C A P Í T U L O | 32

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32.- "Visita Cálida"

Aristeo Hayes

Decir que estaba feliz, era poco.

Ahora mismo, podría mencionar todos los sinónimos de alegría y felicidad que Bryant me enseñó o que he aprendido, y ninguno se comparaba con la verdadera emoción que había en mi cuerpo.

La mujer y el hombre enfrente, eran las personas de tercera edad más tiernas que había visto alguna vez, sonreían con mucha euforia al recibir a Bryant, y sus pequeños cuerpos podían moverse un poco más rápido para abrazarlo.

En esta biblioteca algo antigua, ellos vinieron a nosotros, la mujer saludó a Bryant, el hombre a mi, y después intercambiaron papeles.

—¡Pero mira, qué fuerte y alto estás! —exclamó la mujer de canas al ver a O'Donell.

Él asintió un poco avergonzado, pero finalizó aceptando un abrazo de parte de ella.

Las cosas que habían sucedido esta última semana, sin duda era algo que aún me afectaba en la mañana al despertar, el resto del día, y por la noche antes de dormir.
Seguía teniendo secuelas de ese miedo por ser tocado.

Si antes me empezaba a gustar salir con ropa más corta a comparación de la que usaba antes, ahora no deseaba poner un pie fuera de mi departamento sino tapaba bien mi torso y piernas.

Haber recibido el apoyo, de mis amigos, Delia y Bryant, estaban siendo de gran ayuda. Lo único que yo quería y planeaba lograr; era que mi vida regresara a lo que fue antes de esa tarde en el callejón.

Así que, estar aquí, con personas a las cuáles Bryant les tenía cariño, me hacía feliz. Porque se notaba a primera vista que estas personas tienen mucho amor por compartir.

Solo que, yo venía con una idea, que quizá Bryant me presentaría como un acompañante o un amigo.

—¿Y quién es este muchacho tan guapo? Tiene unos hermosos ojos claros —anunció la mujer con esa voz de mujer mayor. Tierna.

Así, el hombre también me veía curioso, pero sorprendentemente, no había ninguna expresión seria.

—Gracias —les dije, volteando a ver a O'Donell.

—Él es Aristeo —empezó a hablar Bryant—, Aris, ellos son mis padres. Grace, mi madre. Y Magus, mi padre.

—Un placer conocerlos —asentí.

—Y, él es mi novio —soltó sin más—, cuando me llamaron diciendo que querían verme, aprovechamos para presentarlos.

Sus padres nos miraron unos segundos, algo impresionados.

«Ay, no, por favor».

No los conocía, ellos no me conocían, no tenía idea de cuáles eran sus formas de pensar. Es más, ni siquiera sabía que ellos existían.
Claro que sabía de sobra que no eran sus padres biológicos, no se parecen en nada, y Bryant dijo que estaban en Alemania, además de darlo con un claro tono de desprecio. Por lo que he de suponer que si ellos estuvieran cerca, Bryant jamás me llevaría a conocerlos pues no los considera importantes.

Sin embargo, ahora mi preocupación era una.
¿Y si ellos no nos aceptan?
¿Y si esta visita termina siendo una mala situación?

El hombre se acercó a mi, al igual que la mujer, me vieron detenidamente unos pocos segundos, y después me dieron una expresión facial que había respondido todas mis dudas.

Me sonrieron.

—¡Qué alegría conocerte, querido! —se alegró la mujer de vestido largo—, si me permites decirlo, tienes un rostro muy lindo, y eres adorable. ¿Cómo estás, cariño? ¿Quieres agua?

BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora