CAPÍTULO 3

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EL LIMITE Y LOS HIBRIDOS

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DIANA AYLEEN

De lo sucedido con el híbrido ha pasado tres días y me recupere sorpresivamente rápido con la ayuda de Carlos.

Las garras en mi brazo derecho se desvanecían de apoco, solo quedaban marcas rojizas que decidí tapar con un sweater arriba de mi vestido de margaritas. Y ahora me aventuré a una investigación sobre "híbridos" por los pasillos del laberinto llamado "Castillo de Luz".

Claro que era clandestina e ilegal frente a los ojos de los seres sobre naturales de por aquí, por eso me escapé de Amina con una jugada maestra de dolores estomacales.

Fue facil. No preguntó.

Pero ahora estoy perdida.

Las sirvientas del lugar me ignoraban por completo, y no entiendo el porqué. Frené torpemente en un pasillo que llamó mi atención. Era estrecho y oscuro que llevaba a una espeluznante puerta color negro, no había cuadros, ni fotografías como habían en los demás. Este solo tenía madera oscura dándole un toque más opacó y siniestro al lugar.

Mordí mi labio inferior, la idea era aventurame. Camine sigilosamente hacia esa puerta, tratando de no hacer rechinar tanto la madera, hasta llegar frente a ella. Tenía el candado abierto en la puerta, si hubiera sido algo tan importante, estaría bien asegurado ¿no?

Abrí la puerta sin problemas, para encontrar con una escalera que descendía no sé donde.

Yo me guiaba por la filosofía de la ley de murphy, "si algo malo puede pasar, pasará" y la verdad tenía la mente muy abierta de lo que iba a pasar.

Baje manteniendo el sigilo, las escaleras eran de piedras y no metí ningún ruido. Al pisar el último escalón, vi mi vida pasar frente a mis ojos por una tabla de madera fue aventada hacia mí y yo saqué reflejos que ni siquiera que tenía y me agache evitando que esa cosa se estrellara en mi rostro.

—¿Qué haces aquí, humana? —Levante la mirada, y el muchacho se apartó de mí con vergüenza. —Lo siento, luna. No la reconocí.

El chico parecía de unos 18 años, llevaba ropa suelta y vans, su cabello rapado está teñido de rosa pastel, y tenía perforada ambas orejas, la nariz y labio.

Dios, por fin alguien normal.

—Tranquilo, y dime Diana, por favor — Digo.

El lugar estaba lleno de estantes con libros, dos mesas largas y un ventanal enorme que tenía una hermosa vista al bosque.

¿Una biblioteca? Cada vez me fascinaba más este castillo. No me considero una persona muy culta, para dar una idea, mentí que había leído Orgullo y perjucio una vez en un club de lectura, al cual solo fuí por la comida. Pero sí leo una parte importante de la literatura: los chismes de las celebridades.

—Mi nombre es Nikolás —Se presentó con formalidad, y luego fue con rapidez por la tabla, para estirarla en la mesa.

La tabla redonda de madera tenía símbolos extraños tallado en ella, reconocí algunos que a una religión llamada Wicca. Hubo un tiempo el que yo me interesé demasiado con la brujería. Recuerdo que el primer libro que leí fue sobre 'Wicca'.

—¿Eres brujo? —No pude evitar preguntar.

—Soy nieto de Kahnara Cavarlier.—Asiente orgulloso.

Black Onyx [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora