CAPÍTULO 13

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LA NAVAJA DE NARA

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DIANA AYLEEN

¡Santo merengue!

Ese casi beso se resiste a salir de mi sistema.

El cuerpo me hormiguea completamente, mis manos están sudando y no quiero mencionar lo demás. Mi corazón todavía no se recupera del todo, y temo que Jessica se dé cuenta de ello. No quería darle el placer de saber que me desestabilizo entera con solo palabras y suspiros calientes.

Yo no puedo sentir eso, no puedo.

Bajamos las escaleras hasta la biblioteca con Jessica detrás de nosotros en un completo y penumbroso silencio; sentía su mirada en mí. ¡No ayudas!  Carlos habla de cómo había pasado las cosas con Zept, ya que solo recuerdo nuestra conversación y no como llegué al estudio de Jessica.

Un escalofrío me recorrió al pensar su nombre. Me trató mal y yo aquí muriéndome por ella.  Idiota, eres una idiota, Diana Ayleen.

Al bajar, lo primero que vi fue a Amina, sostenía una bolsa de sangre entre sus manos, mientras se recuperaba en el sofá con Vicente a un lado y Vicente y Nikolas al otro, casi sofocándola. Daisy también se encontraba aquí, haciendo preguntas a la vampira.

Solté un suspiro de alivio.

Estas bien.

Al momento que nuestras miradas se conectaron, una automática sonrisa apreció en mi rostro que ella respondió con una disimulada y pequeña.

—Daisy podrías preparar el desayuno de Diana, y dejarlo en su habitación, por favor —Ordena tajante Jessica.

La mire por el rabillo del ojo, ¿Desde cuándo se preocupa de lo que como? Daisy hizo una pequeña reverencia ante la alfa y se va a obedecer el mandato.

—¿Y el niño? —Pregunta Amina a Jessica.

Entre en un pánico interno, maldiciendo en mi mente. Mis manos sudaron otra vez por la presión que Zept puso en mí al pedirme guardar el secreto. Usualmente soy muy buena guardando secretos, incluso si no son míos, pero en esta situación, que involucra a muchos a un peligro latente, me dolía no hablar.

Jessica se inclina hacia mí, exponiéndome frente a todos y chasqueo la lengua:

—Pregúntale a ella.

Todos los ojos se posaron en mí, expectantes y curiosos. Yo no les iba a decir donde Zept se escondía, ya déjeme en paz. Debía decirles algo mucho más grande y de su interés, estoy segura; que con suerte los haría olvidarse del niño. 

Remojé mis labios, y repasé en mi mente por última vez esa conversación que me dejó mareada con tanta información y tan poco tiempo para procesar. 

Pero sin la navaja en mano, ¿Como podía fundamentar los hechos?

—¿Desde cuando eres la defensora de los niños, Diana? —Ironizó Amina visiblemente molesta.

Bueno no es como si yo hubiera tenido opción: El niño irrumpió mi habitación como si fuera su casa, lanzó un par de hechizos y me transportó física y astralmente hasta el invernadero del castillo. ¿Qué hubiera hecho yo? ¿Patearlo? Me desagradaban los niños, no era una golpeadora infantil.

Aclare mi garganta, preparada para proyectar las palabras de Zept con mi carencia de adjetivos rimbombantes y déficit atencional.

—Zept me dijo algo muy preocupante —Remarque las dos últimas palabras con voz temblorosa, dando un poco de tono sombrío al ambiente.

Black Onyx [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora