C A P Í T U L O | 09

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09.- "Advertencia"

Aristeo Hayes

Mi cama estaba demasiado cómoda, había conciliado el sueño de buena manera, aunque no recordaba haber dormido.

Sorpresivamente, ni siquiera tuve dificultad en despertar, lo primero que ví al abrir los ojos, fue que estaba en una habitación polvorosa, había tonos cafés, sucia, con muebles viejos y pieles de animales usadas como sábana, alfombra e incluso como una especie de puerta.

Parpadeé varias veces, ¿Dónde estoy?

Me levanté confundido, había un extraño clima fresco sin llegar a ser frío, pero al mismo tiempo existía un calor abrazador cuando salí de lo que parecía ser una choza, el sol me cobijó, y la luz me dejó observar que estaba en una zona selvática, y había más de estas chozas alrededor.

Pero no había nadie aquí afuera.

Comencé a caminar dudoso, apenas me daba cuenta que estaba vestido como si de un hombre de la selva se tratara, con taparrabo de alguna piel de animal, incluso mi propia piel tenía algunos dibujos como en el torso, parecía como si un animal hubiera arañado esta zona, lo cual no sentía, solo era el dibujo de mi pecho desgarrado.

Ahora, ¿Dónde y por qué?

Y si esto era un pueblo, ¿Dónde están las personas?

—¿Qué haces ahí afuera? ¡Escóndete! —escuché desde una de las chozas.

Ni siquiera podía verle la cara, parecía que solo era una persona desconocida, la cual estaba detrás de una de esas puertas de piedra, solo dejando ver su frente y ojos.

¿Por qué? —dudé.

Anika está aquí —añadió, volviendo a entrar sin decir nada más.

Por alguna razón, mi piel se erizó al escuchar el nombre.
Pero no era por miedo, era porque... Quería saber dónde estaba, quería ver a Anika por primera vez.

Hice caso omiso a la advertencia de esa persona, y caminé lentamente por todo el lugar, pisando la tierra, o el simple camino de piedra natural.

Así fue, hasta que al pasar por otras chozas, encontré la figura de una serpiente negra arrastrarse por la mitad del camino con calma, su cabeza alta, su atención solo en andar adelante.

Anika.

La seguí sin esperar nada, había algo en ella que me hacía estar detrás suya, quería verla de cerca, saber la verdad sobre si era mala como decían, o si solo era un malentendido.

Me di cuenta que al seguirla, empezamos a abandonar el pueblo, y nos dimos entrada a una selva, en la que Anika parecía más libre de andar, no como en el pueblo que ella iba en una dirección recta, aquí ya podía arrastrarse a dónde quisiera.

Ni siquiera yo sabía cómo podía estar por este lugar de forma tan profesional, yo jamás había vagado por una selva y ahora era como si viviera aquí de toda la vida.

Me detuve detrás de la serpiente, ella subió a un árbol gigante, en él que su cuerpo giraba en una de las ramas, y finalmente se dispuso a quedarse ahí.

Claro que, me vió en cuanto su vista estuvo hacia acá.

Veía su ojo negro, y el otro amarillo con esa distintiva pupila.

Yo sé que no eres peligroso —comenté sincero—, nunca dañarías a nadie, ¿Verdad?

Me acerqué lentamente, hasta estar más o menos a la misma distancia de aquella rama, dónde elevé mi mano, quería tocar a Anika.

BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora