C A P Í T U L O | 20

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20.- "Recuerdos"

Narrador Omnisciente

Elian quitó su máscara de su rostro desesperadamente, otro día más de trabajo, afortunadamente hoy no tuvo qué hacer ningún servicio privado que no pasara de los besos.

Comenzó a poner su ropa por arriba de él, estaba cansado, y Cosette aún no terminaba, por lo que esperaría en el camerino hasta que la chica apareciera, de ninguna forma iba a dejarla sola.

La vestimenta de conejito en su cuerpo era incómoda cuando salía a la calle, pero tenía qué llevarla puesta debajo de su abrigo, era arriesgado dejarla en los camerinos ya que, en la experiencia personal de Cosette y Elian, había otros bailarines que entraban a destrozar sus atuendos por mero gusto o envidia.

Peinó su cabello, dejando que ambas partes cayeran a los lados por su corte de cabello.
Se miró al espejo detenidamente, admirando su belleza, Saeli era muy vanidoso en realidad.

Creyó que la persona que tocó la puerta sería su amiga, pero cuando le dió la señal para dejarla pasar, suspiró irritado, pues si el supervisor entraba, solo era para decirles que tenían qué hacer algo privado, eso sucedía todos los días, sin embargo, él creyó que ya había terminado por el día de hoy.

—No me digas —negó—, tengo qué ir.

Él moreno asintió. —No vas a tardar, es un cliente que... Bueno, solo quiere verte jugar.

Elian sabía lo que eso significaba, le causaba gracia y molestia que el supervisor no fuese capaz de decirle las cosas cómo son, era claro que aunque tuviera tiempo de trabajar aquí, aún así había esa vergüenza de decir palabras realistas.

—Se llama masturbación, Mag —lo nombró—, que no te dé vergüenza decirlo, es normal.

Él chico hizo un puchero. —Es difícil.

Elian sonrió, tomando otra vez su máscara blanca de un bonito diseño.

—Bueno, empieza a quitarte esa pena si quieres conquistar a Venus, porque créeme que un tipo con miedo es suficiente para que ella no esté contigo —finalizó simpáticamente—, tómalo como una crítica constructiva.

—Yo jamás le diría ese tipo de cosas, no la veo de la forma que todos lo ven —confesó.

Elian emitió un sonidito de ternura. —Te creo, pero aún así, tienes que tener más confianza para hablar de cualquier tipo de situación.

Se despojó de su abrigo mientras aconsejaba al chico, realmente, poco a poco este trabajo le disgustaba.
Le gustaba la parte en la que tenía que salir a bailar y usar ropa corta, provocar erecciones y fantasías, pero el hecho de acostarse con tantos era algo que ya no le agradaba mucho, hace tiempo no sentía la misma excitación en el sexo que antes.

Poco a poco, ese deseo distinto en cada persona a la que iba a una cama, dejó de ser placentero, ahora esperaba lo mismo de todos.

Solo que, en los últimos cuatro días, lo único que su cerebro imagina a la hora de hacer algo sexual con un extraño por su trabajo, es imaginarse que un pelinegro volvía a comerse su cuello y derretirlo mientras estimulaba su miembro.
Claro que no podía olvidarlo, seguía avergonzado por haber permitido que Ionel hiciera eso con él, y lo peor del caso, es que aquel involucrado ni siquiera se había aparecido aún, no lo había visto correr por calle en la mañana o en la tarde, y al no tener su número, era incapaz de esperar un mensaje.

Elian se debatía en si debía buscarlo y disculparse por permitir lo que sucedió, por otro lado, no quería decirle a nadie que no fuesen sus dos amigos, que trabajaba en ese club, no por vergüenza, pero él sabía que era mejor evitar que se metieran con sus amigos, porque conocía a la gente, y sabía que serían capaces de molestar a Cosette y Aristeo.

BRYANT ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora