T1:E37: Danger

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H A R R Y

Cada uno de los preparativos estaba listo. Mantenía mi computadora en mi regazo ajustando las fechas y pagando los días de alojo en el hotel. Todo tenía que ser perfecto.

Desde hace algunos meses, Sydney me había dicho que su más grande sueño era conocer Roma. En unos cuantos días será su cumpleaños y no podría haber mejor regalo que cumplir su sueño. Me sentía tan contento más que nunca.

Sydney era una persona la cual había pasado por mucho. Pero era también la persona más valiente que había conocido. Siempre sonriendo, con su corazón quizá, hecho pedazos. Pero siempre tratando de hacer feliz a los demás.

Pensaba en todos aquellos días en los que viví sin ella. Pero ahora solo puedo pensar en aquellos que viviré a su lado. No quería otra cosa más que hacerla la mujer más feliz del mundo.

S Y D N E Y

Permanecía recostada sobre el césped que había detrás de la pequeña casa. Por mi mente rondaban miles y miles de cosas. Pensar en cómo mi madre arruinó una relación es un gran pesar para mí. Ahora entendía a Rosse, sin embargo, nadie merecía ser odiado de la manera en que ella lo hace.

—¿Estás bien? —veo a Sophia sentarse sobre el pasto, ofreciéndome un pequeño vaso de cristal.

—Mi madre. ¿Crees que debería perdonarla? —pregunto a mi amiga mientras el fresco viento de la ciudad hace volar nuestro cabello.

Ella encorva el labio inferior mientras desvía su mirada hacia los enormes edificios de Nueva York—Nadie merece tener rencor en el corazón, Sydney. La vida es muy corta para odiar a las personas.

—Sí. Quizá tengas razón.

—A menos que seas Rosse Cox. No hay manera de no odiarte —reímos.

—No sé qué haría sin ti, Sophia. Creo que te debo la vida.

—Brindemos por eso —la chica rubia toma el pequeño vaso.

—¿En serio? —frunzo el ceño haciendo reír a Sophia—No puedo tomar. Tengo un solo riñón, ¿recuerdas?

—Un poco de ron no le hace daño a nadie —sonrío para después beber del líquido amargo.

H A R R Y

—¿De verdad lo harás? —Zara pregunta mientras me observa organizar mi maleta.

—Sí. Será divertido. Hable con la doctora Brown y dijo que mi salud estaba estable. No hay riesgo.

—Debes estar muy enamorado de Sydney como para organizar todo esto —la mujer de corto cabello me sonríe.

—Escucha —tomo asiento a un lado de ella—no quería decirte nada aún pero... —siento como una enorme sonrisa se dibuja en mi rostro.

—¿Qué? —dice contagiándose de mi sonrisa.

—Voy a pedirle que se case conmigo.

R O S S E

—Anne, ¿conseguiste lo que te pedí? —pregunto a mi oficinista.

—Sí. Esta es la dirección —tomo el papel con la dirección exacta. Esto tenía que parar.

Conducía por los barrios más bajos de la ciudad. Después de unos largos minutos el GPS marca haber llegado a mi destino. Observo mi entorno dando me cuenta que solo había pequeñas y viejas casas por todos lados. Me acerco a la casa amarilla de una planta para tocar la puerta. Todo parecía estar descuidado y sucio.

La puerta finalmente se abre, dejando lucir a un hombre de poco cabello y de apariencia bastante desagradable.

—¿Ted Morris? —el hombre asiente—Tengo un trabajo para usted.

SAFE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora