C A P Í T U L O | 07

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07.- "Motel"

Aristeo Hayes

Desde que salimos del estudio, pensé que al llegar al motel, todo se volvería incómodo, que iba a recapacitar y evitar que esto sucediera.

Y para nada tuve razón.

La llave de la habitación fue dada a nosotros, decir que estaba nervioso era poco, si cuando se lo propuse sentía que iba a explotar mi estómago, ahora estoy a nada de salir corriendo para evitarlo.

¿Cómo no sentirme nervioso? Si justamente acababa de ducharme tal como Bryant lo había sugerido.
Era de esperarse que los moteles tuvieran batas de baño.

Miré mi cabello en el espejo del baño, ¿Debería peinarlo?
No, ¿O sí?
¿Para qué lo haría?

Ah, ¡Cuánta presión mental!

Hayes, está bien si no te sientes seguro, te regresaré a casa si prefieres —escuché del otro lado de la puerta.

—Está bien, ya casi salgo —informé.

¡No quiero salir!

Respiré hondo en varias ocasiones, de cierta manera, esto era lo que yo quería, cuando recordaba por qué hacía esto, entendía que simplemente era la curiosidad que siempre me invadió.

Bryant lo había dicho cuando se enteró, si tenía una curiosidad, tenía que descubrirla, no ganaría nada solo diciendo que quiero saber algo sin intenta.

A final de cuentas, yo quería tener sexo con Bryant O'Donell, para que de una vez por todas esta abrumación se vaya.

Me acerqué a la puerta, afortunadamente aún tenía la ropa interior si es que algo me ordenaba salir corriendo.

Mentiría si dijese que en el camino, no tuve algo de temor de que él moreno hiciera algo malo al llegar, creí por un pequeño momento que esto resultaría mal, y qué tal vez él haría algo que no quisiera.

Pero en cuanto noté su forma tan educada de traerme, y más que nada, al recordar la mirada en sus ojos cuando me contó la historia de aquella serpiente; olvidé todo lo malo.

Bryant no era una serpiente venenosa, porque nunca ha atacado a nadie.
Y eso lo estaba aprendiendo conforme más lo pensaba.

—No quiero que te sientas obligado, no tienes que hacerlo si no quieres.

Justo cuando acabó su frase, yo abrí la puerta, él moreno ya no estaba ahí enfrente, estaba en lo que parecía ser la única cama de la habitación.

Y la imagen que tenía... Dios.

Nunca había visto a Bryant sin camisa, y ahora lo estaba presenciando.
Él chico había dejado su camisa blanca en alguna silla, y él solo estaba sentado en la orilla de la cama, su pantalón y botas aún permanecían en él, así como sus cadenas.

Sabía que además de leer, él acudía al gimnasio como cualquier persona que puede tener ese cuerpo atlético y sexy.
Sus brazos se marcaban, ahora veía mejor su pecho y hombros, dándome cuenta que no solo sus brazos son los que están cubiertos de tinta. Y como lo esperaba, la piel debajo de sus camisas y chaqueta era de un tono moreno.

Me acerqué impresionado, sin siquiera avisarle, quería ver sus tatuajes, me parecían tan atrayentes, quería tocarlos.

—Qué rapidez —dijo sarcástico ante mi tacto, elevando su vista.

—Se ven geniales —confesé—, wow...

Puse atención a sus hombros, clavícula y una parte de su cuello.

BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora