Inconscientemente aguantaba la respiración, sentía tan cerca de mí la suya que me daba miedo sucumbir a él y acabar besándolo. Era demasiada tentación. No podía permitírmelo. Carraspeé un poco y me alejé.
— No importa. Deberías meterte a bañar — me miró un poco decepcionado.
— Bueno. ¿Pero ya me vas a decir qué hacías dentro del armario? — suspiré.
— Es que quería entrar al baño pero me confundí de puerta. Entonces te oí venir y me escondí porque — me miraba aguantando la risa — porque no quería que pensaran que estaba de chismosa o algo así, ¿okay?
— No te preocupes. De verdad, no pienso eso de ti — dijo viendo a mis labios.
— Me-mejor me voy — Dije dándome la vuelta, pero él me detuvo del brazo.
— No te vayas — me apegó a él y pegó su frente con la mía — Lucía, ya no huyas de mí porque si vuelves a hacerlo te juro que voy a sentirme incompleto otra vez. Me haces tanta falta que sobro dentro de mí.
Mis piernas comenzaron a temblar cuando escuché esa ultima frase. Esa frase que era fragmento de uno de sus poemas.
— ¿Enserio escribes? — pregunté emocionada.
— Sí, pero no suelo mostrarle a nadie. Al menos no mis poemas porque son un poco privados. A algunos les pueden parecer algo cursis y cliché. Sinceramente creo que lo cliché es bacano. Siéntete afortunada de leerlos y cuida el poemario con tu vida — dijo entregándome el cuaderno negro.
Ahora es tarde para arrepentirse
aunque tenga que ser un secreto
y vivirlo, sin dejarlo translucirse
amor condenado a ser discreto.
Me haces tanta falta que sobro dentro de mí.— No hagas esto, Simón — respondí bajando la mirada.
— ¿Hacer qué?
— No me hagas recordar las palabras de ese poemario porque no quiero enamorarme de ti con tanta fuerza como lo hice alguna vez, ¿entiendes? — asintió.
— Yo sí quiero que te enamores de mí. Quiero que vivas enganchada a mí porque tienes mi corazón en tus manos desde hace años. Porque me lo robaste. Maldita sea, Lu. Quiero hacerte mía — me tomó de la cintura y me apegó a su cuerpo — Y no quiero que me lo devuelvas. Quédatelo toda la vida si eso quieres.
No sabía qué decir. La tensión en la habitación indudablemente, había aumentado. Comenzaba a hacer algo de calor. El chico sin previo aviso besó mis labios con desesperación.
Nos recostamos sobre la cama y sentí sus manos acariciar mi espalda por debajo de la blusa. Ante el más mínimo contacto de las yemas de sus dedos contra mi piel sentía que iba a estallar.
Me despojó de ella y comenzó a besar mi cuello, tiré mi cabeza hacia atrás y mordí mi labio para no hacer ningún tipo de ruido. El chico se quitó las gafas y regresó a devorar mis labios, podía sentir lo hinchados que estaban pero en ese momento no importaba nada. Todo era tan perfecto hasta que alguien tuvo la maravillosa idea de interrumpir.
— ¡Ay, no me jodan! — Exclama Isaza cerrando de golpe la puerta. Me pegó un susto tan horrible que caí de la cama.
— ¿Qué pasó? — Se escucha la voz de Villa.
— Nada — le contesta — Es que Simón se estaba cambiando y lo vi. Es todo.
— No asuste. ¿Y Lu? Ya se tardó.
ESTÁS LEYENDO
Amor ordinario - Simón Vargas
FanfictionDetrás de un generoso ramo de tulipanes blancos encuentro con la mirada algunos de sus garabatos que amaba hacer al aburrirse. Su mirada... solar, pero emponzoñada. Porque mientras que por fuera te baña con la luz primigenia, por dentro te incendia...