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Saco la lasaña del horno, la dejo sobre la tabla de madera y cierro la puerta del horno. Ahora mismo esto arde y como alguien se atreva a tocar la bandeja, va a ver las estrellas.

Se abre la puerta de la cocina y aparece Reb, que me mira y luego a la lasaña. Se acerca y la observa.

—¿Qué? ¿Hay hambre? —le sonrío.
—Mucha —me devuelve la sonrisa.
—¿Comemos aquí en la cocina?
—Sí, aquí mismo. Te ayudo a poner la mesa.
—Vale.

Mientras yo corto los trozos y emplato, Reb pone los cubiertos y la bebida. Dejo estos en el lado de cada uno y nos sentamos.

—Espero que te guste, no es algo que prepare mucho.
—Si está cocinada por ti, seguro que sí.
—Que aproveche.

Cortamos un trocito cada uno y probamos. Quema un poco, pero está riquísima, menos mal.

Vamos ya terminando, cuando carraspeo y él me mira, dejo el tenedor.

—Reb, quisiera hablar contigo.
—Adelante —se limpia la boca con la servilleta— soy todo oídos.
—Bueno —me pongo más cómoda— es sobre lo que pasó en el Ikea.
—Lo del nombre...imagino.
—Sí, sobre eso —suspiro— perdóname, no debí de ponerme de esa manera. Es verdad que me hubiese encantado saberlo porque me lo dijeses directamente tú, pero no debí molestarme.
—Cariño, no pasa nada. Creeme que entiendo que te pusieras así, tienes todo el derecho de hacerlo. Y lo veo lógico. Te prometo que decir te lo iba a decir, pero no encontraba el momento oportuno. Por alargarlo...pues no ha sido como quería.
—Matteo...amo tu nombre

Nos sonreímos, nos cogemos de las manos y me las acaricia.

—___, quiero también hablarte de mi familia, de mi pasado. Te amo y mereces saber todo de mí.
—No hace falta, de verdad. Yo me enamoré de ti sin saber nada de eso. Si tú te sientes preparado y con la suficiente confianza como para abrirte así conmigo, no voy a pararte. Pero si sólo lo vas a hacer para recompensar, de verdad que no es necesario. Te respeto totalmente.
—No lo hago sólo para recompensarte, lo hago porque quiero, porque siento una total confianza contigo. Somos pareja y vamos a tener un hijo en común.
—Está bien, pues cuando quieras me lo cuentas todo y yo te escucharé atentamente y, sobre todo, sin juzgarte.
—Si me tienes que llamar gilipollas, lo haces eh —reímos— cuando terminemos de comer, nos tumbamos y te lo cuento.
—Me parece bien.

Nos sonreímos y terminamos de comer. Recogemos todo, entre los dos, guardamos el resto y Reb me coge de la mano. Me mira y comienza a andar, le sigo sin dejar de mirarlo. Llegamos a nuestra habitación, cierra la puerta después de que Fénix entre y nos tumbamos en la cama. El minino se pone a mi lado, cerca de mi barriga, y comienza a ronronear. Le acaricio, con cariño.

—Empezaré por mi infancia, nací en Italia y viví allí por unos años.

Me cuenta, haciendo leves pausas en varias ocasiones, como vivió sus primeros años de vida, como era el ambiente familiar, hasta los 12 años. Tuvo que empezar a trabajar en la construcción para poder ayudar a su familia. Como vivió su primera ruptura, como le fallaron personas que eran especiales para él, como perdió a quienes más quería.

También me cuenta algunos de sus viajes, anécdotas graciosas y otras muy raras. Los distintos países en los que ha vivido y estuvo apunto de vivir. Como rechazó ciertas ofertas de trabajo por desplazamiento o porque le parecían condiciones pésimas.

Me narra como ha habido gente que se ha aprovechado de él, de que fuese tan comprensivo y buena persona. Tanto en lo personal como en lo laboral. En como ha habido quienes se obsesionaron con él, tanto en lo bueno como en lo malo.

Yo lo escucho atentamente, viendo como en muchas ocasiones se le aguan los ojos, soltando pequeños suspiros entre palabras y teniendo que pararse en varias ocasiones.

Destiny 1 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora