C A P Í T U L O | 59

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59.- " Barranco "

Narrador Omnisciente

Aristeo era lo más parecido a un ángel cuando dormía.
Pero cuando se despertaba, no había poder humano que pudiera cerrar su boca. Y a Bryant eso le gustaba mucho.

El viaje había durado tres horas hasta ahora. Media hora de charla, una hora de Aristeo dormido hasta la médula, y hora y media de volver a hablar, de escuchar música y planear si debían comer algo.

Se detuvieron en un pequeño restaurante buffet, luego de degustar un buen desayuno, continuaron su camino por carretera libre, pasó al menos una hora, y pronto se estaban adentrando a un camino que Aris recordaba.

La camioneta avanzó en manos de Bryant por un camino cada vez más pequeño y dejando de ser parte de la carretera.

El menor estaba cautivado por descubrir el paradero, miraba por la ventana, dándose cuenta de que en efecto, este camino ya lo conocía. Se encontraban acercándose a aquel pueblo en el que Bryant creció, mismo pueblo; Aristeo adoraba.

Bryant se detuvo en la entrada del pueblo, comenzando un camino de piedras lisas.

Claro que Aris no se esperaba que llegaran aquí, y su primera reacción fue ver lentamente a Bryant. Así que este era el lugar misterioso que debió adivinar.

—Me viste la cara todo este tiempo —acusó.

Curvó sus labios hacia arriba, estuvo a punto de hablar, pero el menor se adelantó con su pequeño drama bromista.

—No, no, no quiero oírte.

—Iba a decir algo romántico.

—Te escucho —automáticamente puso su atención en él.

—Nah, ya no es lo mismo —negó, ocultando su sonrisa burlona—, pero sí, suelo ver tu linda cara todo el tiempo, Aris.

A O'Donell no se le daba muy bien ser romántico en su totalidad. Pero con este chico era más fácil y placentero serlo.

—¿Eso significa que siempre lo haces? ¿Crees que porque soy bonito soy un tonto? —volvió a dramatizar.

Bryant miró a su Aristeo un momento, una expresión de burla se hallaba en ambos, pero había una pequeña tensión de risa.

Solo Aristeo era capaz de ser agradablemente molesto para Bry.

Silencio...

Silencio...

Silencio...

—Bésame.

La rápida voz de Bryant se combinó con forcejeos de parte de ambos en los que O'Donell quería besar a Hayes para callar su bonita y dramática boca, el cuál se negaba rotundamente entre risas.

—¡No! Suéltame —se opuso a ser besado.

Después de una no exitosa pelea de coqueteo, siguieron su camino, Aris volvió a ver lindas casas y puestos de personas que trabajaban en el pueblo, vio la panadería que tanto le había gustado, una iglesia, una plaza, tiendas pequeñas y todas esas construcciones rústicas.

Se detuvieron enfrente de aquel orfanato que conservaba muchos de los recuerdos más importantes de Bryant. Aristeo ya quería bajarse a saludar, quería ver de nuevo a los padres del mayor y convivir con los niños del lugar.

Contrario a su deseo, Bryant tenía otros planes.

—Voy a regresar, no bajes del auto.

El mayor se quitó el cinturón de seguridad y bajó de la camioneta, se integró al orfanato a pasos largos. Al entrar, lo recibieron la gran cantidad de niños y adolescentes que jugaban y corrían por ahí.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2023 ⏰

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