H A R R Y
Despierto por los murmullos que hay dentro de la habitación donde me encuentro. Mi abdome me duele y solo puedo sentir algo rígido que tengo alrededor de mi cintura. La luz hace que mis ojos se vuelvan a cerrar, atrayendo la atención de mi madre quien discute con mi papá.
—Harry, amor. ¿Cómo te sientes? —su voz es demasiado fuerte para mis oídos, haciéndome aturdir.
—Me siento muy cansado... ¿Dónde está Sydney?.
A pesar de que mi vista está algo nublada, puedo ver la expresión de mi mamá cambiar por completo.
—Hijo ella está aún en terapia intensiva. Al parecer la cirugía estuvo algo pesada para ella.
Mi padre responde haciendo que mi corazón comience a latir a mil por hora.
—Tengo que verla... —trato de levantarme, sin embargo el dolor es tan intenso que vuelvo a mi posición.
—¡No! ella va estar bien, tu debes descansar —mi mamá toma mi mano.
—¿Cuántos días estuve inconsciente? —pregunto.
—Dos días.
—Tengo que verla, papá tengo que ver a Sydney —una fuerza invisible me hace tomar fueras para tratar de ponerme de pie, sin embargo mis padres me lo impiden. Solo puedo sentir como la impotencia llega hasta mi de un golpe, el saber que ella está ahí por mi culpa me hace conspirar en contra de mi. —¡Suéltenme, necesito verla, por favor! —veo como los médicos llegan hasta mi tratando de tranquilizarme. Pero es imposible.
De pronto solo puedo sentir un pinchazo en mi brazo izquierdo. En ese momento puedo sentir como un sueño increíble me invade y como la fuerza que tenía hace unos momentos se desvanece poco a poco.
***
Despierto. La luz del día de había ido por completo. Veo el reloj pegado a la pared el cual marca las dos y media de la madrugada.
Suspiro tratando de sentarme a la orilla de la cama, el dolor ya no era tan intenso, sin embargo lo podía sentir.Mis pies tocan el frío piso del hospital para después caminar hacia la silla de ruedas que estaba a un costado. Con dificultad logro abrir la puerta. El hospital a estas horas parecía un desierto, en cada rincón podías ver a un médico tomando una siesta, podías escuchar gritos de la sala de emergencias.
Terapia intensiva quedaba a sólo unos metros de recuperación. No tardo ni cinco minutos en llegar hasta ella. Abro la puerta encontrando a dos personas mayores las cuales estaban en estado vegetal. Otra era una persona mayor la cual estaba despierta, sin embargo no se movía ni decía una sola palabra.
Finalmente, llego hasta la última de las camillas donde puedo verla. Ella estaba recostada mientras su cabello reposaba sobre sus hombros. Sus mejillas estaban tan rojas que apenas podías distinguir su color de piel. Sus manos estaban frías, aún así, tomo una de ellas plantando un beso.
Vuelvo a observarla. Las mangueras de oxígeno estaban sobre su rostro, pero a pesar de eso ella lucía increíblemente hermosa. No podía evitar que mi corazón latiera a mil por hora cuando la miraba.
Era algo mágico e impresionante cómo una persona podía cambiar totalmente tu vida, cómo podía una persona darle color a todo. Me había enamorado por completo de ella y quería gritarlo a los cuatro vientos. Era asombroso como a pesar de que ella no estuviera consiente me pudiera poner nervioso.
—Parece increíble, ¿no? —susurro mientras observo sus uñas, las cuales estaban pintadas de distintos colores pastel —Es increíble cómo alguien de pronto puede reiniciar todo tu chip. Jamás me había sentido así. Tan vivo. A pesar de estar muriendo por dentro. Tu llegaste a mi vida y... Fuiste como un solo rayo de luz atravesando toda mi oscuridad. —observo a Sydney. Ella seguía dormida, sin embargo, extrañamente sentía como si pudiese escucharme. —Me salvaste la vida... Y eso es algo que ni en diez mil vidas voy a terminar de pagarte.
—Ojalá pudiese estar sano, para poder tener una larga vida juntos. Siempre soñé con tener dos hijos, un pequeño y una niña, tener una gran casa cerca de la playa, envejecer en el campo y sé que la muerte es la única cosa que tenemos asegurada, así que me gustaría morir de vejez, sabiendo que tuve a la chica más linda de todo Nueva York.
Vuelvo a tomar su mano la cual ahora estaba tibia.
—Y no sé qué va ser de mi mañana, pero quiero que tu estés ahí. —veo como las lágrimas comienzan a caer sobre la mano de Sydney. —Y no sé en qué momento pasó... Solo sé que te amo profundamente. Recuerdo el día en que te conocí —sonrío—Jamás imaginé que esos calzoncillos de Spiderman serían mi amuleto de la suerte —una pequeña risa sale de mi boca por inercia al recordar ese momento.
Después de unos segundo observando su mano. Me giro para volver a verla. Mi corazón late y una sonrisa se dibuja en mi rostro al igual que siento como las lágrimas brotan sin cesar de mis ojos cuando la veo despierta. Ella me mira mientras me sonríe como siempre suele hacerlo.
—Sydney, volviste —susurro entre lágrimas.
—También quiero tener una casa cerca de la playa —susurra pero aún así logro oírle.
—¿Qué? —pregunto confundido.
—Te escuché —sonríe—siempre bromeó con tus calzones, pero realmente los amo —río—y te dije que no te liberarías de mi tan fácil —su voz es baja y corta pero aún así, me hace reír. —Te amo, siempre lo haré —siento su mano apretar la mía—Y no sé que vaya ser de ti mañana... Pero voy a estar ahí.
Sus palabras entran por mis oídos como música fina y resonante, quedándose completamente grabadas en mi corazón. Era ella, sabía que solamente era ella.
—Sydney Roberts —digo firme—juro que un día serás mi esposa y te diré algo —tomo sus manos para después plantar un beso en ellas—voy a sanar, y voy a trabajar como militar para poder darte todo lo que mereces, tendremos hijos que amarán spiderman y viviremos felices, lo prometo —Sydney sonríe, y es todo lo que necesitaba para estar bien. Ella.
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SAFE [H.S]
Hayran KurguEn esta primera parte, nos narra la historia de Harry (Harry Styles), quien es un chico de 21 años, su vida gira al rededor del dinero y hospitales. El hijo perfecto pero con una enfermedad terminal, él tratará de enfrentar los retos que la vida y s...