CAPÍTULO 16

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SOLO ES EL ESTÚPIDO VÍNCULO

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JESSICA FAVRE

Alce una ceja cuando Amina toca a Diana.

—Tranquila, Diana, solo serán unos segundos.

Ella comenzó a tratar de tomar bocanadas aire, pero le era imposible. Hasta que hubo un momento en donde sus ojos se tornaron de un verde escarlata.

—¿Diana? —Preguntó Alexa, ella la miró.

—¿Qué tal?—Su acento frances era marcado.

La humana arrugó sus negras cejas, y con repulsión, volvió a preguntar:

—¿Atlas?

Sonríe

—Turbio, no creen —Vuelve a reí —y no quieren saber lo que hice anoche en el cuerpo de su preciada Luna suprema.

La posesión sobrenatural estaba prohibida, era magia oscura y ese arte no podía efectuarse en mi castillo. A menos que estuvieras abajo de el, en las mazmorras. Yo uso esa magia para torturar.

—Yo te mato, Belanger — Digo antes de que Diana volviera — Cuídala, Carlos.

Salí de la sala para ir al subterráneo, Amina y Vicente estaba a mi lado. No siquiera tenía cabeza como para detener a Pierce que nos seguía disimuladamente.

—Es una conexión meramente mental, también me pasó cuando Nara limpió mis pecados. Es como un escape al dolor y agonía.

La mire sin detenernos.

—¿Mataste a alguien que después revivió?

Ella asiente.

—Algo así, era una bruja sanadora.

Cuando matas a alguien siendo vampiro, su alma se queda contigo y tu fuerza puede aumentar. Atlas la mató aquella vez, quizás una parte de su alma le pertenezca porqué nuestro vínculo no está completo. Por eso mismo yo no puedo ver, ni sentir las emociones de Diana, pero Diana siente todo del Belanger podrido en el Castigo Divino.

Mi pulso se aceleró, aprieto los puños.

Entramos al subterráneo, bajé las escaleras con una furia endemoniada. Zept estaba comiendo el pan que Diana le había preparado, mientras que Altas permanecía en un trance mágico en la silla, perdió en algún lugar de su macabra mente.

—¿Estas segura que Diana no siente nada físico? —Le pregunte a Amina, ella asiente. Bien, mire a Zept —Despiértalo.

El niño me dio una mirada de molestia mientras masticaba la comida, y murmuró el hechizo de mala gana. Atlas abrió los ojos, y fui la primera en tener el desagrado de mirar fijamente aquellas piedras verdes.

—Mmh, percibo una mala vibra aquí — Se mofó.

Saqué mi arma de balas de maderas, y apreté el gatillo sin titubear contra su cuerpo. Su sangre macho la camisa sucia que el traía puesto, él hizo muecas de dolor tan satisfactorias para mí.

Las balas llegaron a su fin.

Saqué las dos navajas de plata que ocultaba en mi pantalón, sosteniendo una en cada mano, y fui directo a él. Las claves en sus muslos muy cerca de su entrepierna, tan profundo que poco se veían las empuñaduras de éstas. En este momento, Amina, Zept, Vicente y Alexa quedaron en un rincón solo como expectantes.

Black Onyx [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora