T1:E10: I N E E D Y O U

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La película había terminado, una gran cinta de los años setenta donde una chica es poseída, la había visto tantas veces que me sabía cada diálogo. Mi vista se posa en el reloj que yacía colgado sobre la pared marcando la media noche.

—¿Y qué te pareció? —le pregunto al chico profundamente dormido quién sostenía fuerte mi mano—¿Harry? —susurro mientras muevo suavemente su mano.

El chico despierta lentamente, frota sus ojos con sus manos tratando de despertar por completo, noto como sus ojos estaban adormilados y recorren cada parte de la habitación, es como si por un momento hubiera olvidado dónde estaba.

De pronto su mirada se topa con la mía para después mostrarme una gran sonrisa—dime... ¿en qué parte te quedaste dormido?

—Desde el inicio, solo cerré mis ojos para evitar traumarme y me dormí, los siento —sonríe algo apenado.

—Está bien, es tarde, ¿tus papás no se molestan? —pregunto.

—¡Cielos, sí! debo irme —dice mientras se encamina hasta la puerta—fue divertido, a excepción de la película traumatizante —ríe.

—Gracias por venir.

—Pues, nos vemos luego, descansa —siento ganas de gritar cuando siento sus labios cálidos en mi mejilla—ahora estás como un tomate.

—¡Basta! —cubro mi cara con timidez—te veré luego.

Doy un enorme suspiro cuando cierro la puerta, ¿qué carajos acaba de suceder?, besó mi mejilla, Dios. Son tan suaves y huele tan bien.

Siento mariposas en el estómago cuando vuelvo a recordar la escena, estaba perdiendo totalmente la cabeza por ese chico.

—¿Hola?, ¿hay alguien en casa?

La voz de Sophia me hace salir de mis pensamientos, rápidamente me percato de las flores que se encontraban sobre la mesa, es demasiado tarde cuando lo único que alcanzo a hacer es esconderlas detrás de mi espalda —¿qué es eso? —pregunta inclinándose, tratando de ver lo que oculto.

—¿Qué es qué? —trago saliva mientras dibujo una sonrisa bastante falsa para ser verdad.

—¡Eso!, lo que tienes tras la espalda —se cruza de brazos arqueado una ceja.

La verdad era que Sophia era bastante introvertida y entrometida, si se enteraba de las flores y quien me las obsequió comenzará a planear una boda.

—¡Ay, no! no empieces con tus albures —una mueca de disgusto se forma en mi rostro.

Sophia me analiza de pies a cabeza por unos segundos mientras sus ojos se hacen pequeños—bien. Iré a dormir —sonrío tratando de apresurar su salida. Un suspiro de alivio sale de mi boca cuando la chica rubia abandona la habitación. —¡lo sabía!

—¡Carajo! —exclamo dando un salto del susto. Sophia ya se encontraba caminando apresurada hacia mi tomando el ramo.

—¿Y esto? —escupe con un tono pícaro, bastante vergonzoso.

—Nada, solo... Las compré, para ti.

—¡Ay que linda, Syd! pero... Creo que se equivocaron en los nombres —veo como Sophia saca de entre las rosas una pequeña nota.

—¿De qué hablas? —preguntó.

—Sí, verás... aquí dice... De Harry, para Sydney. —la mirada pícara de Sophia me hace sonreír.

—¡Bien, sí! estuvo aquí y las trajo —digo para después quedar casi sorda por el grito ensordecedor de Sophia.

—¡No juegues!, ¡Sydney! —sonrío cuando la chica me toma por los hombros—¡debemos planear la boda!

—Solo somos amigos —me encojo de hombros—pero... por primera vez, puedo sentirme bien, él me hace sentir tan bien.

—No sabes cuanto amo oírte hablar así.

—Me besó.

—No... no es verdad —Sophia me mira boquiabierta.

—Solo fue un beso en la mejilla, calma tonta —sonrío.

—Sydney, Sydney, Sydney —canturrea—vas a terminar enamorada de él.

H A R R Y

—I faund a love, for me... —canturreo mientras saltaba de un lado a otro como solía hacerlo a los diez años.

—¿Y ahora que mosco te picó? —la voz de Zara me hace bajar de mi cama de un gran salto. —¡cuidado! puedes lastimarte, Eddie.

—Zara, ¿acaso no amas la felicidad? —digo al mismo tiempo que bailo alrededor de Zara quien me observa con burla.

—¡Claro! pero cuando no haces esos pasos —río a su comentario—¿qué te sucede?, luces diferente, ¿te sientes bien?

—No te puedo contar aún, es un secreto, solo puedo decirte que me siento... En las nubes—suspiro—me siento tan bien —sonrío. El silencio de Zara me hace abrir mis ojos y observar a la mujer que me mira con una enorme sonrisa —¿qué? —sonrío.

—No recordaba la última vez que te vi así, hijo —dice.

—¿Sabes? quizá la vida no sea tan mala, quizá... Esto pueda cambiar.

De alguna manera puedo sentir revoloteos en el estómago al recordar esos ojos verdes llenos de luz, llenos de vida. Por alguna razón sentía que la necesitaba, necesitaba a Sydney en mi vida.

SAFE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora