T1:E13: R I E S G O S

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H A R R Y

No sé ni siquiera que sentir cuando escucho a mamá decirle todas esas cosas horribles a Sydney, nunca había conocido esa parte de ella y realmente me dolía que le hiciera pasar por esto.

Quería abrazar a Sydney, decirle que jamás fue mi intención hacerla pasar por esto, pero todo se va al carajo cuando decide levantarse de la mesa.

Veo como Sydney y Sophia salen de la habitación—Syd, no espera —trato de alcanzarla, pero mi padre me detiene—¡suéltame! ¿por qué hiciste eso mamá? —alzo la voz.

—Tranquilo cielo, no dije nada malo —niego con la cabeza ante su comentario. Rápidamente me suelto del agarre de mi padre para salir de la casa.

—¿Sydney? —grito buscando por todos lados. Pero no hay señal de ella. —¡mierda!

—Harry ¿todo bien? —la voz de Zara atrae mi atención.

—¡No! Sydney se fue, demonios, no volverá a hablarme —exclamo.

—Tranquilo, sabes cómo es tu mamá. Ven, cielo, mañana será otro día y podrás hablar con ella —Zara toma mis hombros para encaminarme hacia dentro de nuevo.

***

Es el décimo mensaje que envió al teléfono de Syd, no hay respuesta alguna. Me sentía la persona más culpable de todo el planeta. No podía imaginar cuánto me odiaba en este momento.

Mi mirada esta fija en el techo, no paraba de pensar en ella.
De pronto, puedo escuchar pequeños golpes en mi ventana, es extraño. Me levanto de mi cama algo asustado, sin embargo, camino hasta la puerta de la terraza encontrándome con Sydney fuera.

—Syd, ¿qué haces? —sonrío algo confuso. —oye... Lo siento, de verdad...

—Harry, está bien. Estoy bien —la chica sonríe como si nada hubiese pasado. —¿quieres ir a una fiesta de verdad? —ella sonríe pícaramente.

—¿Qué? —frunzo el ceño —olvídalo, mis padres me matarían —susurro.

—Harry, a veces hay que tomar riesgos, decisiones. —Sydney alza las cejas haciéndome sonreír.

Volteo para ver hasta mi puerta, lo pienso por unos instantes, pero lo hago. Tomo mi chaqueta y mis tenis para salir sigilosamente por la terraza.

—No puedo creer que estoy haciendo esto —susurro mientras camino en cuclillas por el patio de mi casa.

—Será divertido, lo juro —Sydney camina mientras sostiene mi mano dirigiéndome a un auto que se encuentra fuera de mi casa.

—¡Hola, Harry!, ahora si es tiempo de festejar tu cumpleaños —dice Sophia al verme subir al auto.

—Están locas, chicas —digo antes que el auto arranque.

Para ser sincero me sentía bien, aunque sentía nervios, juraba que sentía que en cualquier momento mi madre despertaría para ir a buscarme. Pero yo lo había dicho, a veces solo hay que tomar riesgos. Después de unos minutos de camino llegamos a la calle Roxette, una de las más conocidas por ser "la calle de la locura", miles de autos de chicos alocados llenos de fiesta estaban estacionados en la calle, había personas por todos lados riendo y festejando como si no hubiese un mañana.

—Ven conmigo —Sydney sonríe al bajar del auto, toma mi mano para dirigirnos a un grupo de chicos. —¡hola a todos!, él es Harry y hoy está cumpliendo años —Sydney informa al grupo de chicos quienes me miran con tanta felicidad, como si me conocieran de años.

—¡Es genial hermano, únete a la fiesta! —un chico de color sonríe rodeándome con su brazo.

La música de Kid kudi ensordecía mis oídos, pero era divertido, ya había olvidado esto, mi estómago dolía de tanto reír al ver las acciones de los chicos que estaban conmigo, se veían tan felices, a tal grado que me hicieron olvidar todo el cáncer que recorría mi sistema. De un momento a otro observó a Sydney. Ahí estaba, sonriendo y demostrando ese brillo que llevaba consigo, regresándome toda ilusión.

—Te ves linda bailando —le digo un poco alto para que pueda escucharme.

—Tú te ves lindo todo el tiempo —la chica de ojos claros me sonríe, dejándome como un loco enamorado—¿quieres salir de aquí?

***

—Así que veintiuno —dice mientras caminamos cerca del Bow Bridge.

—Sí —resoplo—¿estás bien? —le pregunto algo preocupado por lo que había pasado hace unas horas.

—Estoy bien solo... me pongo sensible cuando hablan de ella.

—¿La echas de menos?

—No puedes echar de menos a alguien que jamás te allegaste —respondo.

—Sydney... —la chica me mira con atención—gracias.

—¿Y por qué? —sonríe confundida.

—Por ser mi amiga, es decir, jamás tuve a alguien como tú —la chica sonríe cabizbaja y eso me da tanta ternura.

—¿Dime, quieres nadar un rato? —frunzo el ceño a su pregunta.

—¿Qué?

—¡Solo sígueme!

—¡Espera, Sydney! —mi corazón casi se quiere salir cuando corre hasta el lago bajo el puente.

—¡Vamos ven! —grita desde dentro del agua.

—¡No, está helando!

—Harry Styles, deja de preocuparte, ¡solo disfruta!

Dios. Es aquí cuando me pregunto en qué momento la vida puede cambiar, cómo una persona puede hacerlo mejor. Hace solo unas semanas le pedía a Dios dejar de respirar, y ahora estoy con Sydney Roberts a la una de la mañana nadando en el lago. Que locura.

—Creo que esto rebasó tus límites de riesgo —Sydney se acerca a mí.

—Contigo rebasaría cualquiera.

SAFE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora