Capítulo 6

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Daniel

Después de pasar el fin de semana con mi familia regreso a la vida cotidiana de siempre. La amiga de mi mamá, es una cocinera sensacional, llevo una lasaña que es de las mejores que he probado en mi corta vida.

Su hija no pudo ir. Todos aseguran que nos conocimos en el baile de mascaras de hace unos años. Esa noche es un tema tenso que a nadie le gusta hablar en mi presencia, y si se hace es con mucho cuidado de que mencionar.

Ni que fuera a llorar.

Perdido en mis recuerdos borroso, escucho como suena mi celular mientras entro a mi oficina. Mi hermana.

¿Chismesito?

— Hola hermanito.— Saluda alegre, últimamente anda muy alegre.

— Hola Adalia.— Contesto sentándome y moviendo el mouse para que se prenda el monitor.

— Solo un aviso rápido, el domingo vamos ir al club deportivo a desayunar, y cuando digo vamos me refiero a ti también.— Pongo los ojos en blanco, cree que por ser tres años mayor puede darme ordenes. — Y no se te ocurra decir que no.— Dice antes de que pueda contestarle algo.

Seria bueno ir, sé que las ventas van bien, pero ver en persona no hace daño.

—Bien a las 10 nos vemos.— Contesto para finalizar la conversación y concentrarme en otras cosas. Por ejemplo la compra del mes.

— A las nueve de la mañana. — Contesta con un tono firme. — Dany... se que tu tiempo vale mucho pero hazlo por mi. — Murmura. Odio que me digan Dany. Pero es mi hermana y al final no puedo durar mucho enojado con ella.

— No me digas Dany, sabes que no me gusta, y si esta bien, deja de tratar de manipularme.— Contesto y suelto un suspiro.

— Eso es muy virgo de tu parte, bueno nos vemos el domingo, la mesa de siempre. — Se escuchan gritos y luego un llanto. Ruidos anticonceptivos.

— Bien adiós. — Cuelgo. Tengo citas que recorrer de mañana. — ¡Sol!.— Entra corriendo a mi oficina. — Cancela las citas de mañana tengo que ir a ver el nuevo edificio. – Simplemente asiente y se va cerrando la puerta tras de ella.

Recuesto mi cabeza en el respaldo de mi bella silla, con una gran sonrisa. 

Soy un maldito genio.

★★★★

Me gusta despertarme temprano. El día dura más. Puedo hacer mas cosas. Hoy por ser domingo no puedo generar mas dinero. Pero si llegar antes que mi hermana al club. Siempre tenemos esta competencia entre nosotros. Desde pequeños, son costumbres que no se rompen.

Mando un último mensaje a mi abogado para que arregle el desastre en el que estoy metido. Nunca fui de odiar a alguien pero ahora sí lo estoy haciendo. El día que hice la compra del edificio, alguien más la hizo al mismo tiempo, la pagina registro ambos pago a pesar de ser de diferentes personas. Ahora soy copropietario del edificio.y por lo que parece la otra persona no acepta el dinero para dejarme el edificio completo a mí.

Idiota.

Seguro es un tipo que va aprovecharse y decir que somos amigos y dueños del mismo edificio para conseguir reconociendo o una idiotez así.

Dejo el teléfono sobre la mesa al mismo tiempo que alcanzo a ver como la sonrisa triunfante de la cara de mi hermana se borra al ver que llegue antes que ella.

Son diez para las 9 y yo ya estoy aquí. Ahora sí el que sonríe triunfante soy yo.

Volteo a mi izquierda para no hacer sentir tan mal a mi hermana por la risa que estoy apunto de soltar. Nuestra mesa de siempre esta en un balcón del segundo piso del restaurante, deja una buena vista de los inmensos jardines que hay, al mismo tiempo de varias canchas de tenis, es temprano para verlas todas ocupadas, pero la mas cerca al restaurante se logran ver dos personas jugando. No puedo asegurar si están guapas o no, pero si puedo ver unas faldas cortas blancas en movimiento. La vista cada vez es más agradable.

Tal vez no sea mala idea venir todos los domingos.  

Mi hermana toma lugar frente a mí y a lado de ella Dustin. No traen a mis sobrinos.

— Buenos días. — Los saludo. — ¿Y los niños?.— Pregunto mientras hago señas a un mesero para que nos traiga el menú.

— Con mi mamá.— Contesta Dustin mientras sonríe y pasa su brazo derecho por el respaldo de la silla de mi hermana.

Puaj. Demasiado empalagoso.

Jamas haría tantas demostraciones. Menos en publico.  

— Oye, hay una cancha de futbol americano. Deberíamos hacer unos cuantos lanzamientos.— Dice mi cuñado  mientras acepta el menú que le ofrecen.

Aparte de que a ambos nos guste el hockey, los dos jugamos americano en la universidad. Diferentes universidades, nunca llegamos a competir entre nosotros. Pero era de esperarse que él practicara un deporte. Desde que lo conozco ha tenido un buen cuerpo como el mío. Atlético.

La diferencia es que su brazo izquierdo esta lleno de tatuajes y los tatuajes que yo tengo no son tan notorios al menos que traiga una playera de manga corta. Como hoy. 

— Claro, al que se le caiga mas veces invita la próxima vez.— Digo con una sonrisa, Dustin es un buen contrincante.

— Tenemos un trato.— Dice antes de que llegue el mesero y ordenemos.

Desayunamos tranquilamente y nos quedamos platicando otro rato. La mañana pasa tranquila. Sin sorpresas.

Pero eso cambio. 

INEFABLE©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora