CAPÍTULO 16, PARTE 2

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EL NIÑO, OTRA VEZ

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(Esa misma noche)

DIANA AYLEEN

¿Qué es lo que pasa conmigo?

Extraño mi aburrida y monótona vida, donde mi único propósito era hacer pasteles. Cuando no sentía nada por nadie. Cuando esa vocecita en mi cabeza era callada con comida o películas malas.

Mi soledad era tan fiel compañera todos los días. Pero ya no puedo, cada uno de ellos se sumergieron en mi vida de tal manera que no puedo pasar un día sin su compañía, sin sus risas y bromas ¿Pará qué?, se romperá el vínculo y dejaré de ser importante.

Acabar todo esto, ahora, antes de que me consuma y no pueda escapar.

La vida es efímera. La muerte es utópica.

Vamos, Diana.

—¡Cállate!

Lo deseas, anhelas acabar con la miseria.

Cerré los ojos, quería apagar la voz.

Saltemos del balcón y se finaliza el juego.

—¡Déjame en paz!

No llores, pedazo de mierda.

O arráncate los ojos, pero no llores. Apreté con las palmas de las cuencas de mis ojos para que las lágrimas no se atrevieran a salir, sentí las punzadas en mi nuca que rogaban que me detuviera.

Sonríe, la vida es hermosa.

Esboce una sonrisa de oreja a oreja, sin el más mínimo sentimiento de felicidad; se va a ir, tranquila, estas sola, no hay nadie en tu cabeza.

¡¿QUÉ NOS HA DADO LA PUTA VIDA?!

Agrande mi sonrisa, al punto que mis mejillas dolieran. Y solté una risa entre lágrimas indomables, reí más fuerte para que los sollozos se agotarán.

Soy feliz.

La felicidad también causa lágrimas, no soy débil, solo estoy feliz.

—Diana — Entre en pánico al escuchar su voz.

Limpié las lágrimas con desesperación, llenado mis manos de esas gotas de agua. Di un largo suspiro, y dibujé una sonrisa tranquila en mi rostro antes de voltear.

—Hola, Amina — Saludé animadamente.

No la veía desde el incidente en el invernadero. Sus ojos recorrieron cada detalle de mi cara, dio un paso hacia mí, con miedo a que yo huyera.

—¿Qué sucede? —Preguntó.

—Nada, vampiresa del mal — Reí— Son las hormonas, solamente.

Apretó los labios, sabiendo que era mentira. De verdad pense que me diría algo como "Cuando yo tengo hormonas, no lloro, yo follo", en serio lo esperaba,  de Amina me espero todo. Pero dijo algo que me dejo paralizada.

—No debes fingir conmigo.

El nudo vuelve a mi garganta por ese adorable apodo que causa cosquillas en mí estómago cada vez ella lo decía. Actúa muy bien que yo valgo algo para ella, además de ser solo lo que mantiene a Liayh "viva".

—Te dije que nada — se me quiebra la voz al intentar alzar la voz.

Maldita sea.

Me dirigí a dentro de la habitación, y dejar el balcón atrás. Temblorosa, roce mi hombro con el suyo al pasar a su lado y escapar de ella; pero antes de cualquier huida, toma mi mano y entrelazo nuestros dedos.

Black Onyx [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora