C A P Í T U L O | 43

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43.- "Bienvenida"

Narrador Omnisciente

Si algo odia Bryant, es la alarma.
No solía poner una alarma para despertar, su cuerpo estaba acostumbrado y siempre se levantaba puntualmente.
Sin embargo, ya había pasado una semana que no lograba dormir bien.

Desde hace una semana que Hayes se fue, y que Bryant se había enterado de la cercanía de su hermano menor; O'Donell no dejaba de sobrepensar por la noche.

Fue una semana algo pesada por las noches, sin embargo, el día de hoy era sábado, apenas amanecía, y Bryant se veía obligado a no poder moverse porque había otro ser en su cama.

Lo intentó, de verdad intentó no caer en la tentación mientras Hayes no estaba. Pero había conocido a este alguien, y ahora había pasado todas las noches con él.

Este ser era nada más y nada menos que el cachorro que salvó en el estacionamiento.
Decir que el cachorro encontró un hogar pronto, sería mentir. Pues a pesar de que Jareth estuvo ayudando a conseguir a alguien que quisiera adoptarlo, al final no lograba mucho.

Eso conllevó a que poco a poco, Bryant se encariñase con el pequeño perro.

Acababa de despertar, y se percató de que este ser vivo dormía sobre su pecho desnudo, debido a que O'Donell no solía dormir con camisa. Ahora estaba obligado a quedarse ahí hasta que despertara.

—¿Te das cuenta que si Aristeo llega de sorpresa, esto cuenta como infidelidad? Me va a degollar y a ti posiblemente también —su tono de voz era bajo para no despertar al pastor alemán.

Al cachorro le daba igual, él estaba cómodo, y realmente, la energía de O'Donell le daba plena confianza, sabía que este ser humano no iba a hacerle daño.

El de piel canela siguió encerrado en esa cárcel llamada "No quiere despertar al cachorro".

Pese a eso, su mente se hallaba ocupada pensando en lo de hace una semana, la idea de saber sobre su hermano no salía de su cabeza. Aunque nadie se lo creyera; Bryant no sabía qué pensar con claridad. Ciertamente no se esperaba nada de esto, y el coraje que tenía hacia Narciso incrementaba.

Claro que iba a buscarlo en algún momento, e iba a conseguir respuestas de porqué tuvo tanta obsesión con él y con apartar a Aristeo.

Es decir, ¿cómo alguien podría querer hacerle daño a Aristeo? Él era todo amor y ternura, los únicos que quisieran hacerlo sentir mal o pasarla mal, serían personas llenas de envidia porque él era sencillamente encantador.

Para Bryant, el simple pensar en un Aristeo sonriendo con esa manera angelical que tenía; provocaba que quisiera ocultar su rostro por el sonrojo que le daba, como un adolescente ilusionado, incapaz de poder pasar por alto ese hermoso rostro.

Pronto se levantó de la cama cuando el cachorro también comenzaba a ser consciente del nuevo día.
Como era costumbre; dejaría al can en el departamento, cubriendo sus cosas importantes y dejándole uno que otro juguete para morder, algún alimento duro para masticar y su respectiva agua y zona abierta para sus necesidades.

Afortunadamente era como si el cachorro entendiera las reglas que Bryant le dio cuando lo recibió en casa.

Aunque tuviera mil problemas en su cabeza, no podía darse el lujo de solo quedarse en casa y esperar a que todo se resuelva.

Tan solo una semana, y sentía que Aristeo ya había estado lejos mucho tiempo.

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BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora