C A P Í T U L O | 34

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34.- "Hablemos"

Narrador Omnisciente

Una camioneta de último modelo color azul oscuro, se estacionaba en dónde correspondía su lugar todos los días.
El conductor estaba meditando antes de bajar de su vehículo, hoy tenía que atreverse sí o sí.

Basta de pensar en él y agobiarse en las prácticas.
Basta de verlo desde lejos y no hablar por miedo.

El día de ayer, Ionel había pasado mucho tiempo solo en su habitación, pensando sobre su situación. Él ya lo sabía, pero algo le gritaba que quería escucharlo de la voz de ese chico.

Quería escuchar que Elian era el mismo chico del club, y planeaba decirle lo que pasó en la playa.
Esos labios sabor a fresa no se probaban en otro lado más que en ese tailandés, y realmente, lo único que Ionel quería era decírselo, después de eso, intentaría conocerlo más si es que las cosas no resultaban mal.

Para Rutland, Elian era la persona con el misterio más encantador que ha visto.

Eli era como un intenso fuego que no podía apagarse con nada, pero lo más interesante, era que parecía una llama que nadie sabía de dónde provenía, ni cómo fue causada.
Ionel solo quería saber de él, entender por qué es cómo es, las cosas que le gustan, lo que quiere, lo que odia. Absolutamente todo.

Pero antes de eso, necesitaba hablar con otra persona.

Bajó de la costosa camioneta después de poner su mochila sobre su hombro, cerró la puerta del piloto y guardó sus llaves.
Comenzó a caminar bajo el sol mañanero, su mirada iba baja, estaba nervioso.

La última vez que vio al "bailarín del club", lo había dejado en "su casa". O cerca de esta.
Esa noche, Strawberry subió a su auto y cuando bajó, además de arrebatarle un beso en la mejilla, el menor tuvo la distracción de dejar caer un pendiente de su oreja en el asiento, era un pendiente de un cristal rosado en forma de un sol a la mitad.

Eso quiere decir, que él dueño de este pendiente debe tener algo similar a esta figura.
Y si Elian tenía alguna reacción al verlo, entonces Ionel se veía en la necesidad de pedirle que hablaran seriamente.

El día comenzó, las personas saludaron a Ionel mientras esté buscaba por los pasillos a cierto tailandés que robaba miradas, y que ya hace semanas se robó su atención y sus días de tranquilidad.

Todo referente a Elian, quería resolverlo luego de las clases, así que debía esperar, y primero quería hablar con Aristeo.

Mientras caminaba por el pasillo, una mano se postró en su hombro.

—Hey.

Ionel volteó a ver, y sin dejar de caminar, aquella persona habló a su lado, era un chico castaño que simplemente se trataba de uno de sus amigos.

—¿Vamos a tener prácticas hoy? Tengo una cita y no quiero pensar en qué excusa voy a dar por faltar.

—Ah, no, no habrá prácticas. El entrenador dijo que solo habría el viernes porque iban a darle mantenimiento a las canchas toda la semana.

—¡Sí! ¡Gracias y hasta pronto!

Ser capitán era algo cansado, y a veces creía que solo le hablaban cuando necesitaban algo.

Para alguien tan influyente y de alta economía como Ionel, decir que tenía aunque sea un amigo real, era un sueño no cumplido.
Y no solo se refería a amistades, también tenía malas experiencias amorosas con personas que él creía honestas, pero era más real la cantidad de dinero que gasta en sus parejas, que el amor que le dan.

BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora