Capítulo 22

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Daniel

Me despierto porque siento como algo se mueve debajo de mí. Rápidamente me doy cuenta que se trata de Stella. Prácticamente estoy sobre ella. Mis brazos rodean su cuerpo y mi cabeza descansa en su pecho. Medio cuerpo mío esta sobre el de ella y no entiendo como es que respira.

Sigue intentando zafarse de mi jaula de brazos sin hacer tantos movimientos. Aunque no puedo evitarlo y me río. Se da cuenta que estoy despierto y me trata de empujar ahora sin tanta delicadeza. Me da risa porque se ve tierna intentando. La abrazo mas fuerte y parece odiarme cada vez mas.

— Quitate, necesito ir al baño. — Dice y la ignoro mientras me acomodo mejor. — En serio Daniel.

— Bonita forma de darme los buenos días. — Sigo ocultando mi rostro ahora entre sus pechos. Es como mi propio paraíso. — Yo esperaba un beso o un mañanero para comenzar el día.

— Eww no. Ni siquiera nos hemos lavado los dientes. — Suena tan seria que comienzo a reírme. Aprovecha y me hace mas cosquillas y logra zafarse de mi. Levanta mi camisa del suelo y se encierra en su baño y regresa a los minutos. — Hay un cepillo nuevo en el lavabo. Te veo en la cocina para desayunar. Necesito darle su desayuno a Salem. — Sale del cuarto y yo me levanto y pongo mi ropa interior. Voy al baño y hago mis necesidades y veo el cepillo nuevo. Una vez listo voy a la cocina y veo que esta agachada haciendole cariños a Salem. Parece no escucharme porque sigue en lo suyo hasta que paso a su lado y le doy una palmada en su lindo culo.

Se voltea enojada pero se distrae cuando su gato camina a mi y empieza a maullarme. Lo miro desconcertado y volteo a Stella que nos mira con mucha ternura.

— Le agradas. Eso es raro, casi ningún hombre le agrada. — Se mira muy sorprendida mientras el gato se estira sobre mi pierna y a su paso me rasguña un poco. — Acaricialo, eso quiere. — Lo hago y el gato empieza a roncar.

— Mi hijo ya me quiere. — Continuo con la broma de ayer y ella solo niega mientras sonríe. — Ven con papi. — Me agacho y lo cargo. Salem se acomoda como un bebé recargandose en mi hombro y parece que Stella se va a derretir de amor.

— ¿Dormiste bien?. — Comienza a revisar algo en el refrigerador y yo sigo acariciando a Salem.

— Excelente, conseguí una almohada calentita y muy cómoda. — Niega pero sonríe. — ¿Y tú?.

— A mí me estuvieron aplastando toda la noche pero curiosamente descanse bastante.

— Yo también tenia días que no dormía muy bien. — Salem parece querer bajarse cuando ve el bote de leche que Stella saca. Lo bajo y corre hacia ella.

— Mi bebé hermoso quiere leche... — Empieza a hacerle mas cariños y no puedo evitar sentir ternura. Me encanta esta nueva faceta que conozco de ella siendo demasiado tierna.

Así seria con nuestros...

Mi conciencia me traiciona con ese tipo de pensamientos. Pero no puedo evitar las palabras de mi boca.

— Serias una mamá muy tierna. — Stella deja de consentir a su gato y se queda quieta. Hasta Salem voltea a verme como si hubiera cometido un grave accidente.

— Ehh si claro. Supongo. — Se queda unos segundos callada y luego vuelve a estar con su sonrisita. — Salem seguramente daría buenas referencias de mi siendo su mami.

— Stella... ¿te incomoda hablar de hijos?.— Regresa el bote al refrigerador y saca mas ingredientes.

— Simplemente no los veo en un futuro. ¿Tú si quieres hijos?— No puedo ver su rostro porque se esta moviendo por toda su cocina sacando cosas. — ¿Eres alérgico a algo?. — Se gira y me mira rápido.

INEFABLE©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora