T1:E5: E N C U E N T R O

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—Hola... ¿cómo te sientes? —escucho la voz de Sophia a mis espaldas.

—Estoy cansada. —respondo.

—Quédate en casa hoy, yo te cubro —me giro para ver a mi mejor amiga sonreír desde la puerta de mi habitación. No hago más que asentir a su propuesta.

Me giro nuevamente a la posición en la que estaba, abrazando la almohada dándome cuenta de que era la única compañía que podía tener. Mis lágrimas no tardan en hacerse presentes, quisiera olvidar, quisiera comenzar de nuevo. Pero era algo imposible, esta era mi vida ahora y no podía hacer más que aceptarla.

H A R R Y

—Inhala... -dice la doctora Brown mientras me observa con atención. —exhala -hago caso a su orden algo irritado. —¿entonces no paran los dolores?

—No, cada tres o dos noches despierta por el dolor, es increíble esto doctora Brown, nueve años y no han podido encontrar una cura para mi hijo.

—Mamá... No está en las manos de la doctora Brown, sólo cálmate—observó a mi madre quien muestra cada una de sus marcas de expresión.

—Señora, Styles. Debe entender que el cáncer es una enfermedad que es muy difícil de controlar cuando no se trata a tiempo, lamentablemente el caso de Harry está muy avanzado, el tumor en el cerebro crece cada vez más. Sólo puedo someterlo a otra...

—Quimio -interrumpo su oración. - ¡Que se joda la quimio, quiero ir a casa! —mi cuerpo parece actuar por sí solo, bajo de la camilla para dirigirme a la habitación donde se encontraba mi ropa, estaba cansado, estaba irritado. Solo me podía preguntar por qué carajos pude llegar a este mundo si iba a sufrir de esta manera. Mis manos sujetan fuertemente mi cabello tratando de controlar la impotencia que tenía dentro.

Desde que enfermé siempre he tenido días malos, días de bajo rendimiento según las palabras de la doctora. Yo los llamo días de mierda, donde simplemente quiero que me dejen solo, días donde solo quiero estar en casa en mi habitación jugando cualquier videojuego.

Cuando enfermas es casi imposible tener días buenos, son como destellos de luz donde puedo decir que estoy bien, pero hoy solo quería estar solo.


***

Después de un rato seguía ahí, probablemente mis papás estaban afuera. Sabían que en este tipo de arranques no debían molestarme. De pronto puedo escuchar pasos en el consultorio, no le tomo importancia hasta que una voz femenina se hace presente.

—¡Doctora, Brown!, traje su comida —siento mi corazón latir fuerte, era ella de nuevo.

Me levanto rápidamente para salir de la habitación, me aseguro de que mi cabello esté bien y de no volver a traer esos estúpidos calzoncillos del día anterior. Sin embargo, al salir me topo con una chica baja de estatura y melena rubia. Ella me mira confundida, probablemente por la enorme sonrisa con la que salí esperando encontrar a la chica de ayer.

La chica sale de la habitación no sin antes mirarme como bicho raro. Proceso por unos instantes y pienso, quizá conoce a la chica y pueda decirme donde encontrarla. Salgo corriendo hacia afuera, pero me topo con mamá lo que me impide avanzar.

—Harry, ¿qué haces, a dónde vas?

—Solo quiero —trato de seguir a la chica rubia pero mi madre me detiene.

—Necesitamos hablar.

—¿Qué ocurre? —pregunto.

—Harry. Entendemos tu frustración, sabemos que esto es difícil para ti. Así que, les comentaba a tus papás que hay un terapeuta muy bueno cerca de la calle broadway, te servirá para expresar tus emociones y...

—¿Terapeuta?, ahora estoy loco —miro a mis padres quienes mantienen la mirada baja.

—No, cielo. Es para ayudarte. Créeme, es muy bueno, no lo veas como un terapeuta, sino como un amigo.

—Pues no voy a ir —digo cruzándome de brazos.

—Harry sé que ya eres mayor y puedes tomar tus propias decisiones, pero de verdad queremos ayudarte —dice papá

—Si quieren ayudarme solo déjenme solo, ¿de acuerdo?, ¡no iré y punto!

***

—¿Estás emocionado? —mi madre pregunta mientras conduce

—¡Pero claro que sí!, estoy tan emocionado de contarle a un extraño mis sentimientos y que estoy muriendo —mi madre nota el sarcasmo en mi voz así que solo puedo ver como rueda los ojos

—Esto va a ayudarte, lo sé.

—No quiero ayuda, solo quiero disfrutar mis días de vida teniendo sexo y embriagándome hasta perder la conciencia.

Un silencio invade el auto cuando mamá no aguanta la risa, ella detestaba mi sentido del humor, pero aun así reía solo quizá para hacerme sentir mejor.

—Es estúpido, mamá —bufo negando con mi cabeza cuando llegamos al lugar

—Solo inténtalo... Quizá tu vida puede cambiar cuando menos lo esperes. —frunzo el ceño al escuchar las palabras de mi mamá.

—¿De qué novela sacaste eso, dime? —sonrió.

—Hijo te amo, pero sal del auto —dice devolviendo me la sonrisa.

Bajo del auto colocándome mi viejo gorro gris afelpado que amaba con el alma, el frío en fechas navideñas de Nueva York era intenso.

Rápidamente entro al edificio sacudiendo los copos de nieve de mi cuerpo. Me dirijo hasta el ascensor oprimiendo el botón D. Cuando llego me encuentro con una cómoda sala de estar, totalmente vacía.

Salgo del ascensor caminando hasta la puerta del consultorio. Sobre una de las paredes había un marco de fotografías, parecían chicos que habían estado aquí antes, había una frase justo en el centro del cuadro con las palabras "Aprende a vivir", ¿es en serio?

Ruedo los ojos cuando siento un golpe en mi hombro, al parecer alguien había salido rápidamente de la habitación. Me giro para ver a una pequeña chica dirigirse al ascensor.

De pronto, cuando las puertas de éste están a punto de cerrar la veo, era ella, estaba ahí de pie mirándome, ella sonríe para después saludar con su mano derecha, sabía quién era yo. Tenía que alcanzarla, tenía que saber al menos su nombre.

SAFE [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora