C A P Í T U L O | 33

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33.- "Noticias"

Narrador Omnisciente

Durante todo ese fin de semana, la convivencia entre Aristeo y Bryant, con los padres del segundo, fue sencillamente agradable.
Los dos hombres conocieron un poco más de Aristeo, y además, pudieron volver a ver su hijo.

Aristeo y Bryant disfrutaron de aprender cosas con libros, de pasear, de convivir con Grace y Magnus. Habían sido dos lindos días en los que estaban sin preocupaciones.

Hoy debían volver a la ciudad. Y Aristeo no quería.

No quería por varias razones; la estaba pasando bien en este lugar, aprendió mucho de varios temas en libros y desde la boca de Magnus, Grace y por supuesto, Bryant. También disfrutó pasear por el pueblo, probar comida casera, ver a los niños jugar. Pero, más que nada, disfrutó del trato que recibió de parte de los dos adultos mayores.

El cariño con el que los padres de Bryant lo recibieron y lo habían acogido, era algo que Aristeo había apreciado mucho, pero, él no entendía por qué ese cariño que recibió de parte de ambos, era algo que se sentía extrañamente reconfortante.

Hayes no tenía idea de cómo, sin embargo, esos dos señores lo hacían sentir querido, y querido de una forma que él no sabía que estaba esperando.

Claro que, en todo lo bueno, hay algo malo.

Aristeo aún no sabe por qué escuchó a Bryant decirle "Te voy a extrañar" antes de quedarse dormido. La mañana siguiente de esa noche, Hayes tenía la esperanza de que solo haya sido su imaginación o parecido, pero no, él sí lo había escuchado.

También quería creer que quizá fue un mal sueño de Bryant, quizá él también se estaba quedando dormido en ese instante.

Después de haberse negado varias veces, Aristeo terminó aceptando que Magnus y Grace le permitieran llevarse el libro de Anika a casa, y que, en otra oportunidad, él lo devolvería.

Emprendieron su viaje a casa, la carretera volvía a ser extensa, habían hecho solo una parada para reponer combustible e ir a un baño.
El peligro de ir en moto era considerable, ir en carretera, era aún mayor. Afortunadamente, habían estado viajando por casi una hora y habían salido del pueblo muy temprano, por lo que no había tantos autos aún.

Hubo una zona en la carretera, en la que tuvieron qué detenerse, pues habían carriles de tren, y por lo tanto, un tren que estaba pasando en medio de la carretera.

Bryant estacionó su moto al lado de la moto de otra persona; llevaba ropa deportiva, un casco con colores negros y morados, así como la moto estaba de esos mismos tonos. Aristeo no sabía mucho de motos, solo sabía que la moto del otro chico; era grande y brillosa, parecida a la de O'Donell.

La experiencia de Aristeo en viajar en moto con Bryant, le hicieron saber que la forma en la que ambos sujetaban el manubrio y apoyaban sus pies, era porque iban a acelerar en cuanto el tren pasara.

—Ay, no —dijo Aristeo—, Bryant, hoy no tengo ganas de morir. Quizá mañana, pero hoy ¡No!

Bryant siempre había sido cuidadoso cuando llevaba a Hayes con él... pero él otro lo estaba provocando con la forma en la que fingía acelerar.

—Mejor sujétate, no pienso perderte antes de verte en lencería —soltó O'Donell.

Aristeo se abrazó a Bryant y se volvió creyente.

Aparte, la insistencia del oji-caramelo por verlo así, le daba las fuerzas para... no morir.

Por ley, ambos motociclistas esperaron a que el tren despejara la carretera por completo, para que ninguno tuviera ventaja.

BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora