Destiny 1 [TERMINADA]

23

¡¿CÓMO?! ¿HE ESCUCHADO BIEN, A SU CASA? ¿PERO QUÉ DICE? Está loco.

—¿Perdón?—abro más los ojos.
—Sí, a mi casa. My house. ¿Qué pasa?
—¿Qué va a pasar, Reborn? O sea, piénsalo bien, vas a meter a una fan en tu casa. Una FAN. ¿Enserio confías en que luego no iré diciendo por ahí tú dirección? ¿O que iré a tu casa a molestarte?—le digo muy agitada, notando también el sonrojo en mi cara.
—Oye tranquila, confío plenamente en que eres lo suficientemente madura y respetuosa como para no hacer esas cosas—pone su mano en mi hombro y sonríe, con calma—asi que vámonos ya. Ahí sí que tengo de todo, vas a tener buffet libre.
—Pero...
—Que no hay peros, vamos venga.
—¿Estás seguro seguro?
—Sí, lo estoy—rueda los ojos—ahora andemos, no está muy lejos de aquí.

Comienza a caminar, reacciono y lo sigo, aún no me creo lo que va a hacer. Es una locura. Si se enteraran los demás, me caería la de Dios Bendito.

****

Subimos por el ascensor, con un enorme silencio entre los dos. Veo de reojo como me mira, sonríe, soltando una pequeña risa, y vuelve a mirar al frente. Le parecerá gracioso verme tensa y nerviosa después del beso que me ha dado vaya. Llegamos al último piso, un 7º. Se abren las puertas, sale el primero y yo detrás, le sigo hasta una de las 5 puertas que hay. 7ºD. Saca unas llaves, mete en la cerradura la correcta y abre, dejándome espacio.

—Bienvenida a la cueva de Reborn Live.

Entro, con toda la vergüenza del mundo, y doy unos pasos más, saliendo de la entrada. Tiene un salón bastante normalito, un sofá de 2 plazas, una mesita dónde hay dos mandos a distancia y su vape. Una tele plasma, que descansa sobre un mueble con compartimentos llenos de libros. Pone su mano en mi hombro y me mira.

—Sé que no tiene una decoración muy elaborada pero bueno, es trabajo honesto.
—¿Cuándo vas a pasar tu cuenta fandom?

Comienza a reírse, pone la mano en su boca, y yo acabo contagiándome. Suspira y me mira, sonriendo.

—No tengo ninguna cuenta fandom. Si sé todas esas cosas es porque os leo.
—Pero sabes demasiado.

Encoge los hombros, río y niego, noto como los nervios comienzan a desaparecer de mí. Escuchamos un maullido, giramos la cabeza y vemos al gatito de Reb. Me agacho y le acaricio, es más bonito que en todas las capturas que pudimos sacar desde aquel día que lo presentó. Se pone a dos patas y coloca las delanteras en mi pierna, ronronea al sentir de nuevo el tacto de mi mano.

—Veo que le has caído bien, te deja tocarle sin problemas y ronronea mucho. Eso es raro en él.
—Es más bonito de lo que creía, tendrá 2 añitos pero es muy muy pequeño.

Reb se ríe, lo miro y le sonrío, sin dejar de mimar a su felino de pelaje gris. Me pongo de pie, Fénix se restriega por mis piernas y se va a su cama, pero Reb lo coge en brazos y lo pone como si fuese un bebé. No puedo, cada vez que hace eso me muero de ternura.

—Bueno, eso es el salón. Por ahí —señala a la derecha—está la cocina. Las habitaciones son por allá—señala al lado contrario.
—Se ve bonita la casa la verdad, muy bien cuidada.
—Depende del día —ríe— ven anda, te voy a enseñar dónde grabo.
—Voy a poder ver lo que hay detrás del croma...—susurro para mí misma, pero Reb me escucha y ríe.

Caminamos hacia el pasillo, hay 4 puertas. Una a la izquierda, otra en medio y las otras dos a la derecha. Va hacia la de la izquierda, abre la puerta y me deja pasar. Entro y miro, esto es espectacular. Su ordenador al fondo, el croma tapa el famoso armario que una vez se vio. Bueno, se vio casi nada pero Reborn es un dramas. Hay un sillón cerca del ordenador, color verde pistacho. Comienzo a reírme al darme cuenta de algo, la montaña de Redbull sí que existe.

—¿Qué pasa?

Mira hacia la misma dirección que yo, suelta una risa medio silenciosa y cambia de posición a Fénix, causando que este maulle.

—¿No dijistes que no existía?
—¿Por qué os creéis todo lo que os digo?
—¿Y por qué nos quieres engañar?
—¿Vamos a seguir respondiéndonos con más preguntas?
—Joder.

Nos volvemos a reír, él suelta una carcajada de esas que tanto adoramos oír y me provoca más risa. Pongo mis manos en mi estómago y me inclino un poco.

Calmamos las risas, suspiramos y nos miramos.

—Después del ataque de risa, ¿quieres comer?
—Claro, ¿qué va a preparar el chef Reborn?
—Sorpresa, y voy a tardar un poco así que voy a dejar que juegues con el ordenador mientras esperas.
—Pero, ¿qué dices? Eso sí que no, es tu herramienta de trabajo, no es normal que venga una random y te lo toquetee.
—No eres una random–ríe–eres ___, una amiga que está ahí. Así que no es problema que te lo deje.
—¿C-Cómo...? ¿A-amiga?—noto el temblor de mi cuerpo, mis nervios se han vuelto a disparar.
—Bueno ___, sinceramente, ya tenemos confianza y no es la primera vez que pasamos un rato largo juntos, riendo, contando cosas más personales...en fin. Para mí no eres una fan más, yo te siento ya como una amiga. Pero claro, tú tienes que confirmarlo. ¿Te gustaría que fuésemos amigos?

Me quedo sin palabras, ¿ser amiga de mi ídolo? Algo que nunca creí que me pasaría, que podía llegar a pasar. Seguramente sea un tomate andante ahora mismo, es que hasta me cuesta mirarle. Deja en el suelo al peludo y me abraza. Le abrazo más fuerte y sonrío.

—Claro que quiero que seamos amigos Reb.

****

—Pero...¿enserio? Si le he dado 4 veces no me jodas.

Suspiro fuertemente, cierro los ojos y los abro, fijo la mirada en la pantalla. Le doy a buscar nueva partida y justo algo salta encima mía, provocando que me asuste y grite. Miro hacia la izquierda, Reb se ríe con la mano tapando su boca. Le pongo mala cara, haciendo un puchero y cruzándome de brazos. Pongo al gatito en el suelo, con cuidado.

—No es gracioso, ¡me ha asustado!
—S-si...que JAJAJA NO PUEDO TÍO.
—¡REB!

Pone los brazos en su tripa y se inclina hacia delante, me levanto de la silla y salto encima de su espalda.

—¡QUÉ NO HACE GRACIA, PARA!
—VEN AQUÍ.

Me intenta agarrar, pero no le dejo. Me bajo y justo cuando iba a abrir la puerta, me pilla. Me coge de la cintura, me levanta y me deja en el sillón. Cruzo los brazos, le miro fingiendo enfado y él se pone más cerca, bajando la cabeza hasta mi nivel, haciendo un puchero. Nos quedamos así unos segundos, en silencio, sin apartar la mirada.

—Ya está la comida.
—Vale.
—Pero tú no vas a comer.
—¿Por qué?
—Porque te has intentado escapar.
—¿Y qué?
—Hasta que no me des un abrazo no voy a dejarte comer.
—Pues no te lo doy —le digo desafiante.
—¿A no?
—No—cruzo más los brazos.
—¿Nos vamos a tirar así todo el día? Yo no tengo ningún problema.
—Quiero comer, tengo hambre Reborn.
—Ya te dije cuál es la manera de que te deje comer.

Refunfuño mirando hacia otro lado, lo miro, sonreímos y le abrazo fuertemente.

—Ya sabía yo que no aguantarías ni 5 minutos así.
—Calla—ríe y aprieta el abrazo.