotros como un chiste. O una broma.

— Sí, es obvio que es broma — dije tratando de remediar un poco lo que estaba haciendo.

Después de un rato no tuvimos de otra que separarnos para irnos cada quien por su lado hasta el momento de la salida. Villa tenía una cara de morirse que cada vez me hacía sentir más culpable de haberme enamorado de su novia, aunque esto lo llevara ocultando desde que era pequeño.

Amor ordinario - Simón Vargas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora