C A P Í T U L O | 02

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02.- Vigilado

Aristeo Hayes

Nunca había sido muy bueno poniendo atención en clases, de hecho, nunca pongo atención en clases, me distraigo con mucha facilidad.

Mejor dicho, prefería escuchar en clases, no podía mirar un punto fijo, pero si escuchaba al menos así aprendería algo.

Era difícil para mí quedarme quieto, no sabía si se trataba de una especie de ansiedad o parecido, pero nunca podía quedarme haciendo la misma cosa, estar parado o sentado cuál soldado, no entraba en mi vocabulario, siempre tenía qué hacer algún movimiento o me desesperaba.

Además de que, solía pensar mucho las cosas, perderme en mis pensamientos y alejarme de la realidad, como si pudiera desconectarme de esta dimensión.

—¡Aristeo! —me susurraron entre dientes.

Volví al mundo real.

Giré a mi derecha, viendo a Cosette llamar mi atención.

—¿Qué?

—¿Tienes un dulce? Muero de hambre y aún no se acaba la clase.

Negué. —Puedes salir a comprar algo, al profesor dudo que le importe.

—Es que no quiero ir —dejó su cabeza en la mesa que acompañaba la silla—. A ti no te gusta la clase de idiomas, y yo necesito mejorar mi inglés.

Me miró con ojos de cachorro, a pesar de que tampoco tenía muchas ansias de levantarme de mi lugar, prefería ir a caminar que quedarme sentado escuchando a alguien hablar en un idioma del cual no sé nada.

Estiré mi mano a ella. —No pienso pagar.

Soltó un chillido, y de su billetera, me tendió el dinero suficiente para comprar una comida completa.

—También cómprate algo a ti y a Elian, aún le debo un paquete de galletas.

—Hecho —aseguré.

Me puse de pie, miré que detrás de mi asiento, en efecto estaba un Elian dormido.
Salí del salón de clases sin problemas, afortunadamente, en la universidad cambian varias cosas, y aquí ya no se necesitaban permisos para salir, con tal de no interrumpir al profesor, podías presentarte o no.

Me di a la tarea de caminar por los pasillos, rumbo a la cafetería que afortunadamente siempre estaba dispuesta a vender más cosas además de la comida normal.

Algunas personas me saludaban al andar, de las cuales, no conocía a nadie, pero ellos parecían conocerme a mi totalmente.
No me quedaba más que devolverles el saludo, acelerando el paso, llegue a una cafetería casi vacía.

Había un grupo de chicas sentado en una mesa, una posible pareja en otra, y finalmente, mis ojos pasaron a una de las mesas más cercanas a una pared.

En ella, estaba sentado aquel chico de mirada siniestra y piel morena.
De nueva cuenta, su atención estaba en un libro, lo único que había frente a él era una botella de agua y una bolsa de maní.
Estaba con su cabeza agachada por la atención puesta al objeto, se veía tan concentrado.

Esa misma palpitación rara en mi pecho de ayer que lo observé en las gradas, regresó.
No entendía muy bien por qué me causaba mucha inquietud verlo, pero, parecía que tenía un letrero gigante imaginario que decía "NO TE ACERQUES", y que evidentemente debía tener armas y cuchillos alrededor advirtiéndome que ni siquiera lo mirase.

Pasé a comprar lo que debía, galletas, chocolates, una bolsa de maní, y gomitas, lo suficiente para que Elian y Cosette no quisieran comerme la mano.

BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora