Stella
Cuando Daniel llegó a mi departamento con su traje pensé que los dos teníamos diferentes conceptos de informal. Después de verlo cambiando con pantalones cortos de algodón, playera y tenis pude confirmar que todo le queda bien.
No soltó mi mano ni para abrir la puerta de su camioneta. Y cuando ambos estuvimos sentados puso su mano derecha sobre mi muslo izquierdo. Lo hizo con tanta confianza que parecía muy natural e íntimo. Estaba más cerca de mi rodilla, pero aún así, la sensación recorrió todo mi cuerpo.
No tener las cosas bajo mi control me ponía un poco nerviosa y a la vez me relajaba.
Sus palabras de hace rato mencionando que quiere algo serio conmigo siguen rondando en mi cabeza. Volteo a verlo admirando su perfil y me pongo a considerar la opción.
No pierdo nada intentándolo.
¿Verdad?.
Estaciona frente a una cabaña. O bueno un restaurante con temática de cabaña. Se apresura a bajar y yo también. Llega a mi lado y me frunce el ceño porque no deje que abriera mi puerta. Ruedo los ojos y agarro la mano que me ofrece. Llegamos al recibidor y puedo notar que todo es como una cabaña. Incluso hay una chimenea. Me gustaría venir en invierno, estoy segura que el ambiente es de lo más lindo.
Nos llevan hasta nuestra mesa y puedo ver que todos están vestidos muy casuales. Daniel se sienta frente a mí y una ventana atrás de él me deja ver un cielo muy azul.
Nos traen el menú y no puedo evitar notar como la mesera lo mira mucho y le hace ojitos. Daniel ni siquiera le hace caso por estar observando el menú. Sonrió.
— Yo te recomiendo mucho las hamburguesas de aquí. — Me dice Daniel.
— Una hamburguesa suena genial. — Y la verdad es que muero de hambre.
— ¿Refresco? — Me pregunta y yo asiento.
— Bien dos hamburguesas de la casa y dos refrescos. Ah unas papas a la francesa y dedos de queso. — Le dice a la mesera y yo lo observo sorprendida. Me sonríe y se encoge de hombros. — Son una delicia. — Se justifica.
La mesera anota la orden y se va no sin antes mirar otra vez a Daniel. Quien me observa con mucha atención.
— No te queda fruncir el ceño. — Me dice burlonamente.
— No lo estaba haciendo. — Creo que sí lo estaba haciendo.
Daniel sonríe totalmente encantado. Me gustaría saber qué pasa por su mente.
— ¿Hacemos otra apuesta?. — No me deja contestarle porque se responde el solito. — Yo sé que si quieres.
— Quieres volver a peder contra mí. — Le reto. — Esta bien, ¿cuál es la apuesta?. — apoyo mis antebrazos en la mesa y me acerco más al frente.
— Si no te acabas la hamburguesa tienes que cumplirme lo que yo quiera. Cuando yo lo quiera. — Sonríe y espera.
— Bien, pero sí me la acabo aplica lo mismo para ti. — Lo miro desafiante. No creo que sea tan difícil. Es una hamburguesa.
— Trato hecho. — Estira su mano y estrecha la mía. Después trata de no reírse pero no lo logra. — Lo siento, es la emoción. — Se disculpa.
Platicamos un poco y llegan con nuestro pedido. Ya perdí.
La hamburguesa esta enorme y alta. Trato de fingir que todo esta bien pero Daniel se ríe sin preocupación.
ESTÁS LEYENDO
INEFABLE©
RomanceStella Myers continuando con la joyería de su madre, creando piezas únicas e inigualables, siendo una mujer ambiciosa decide comprar un nuevo edificio con la ubicación perfecta para hacer crecer mas las ventas, entrando en un conflicto con un hombre...