QUINTA LUNA

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LAGRIMAS CON LUNA LLENA

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DIANA AYLEEN

¿Quién necesita sexo y amor, cuando puedes pasar horas horneado pasteles? ¿Mhm? ¿Mhm? Exacto, nadie.

Tres días.

Tres excelentes días donde pude dormir en paz, sin esa mujer manoseándome y besándome hasta altas horas de la madrugada. Muy buenos. Sí. Zept se lleva un macarrón turquesa a la boca, luego una cucharada de mi crême brûlée, y pone los ojos en blanca mientras hacía sonidos saboreándolos.

Nik y Alexa estaba sentados en la isla, comiendo en mi tarta de dulce de leche. Me encantaba que disfrutaran lo que cocinara, me llenaba de una alegría indescriptible.

Y yo sacaba otra bandeja de galletas, las dejo enfriar en la mesa para más de esa alegría. Cuando me volteé, los tres se me quedaron viendo con extrañes, mientras comían sin parar.

—¿Qué? —Me quité los guantes.

Alexa, con la boca llena, preguntó.

—Are you okay? Llevas dos días, sin parar.

Bufé ruidosamente.

—I'm fine. Come, Zept, estás delgado —Le extendí otro eclair de chocolate.

Alexa me mira con los ojos entre cerrados, sospechando de lo que dije, y luego comparte miradas molestosas con Nik. Mire al niño quejumbroso que me vine a conseguir. 

Se toma la barriga, y hace una mueca

—Creo que necesito verduras, Diana—Espeta—o caeré en coma diabético.

Olvidaba que estaba tratando con un delicado estómago. Rodé los ojos, y fui por una zanahoria a uno de los refrigeradores, y se la entregué. Él la mira con recelo, pero le da una mordida, con disgusto.

Volví al caramelo que se calentaba en la estufa, tarare una melodía curiosamente conocida y en mi mente apareció un claro recuerdo de la canción: Love Me, Elvis Presley; Jessica y yo, vinilos viejos y tocadiscos, hierva y alcohol, haciendo el amor con al ritmo suave de la música. Apreté el mandil con mi puño, al sentir la punzada en el corazón que me recordaba como mi alma y cuerpo extrañaban a la alfa.

Daría lo que fuera por saber dónde se encontraba, si estaba bien o si me extrañaba. Pero no contestaba mis llamadas, y sus segundos al mando, Amina y Vicente, no me dirán nada, por más que les ruegue. Solo espero que este bien. Un viento sacudió mis rulos, volteé a ver. Atlas estaba junto a mí, y me sobre salte.

—Idiota, casi me matas.— Dije. Alcé la mirada para ver a los chicos, ellos conversaban junto a Zept de cosas mágicas.

Él sonríe con segundas intenciones.

— Huelo tu desesperación a kilómetros, Diana — Susurra coqueto.

Le doy un empujón, para que saque sus ojos verdes de mi cuerpo, este en serio le tirar a todo lo que respira.

—Pervertido—Susurre más bajo, para que Zept no escuchará. —¿Lo conseguiste?

Saca de su chaqueta el pequeño celular de los 2000, me lo entrega. Sonríe complacida. Mi celular, le rastreaban las llamadas y mensajes. Debía tener privacidad para algunas cosas, como hablar con Alexa sin que Jessica tenga que leerlos, porqué yo se que lo hace.

Black Onyx [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora