T1:E18: T E Q U I E R O

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Abril era uno de los meses que no me gustaba del todo, los días calurosos se hacían presentes cada vez más. Aunque para ser sincera, por una parte, estaba bien, mis días de descanso se acercaban y eso me ponía feliz.

—Carajo —susurro al ver la taza de té caer al suelo.

—¿Todo bien? —escucho a Sophia mientras me ayuda a recoger los trozos de barro roto.

—Sí, bueno, estoy algo ansiosa —contesto.

—¿Y se debe a....?

—Harry organizó otra cena con sus padres. —hablo bastante bajo tratando de que Sophia no me haga preguntas, pero fallo en el intento.

—Dime que no aceptaste, Sydney —la chica rubia sigue mis pasos hasta la pequeña cocina.

—Tuve que, no tenía opción —resoplo.

—Sabes que cuando entras a esa casa, sales hecha mierda —reprocha.

—Será diferente, tengo que demostrar que no soy como ella, que no soy como mi madre —explico. Recordar a mi madre siempre me hacía temblar.

Recordarla era como recordar lo terrible que fue mi infancia desde que mi padre murió y como su muerte nos afectó, a tal grado de ahora no poder vernos ni en pintura.

—Bien. Pero te juro que si esa mujer te hace derramar una sola lagrima, la voy a hacer rogar por su vida —sonrío al ver a mi mejor amiga y su expresión de seriedad.

***

Me observo por décima vez al espejo, trato de acomodar lo más que puedo el atuendo que elegí desde hace una semana, el cual, no me terminaba de convencer. Mi cabello estaba bien, sin embargo mi autoestima estaba por los suelos ahora mismo. Suspiro al resignarme a no verme como quería, era un desastre.

—Eres hermosa —mi mirada se posa en el espejo donde puedo ver a Harry parado en el marco de la puerta sosteniendo un ramo de tulipanes y con una firme sonrisa en el rostro.

—¿Lo soy? —me giro para observarlo mejor.

—Te respondería. Pero me dejaste sin palabras Sydney Roberts —su mirada sube y baja de mis pies a la cabeza.

***

—Estoy nerviosa —digo al finalmente llegar a la enorme casa.

—Tranquila, solo es una cena y yo estaré ahí todo el tiempo —el chico toma mi mano haciéndome sentir como no me había sentido hace mucho tiempo, segura.

Entrar a la casa de Harry era comoentrar a la boca del lobo. Era silenciosa y solo podía percibir las voces delos Zara y los padres de Harry.

Harry me mira antes de entrar a la cocina, sé que podía sentir mis nervios. El chico se detiene un momento para mirarme fijamente—Podemos irnos, está bien si te sientes así —.

—No, estoy bien —sonrío. El me devuelve la sonrisa algo inconforme.

Al entrar, puedo notar como sus expresiones cambian, sobre todo la madre de Harry quien dé un momento a otro borra su sonrisa. —Hola, ¿qué tal? —Digo aunque por dentro quería salir de ahí.

—Toma asiento, Sydney —el padre de Harry responde amablemente.

Con la ayuda de Harry tomó lugar justo frente a su madre. Puedo sentir su mirada penetrada en mí, no entendía, no entendía su odio hacia mí. Era estúpido.

El tiempo pasaba y la plática en la mesa era incómoda y vacía, sin embargo la plática entre Harry y el señor Styles salvaba el silencio que podría haber.

—¿Y qué tal está tu madre, Sydney? —después de un largo rato Rosse habla.

—La verdad... No lo sé, no tengo contacto con ella —respondo firme.

—Interesante. —su sonrisa era la más falsa que había visto en toda mi vida. —¿Qué hay de tu papá?, ¿Ronald? —siento un nudo en la garganta al volver a oír el nombre de mi padre después de tanto tiempo.

—Él... —paro.

—Mamá creo que Sydney no quiere hablar de eso—Harry responde.

—Solo quiero conocer más de ella. Ronald era un viejo amigo de la preparatoria.

—Él murió —respondo—Hace quince años —la expresión de la madre de Harry parece cambiar, sus mejillas ya no eran rojas si no pálidas. Algo extraño pasaba aquí.

Un silencio inunda toda la habitación. Al parecer, nadie sabe qué decir.

—¡Hola a todos!, lamento llegar tarde —la voz de una chica rompe el silencio.

—¿Mitchell? —Harry se cuestiona, parece estar confundido al ver la presencia de la chica. Para ser sincera, era linda. Era delgada y con un largo cabello rubio, parecía una muñeca muy cara. —¿Qué hace ella aquí? —Harry cuestiona a su madre quien abraza tan amablemente a la chica.

—Sydney —la mujer me mira mientras sujeta a la chica a su lado, ignorando por completo la pregunta de Harry. —Ella es Michell, el amor de la vida de mi hijo —la mujer y la chica se sonríen mutuamente. Sus palabras caen sobre mi como un balde de agua helada. Observo a Harry quién mira a la chica con una mirada bastante profunda, lo cual, termina de romper mi estúpido corazón. Suspiro y sin más que decir me levanto de la mesa.

—Es un placer —sonrió—gracias por la cena, debo retirarme —siento mi labio inferior temblar debido al llanto que se acumula dentro de mí. Sin pensarlo dos veces, salgo de la casa ignorando los llamados de Harry.

—¡Sydney, espera por favor! —la voz del chico detrás de mi hace que mi corazón tiemble. —¡Sydney!

—¿Qué? —me detengo de golpe.

—No es verdad, nada de lo que dijo es verdad —sus voz esta temblorosa y parece estar nervioso.

—Pude notar tu expresión, Harry. Pude ver como se miraron —trato de tragarme el llanto que hay dentro de mí.

—Pero tengo una explicación, lo juro —responde.

—Harry... —mis lágrimas finalmente se deslizan por mis mejillas. —No somos iguales... Tu madre tiene razón. —trato de que mi voz no se quiebre, pero no lo logro. —Puedes ir adentro sin remordimientos. —me giro para seguir con mi camino pero su voz me detiene.

—Pero yo te quiero a ti —susurra—Te quiero a ti para siempre. —puedo ver sus ojos clavados en mí, no mentía. Podía sentirlo.

Sin aviso y sin pensarlo. Ambos corremos el uno al otro. Sentir sus labios con los míos me hizo volver a creer, volver a sentirme bien. Sentir su pecho contra el mío me hizo convencerme de como necesitaba de él. Quería estar con él, ahora lo sabía. Estaba perdida, perdidamente enamorada de él. Y no me iría.

SAFE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora