Mantenía mi vista en el techo de mi pequeña habitación, era increíble como no paraba de pensar en el chico del hospital. Era extraño, jamás me había interesado en alguien, pero él se sentía diferente, recordar su sonrisa de impacto hacía que una apareciera en mi rostro.
Desgraciadamente tengo un severo rechazo hacia los hombres, así fueran lindos, amables, tontos o idiotas, no me interesaban en lo absoluto. Siempre he creído que todos absolutamente todos son iguales, machistas, depravados, violentos, infieles y egoístas.
Quizá estaba juzgando a alguien sin conocerlo, de hecho, para ser sincera. No creo que alguien que usa calzoncillos del hombre araña pueda ser machista, depravado, violeto o egoísta.
—¡Syd, la cena está lista! —escucho el grito de Sophia.
Camino hasta ahí sin dejar de pensar, qué rayos me estaba pasando.
-Oye, Sophie -digo atrayendo su atención. —¿Puedo repartir mañana por ti? —la chica me mira con confusión.
—¿Qué, por qué?, tú lo odias —contesta sin parar de comer.
—Sí, pero. No sé, sólo quiero hacerlo.
—Pues... de hecho sería grandioso. Sabes, amiga. Pronto te sacaré te trabajar —dice mientras sirve un poco de té helado.
—¿Ah sí? -sonrío algo confundida—¿y eso por qué?
—Ya te lo había dicho, me estoy acostando con Sam, el dueño ¡y me ama! —la chica rubia bailotea en su mesa orgullosa.
—Creí que bromeabas —le digo algo asombrada—sí que estás loca —río junto con ella.
Las noches con Sophia siempre eran mejores, casi siempre una de nosotras doblaba turno así que era rara la vez que podíamos cenar juntas, pero cuando lo hacíamos era de mis partes favoritas del día. Estar con ella era estar completamente segura de que el estómago dolería de tanto reír.
***
H A R R YNo podía borrar de mi mente aquella tímida sonrisa. Siempre tuve una pésima memoria, pero esta vez había sido diferente. Lo recordaba todo, su tez era blanca como la nieve, sus labios rojos, sus ojos tenían un verde tenue pero notorio y sus mejillas estaban tan rosadas que apenas se podían distinguir.
¿Será posible?, volver a poner mi atención en alguien, quizá la vida no sea tan mala conmigo y pueda conocerla. Ni siquiera me había dado cuenta en qué momento se habían hecho las tres de la mañana.
Sin embargo, recuerdo nuevamente quién soy y qué pasa en mi sistema, estoy enfermo y estoy muriendo, ¿Quién va a querer cargar con eso?, ¡exacto!, nadie.
De pronto, y como cada noche, el dolor se hace presente. Siento mi pecho subir y bajar bruscamente y como mi garganta se va cerrando. El dolor el mi cabeza es tan fuerte que puedo sentirla vibrar. Quiero gritar, pero no puedo, lo único que hago es poner la mano en mi pecho tratando de contenerme.
—¡Mamá! —murmullo cuando ya veo a mis padres entrar a la habitación a todo rápido.
Veo a Zara quién sostiene el nebulizador y cómo mi padre me mira con sus ojos cristalizados. Veo la boca de mi madre moverse, pero no comprendo, ella llora como lo hace casi diario. Sabe que me está perdiendo. Este soy yo y esta es mi realidad.
De pronto todos los recuerdos de mi niñez, cuando aún podía jugar en la tierra sin temer a que pueda morir por una sola bacteria, cuando podía salir por las noches a jugar hasta sudar y correr sin temer a que mi corazón se detenga.
Estoy a punto de perder la conciencia cuando entre murmullos escucho a mi madre hablar, no entiendo y solo puedo ver como llora desde la esquina de mi cama.
—Mi hijo está muriendo.
S Y D N E Y
—¡Abre la puerta, estúpida mocosa! —siento mi espalda y cuello sudar frío.
Trato de sostener fuerte la puerta para evitar que él entrara de nuevo, sabía que, aunque le pidiera ayuda a mi madre ella no lo haría, así que solo me limito a correr hasta mi armario y esconderme entre la ropa.
Siento un miedo invadir todo mi sistema cuando lo escucho patear tan fuerte mi puerta que logra derribarla. El olor a tabaco y alcohol llega como bala hasta mis fosas, está aquí.
No pasan ni diez segundos cuando las puertas del armario se abren—ya es hora.
—¡Sydney, despierta! —siento las manos de alguien sostener mis hombros, manoteo para quitar de encima a quien sea que esté sobre mí. —¡Soy yo, tranquila, soy yo!
Veo el rostro de Sophia lleno de preocupación, ella sostiene mi rostro fuertemente dándome la calma. —Fue una pesadilla, todo está bien.
—No... Fue real, fue real —susurro.
Lo único que hago es envolverme en Sophia sintiendo como el miedo recorría mis venas y el nudo en la garganta formándose, haciéndome derramar lágrimas sin cesar aceptando que esta era mi realidad, llena de miedo y traumas que nunca podré borrar.
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SAFE [H.S]
FanfictionEn esta primera parte, nos narra la historia de Harry (Harry Styles), quien es un chico de 21 años, su vida gira al rededor del dinero y hospitales. El hijo perfecto pero con una enfermedad terminal, él tratará de enfrentar los retos que la vida y s...