Destiny 1 [TERMINADA]

7

Hago la última foto, María abraza por última vez a Reb y le da las gracias, él le sonríe y también se las da.

–Bueno, ya estáis todos. Luego las pasaré por el grupo.
–Quedas tú...

Asiento, con los nervios revueltos por todo mi organismo. Me acerco a él y, como si fuese a cámara lenta, nos abrazamos. Se siente como si estuviese en el cielo, como si abrazase a un oso amoroso, como esa nube esponjosa que de pequeños veíamos en el cielo. Escondo mi cara en su pecho, mientras él me acaricia la cabeza y con su otro brazo, me abraza por mi espalda. Suspiro, sintiendo una paz enorme. Me separo un poco, nos miramos fijamente y me quedo congelada al ver su fuerte mirada. Aunque sus achinados párpados los tape en su mayoría, puedo ver sus orbes castaños oscuros. Su sonrisa invade su rostro e hincha sus mejillas, esas que te invitan a apretar con cariño.

–Aún no sé tu nombre, has sido la única que apenas ha hablado.
–M-me llamo ___.
–Que bonito nombre, de verdad. Pues ___, muchas gracias por haber venido a verme y por seguir mis directos. Sé que llevas mucho tiempo apoyándome.
–¿Enserio?
–Yeep, recuerdo vuestros nombres y las cosas que hacéis o decís. Aún recuerdo cuando enviastes esos bits diciendo que te caistes con el patinete de tu mejor amiga y casi te rompes el brazo.
–Ay dios...justo tenía que ser eso...
–O cuando me contastes que estabas muy contenta porque al fin habías aprobado un examen de matemáticas. Me sentí orgulloso de ti.
–Lo recuerdo...desde entonces los he aprobado todos todos, sin excepción.
–Te dije que podías con todo, ¿me faltó razón?
–Para nada, acertastes de lleno. Muchas gracias Reborn, enserio. Eres una de las personas más importantes de mi vida y verte así, físicamente, es todo un sueño. Es el mejor día de mi vida.
–Habrá mejores, te lo aseguro. Yo soy un don nadie.
–¿Un don nadie hace feliz a 2.7M de personas?

Se queda pensativo, haciéndome reír. Dirige su mirada al techo, para luego regresarla a mis ojos.

–Bueno, está bien. Te dejo ganar, pero no te acostumbres.
–Para nada, señor mayor.
–¿Cómo que señor mayor? —frunce el ceño y hace un puchero.
–Es broma, no te preocupes que yo no soy de esos que te van a molestar con ese tema. Sé respetar y esas cosas.
–Y esas cosas...

Se ríe, provocando que me sonroje y la vergüenza tome control en mí. Escucho reír a los demás, les miro. Había olvidado que estaban también. Me sentía tan feliz y con tanta paz, que mi cabeza disipó el recuerdo de que mis amigos también están. Me doy cuenta, también, de la posición en la que estamos. Aún le sigo abrazando, por el abdomen, y el tiene los dos brazos alrededor de mi parte más cercana a la cintura. El sonrojo se vuelve más intenso, él se da cuenta y me suelta, con cara de preocupación. Le sonrío, haciendo que su gesto cambie al de alivio.

–___, venga, dale los regalos.
–¡O-oh sí...se me olvidaban!

Josep me acerca mi mochila, la abro y saco la funda de plástico, que contiene los dos dibujos y la carta. Cierro la cremallera, suspiro con nervios, y se lo entrego todo. Renato lo coge, con cuidado y las cejas levantadas.

–Reconozco estos dibujos, son preciosos. Muchísimas gracias, ___, me encantan. La carta la leeré en privado.
–Por supuesto jajaja, y gracias a ti, lo importante es que te hayan gustado.
–Y tanto, les buscaré un buen sitio.

Me guiña un ojo, río y asiento, con vergüenza. Laia se acerca y justo, entra la staff.

–Venga chicos, es hora. El teatro va a cerrar ya sus puertas.
–Ahora vamos Vicky, danos 5 minutos como máximo.
–Está bien.

Cierra las puerta y nos miramos entre todos. Reb encoge los hombros y sonríe.

–Pues ya está, es hora de volver a casa. Espero que os lo hayáis pasado bien.
–Nos lo hemos pasado genial, de verdad. Verte actuar de esa manera ha sido mágico.
–La energía que desprendía tus movimientos y la felicidad en tu sonrisa, una combinación perfecta.
–A partir de ahora te llamaré la poetisa, ___ la poetisa trajeada.
–Me parece b-bien jejeje.
–Coger vuestras cosas chicos, no puede quedarse nada.

Mientras recogemos nuestras mochilas, Reb coge su móvil y la americana, se la coloca. Se desliza hasta la puerta, espera y nos acercamos, la abre y nos deja pasar primero. Vicky nos mira con una sonrisa, con gestos nos invita a qué la sigamos y eso hacemos.

Movemos los pies hasta una de las 3 salidas que tiene, encontrándome a Víctor con una sonrisa. Corro y le abrazo, él ríe y me levanta en el aire. Cuántos recuerdos de cuando era pequeña.

–Dios, muchísimas gracias Víctor de verdad. Ha sido el mejor regalo, adelantado, del mundo.
–Jajaja me alegro de que te haya encantado. Yo hago lo que sea por mi pequeña escarlata.
–¿Vas a llamarme así toda la vida o qué?
–Por supuesto.

Nos reímos y escuchamos un carraspeo, así que dirijo mi mirada hacia la procedencia del sonido. Laia se ríe junto a Josep, los demás cruzan los brazos y mantienen una ceja elevada. Me sonrojo, así que Víctor me baja y ríe.

–Chicos, ¿ustedes también lo pasaron bien?
–Muchísimo, de verdad. Esto de tener cierta ventaja mola.—dice María mientras sonríe y se inclina, un poco, hacia delante.
–Jajajaja, puedo imaginar. Bueno, les dejo que tengo que seguir trabajando. Ya nos veremos en otra ocasión.

Se acerca, besa mi frente y se marcha, adentrándose de nuevo en el teatro. Todos me miran, yo junto mis dedos índices y sonrío, con los nervios recorriendo mis venas.

–¿Quién es ese? —dice Laia mirando hacia dónde se fue.
–Es un amigo de mi padre, desde que soy pequeña hemos jugado juntos y demás.
–Es que en la forma en que la tratais...
–Venga, no vengais con chorradas. Es un amigo de mi padre, tiene novia y espera una hija.
–Vale, ese dato no lo sabíamos. Pero igualmente os tratais demasiados...cariñosos.
–Madre mía.

Suspiro mientras coloco mi mano sobre mi frente, niego. Escucho a los chicos reír, levanto la vista y les sigo la risa.