T1:E3: ¿ Q U I É N E R E S?

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Cuando te dicen que tienes cáncer, lo primero que viene a tu mente siempre es la muerte. ¿Cuándo, cómo, dónde? son las preguntas que más azotan la meter cuando te dicen que una enfermedad sin cura está destrozando tu cuerpo por dentro.

Las primeras semanas después de descubrirlo mis padres trataron de ocultármelo, pero cuando mi cabello comenzó a desvanecerse y mi piel empezó a perder color supe que algo andaba muy mal.

Como pude tomé la computadora de mi padre y tecleé todos mis síntomas, recuerdo que lo primero que el internet me arrojó fue el cáncer.
Unas horas después mis padres me lo confirmaron, solo pude pensar en porqué alguien tan pequeño como yo tenía que pasar por algo así.
Me preguntaba una y otra vez cómo podría ser mi vida después de todo esto, las burlas, la lástima, el odio a mí mismo.
Así que sí, cuando te dicen que tienes cáncer solo puedes pensar en una sola cosa, la muerte.
La camilla del hospital parece estar cada día más incómoda al igual que la ligera bata, mi vista está pegada al techo blanco mientras espero los resultados de la tomografía, de la cual ya había perdido la cuenta.

- ¿Otra vez Asia? hace un año estuvimos allá y no hay solución, Patrick -escupe mi madre con un tono de voz bastante audible para mí.

-Pues este maldito hospital no da ninguna respuesta. Quizá Harry está deprimido. -contesta mi padre.

-No está deprimido, sólo necesita amigos.

-Oigan, estoy aquí. Puedo escucharlos -digo interrumpiendo la conversación.

-Lo siento, cielo. Pero, creo que deberías salir un poco, despejarte. -dice mi mamá mientras sujeta mi mano.

-No lo necesito. No necesito amigos, ni nadie. Estoy bien solo -contesto sin despegar mi vista del tejado.

-Nadie está bien solo, Harry -la voz de mi padre resuena en mi cabeza con fuerza. Quizá tenía razón, pero no necesitaba la lástima de nadie.

- ¿cómo está mi paciente favorito? -escucho a la doctora Brown entrar a la habitación.

-Le dice eso a todo mundo, ¿cierto? -digo mientras me levanto de la pequeña camilla.

-Sí -ladea un poco su boca-pero a ti te lo sigo en serio -ríe.

La doctora Mildred Brown, la mujer que ha manejado mi enfermedad desde que tengo memoria. Ella ha sido de mucha ayuda, es como una segunda madre para mí, es una mujer dedicada que no ha parado conmigo ni con nadie hasta encontrar una cura.

-Doctora, ¿qué pasó en la tomografía? -pregunta mi padre dejando ver esas líneas de expresión desde que enfermé.

Fue un marzo del 2011, una tarde mientras jugaba un partido de fútbol, uno de los más importantes de la liga. Sólo recuerdo correr con el balón hacia la portería, cuando caigo al suelo. Inmediatamente, y según como lo relata mi mamá, convulsione en medio del campo, me llevaron al hospital. Fue ahí cuando la doctora Brown nos dio la terrible y la desgracia más grande, su único hijo tenía cáncer mientras un tumor cerebral crecía con el paso de los días.

Los años pasaron y mi enfermedad era más grave cada día. Mi madre abandonó su trabajo para dedicarse a mi cuidado completo. He viajado por todo el mundo en busca de mi cura, sin embargo, no la hay.

-Me temo que... -la voz de la doctora me hace salir de mis pensamientos. -No tengo buenas noticias.

- ¿Sigue ahí? -pregunto.

-Lo siento. Sí, y ha crecido más.

No quiero llorar, soy fuerte. Lo sé. Pero ver a mi madre derrumbarse sobre los brazos de mi papá me debilita por completo. Estoy muriendo. Y lo saben, saben que me voy, no quiero herirlos, no quiero herir a nadie, pero es el destino que la vida deparó para mí y tengo que aceptarlo.

SAFE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora