Capítulo 54

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Stella

Creo que algo que más extraño es ser adolescente. No tener más preocupaciones que aprobar mis materias. Yo jamas quise ser grande cuando era niña. Disfrutaba bastante ser una infante. Como ahora estoy disfrutando mientras estoy recostada en un camastro, frente a la alberca en casa de mi mamá. Mi bikini, lentes de sol y mi gorra son mis mejores aliados estos días. Todo en color negro, porque verdaderamente me veo increíble con ropa negra.

— Corazon, estuve pensando en algo para que no te sientas inútil estos días. — La voz de mi mamá suena desde el otro camastro. Ella también esta recostada. Ninguna de las dos directamente bajo el sol porque nosotras nunca nos bronceamos, solo nos quemamos.

— No me siento inútil. — Le digo sin abrir mis ojos.

— Te conozco, ahora estas cómoda, pero en unos días no soportaras no tener que hacer. — Diablos.

Quitándome los lentes y levantando un poco mi gorra y la observo. Esta mujer que me crio tiene toda la razón.

— Tal vez vaya contigo a tus clases de pilates o algo. — Regreso a mi postura inicial.

— No, ese es mi momento especial.

Como la total dramática que soy me quito los lentes lapido y me siento derecha.

— ¡Mamá!

— ¡Hija!

— Creí que era especial para ti.

— Y lo eres, pero también una mamá necesita su espacio. Sabes que adoro pasar tiempo contigo. Y ahí viene mi idea.

— ¿Yoga? Creo recordar que no te gusto la vez que trate de enseñarte.

— Ven a trabajar conmigo en el restaurante. — Su mirada brilla, ya que ella también se quito sus lentes.

— Siempre te ayudo con los papeles legales. — La observo entrecerrando mis ojos. Estoy en la sombre pero aun así el sol esta fuerte.

— Sí y estoy muy agradecida que no me cobres honorarios. — Se levanta. Ella trae un vestido blanco que deja lucir un poco su figura y su traje de baño rojo. — Pero ven a la cocina conmigo o se camarera. — Se ve muy ilusionada.

— Mamá, literalmente creaste MoonMyers para cuando me graduara yo siguiera con la joyería. Y lo agradezco demasiado... pero ahora quieres que me guste la gastronomía.

— No, solo unos días. En los que te das tu descanso. Sé que necesitas enfocarte en otra cosa. — La idea me deja pensando un poco. Tal vez sí tiene razón. Mi vista se dirige a mi celular que tengo en modo de no molestar. Solo lo tengo prendido para tomar fotos de mi Salem o de Popeye, el gato de mi madre.

— Creo que podría funcionar como camarera. Como chef no porque soy muy especial con mis gustos y seguramente me odiarían tus clientes habituales. — Eso la hace reír pero no lo niega.

— Empiezo mañana. — Le digo y también me levanto. — Me quedaría bien el uniforme.

— Esa es la pequeña egocéntrica que conozco. — Murmura pero logro escucharla. Toma un libro y vuelve a sentarse. La idea de ir a la biblioteca que tiene me agrada para también leer un libro como ella, pero mejor decido meterme a nadar.

Cuando me canso solo me subo en una dona inflable y dejo que me dé un poco el sol. Mi mamá se levanta dirigiéndose al interior de la casa y yo le subo a la música que esta puesta en la bocina inteligente y que me permite pedir canciones sin tener que moverme.

Pasan unos minutos y mi suegra, bueno ex suegra entra junto con mi mamá.

— Stella cariño, que bueno verte. — Dice en la orilla de la alberca. Sonriendo de regreso nado hacia ella y la saludo sin salir totalmente de la alberca.

INEFABLE©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora