CAPÍTULO 23, PARTE 2

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LA CARTA

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DIANA AYLEEN

Atlas, Carlos y Nik después de bajar del avión privado de Jessica tuvieron que ir a arreglar lo del hospital, sobre "La sangre que lo cura todo", como dijo Zept. Todavía no asimilo todo esto, que mi vida sea eterna, tenia la muerte tan fija, veía la luz al final del túnel.

Mi sangre sana a enfermos, necesitados, y escapa de la misma e inevitable capa negra.

Vaya, todo era más claro ahora, creía que mi metabolismo era rápido o algo de genética. Los castigos en el internado, como la monja golpeaban mis manos con una regla, y esos moretones tan oscuros desaparecían sin dejar un rastro en mi piel, todos creían que yo estaba poseída por lucifer. Todas las veces que uno de esos hijos de perra ponía un crucifijo en mi cabeza y recitaban esa vaga oración en latín.

La mano del Zept cayo junto a la mía y la acaricie unos segundos, escuchaba en los bajos ronquidos de niño, mientras soñaba locuras que lo hacen susurrar cosas sin el mínimo sentido.

Meneo la cabeza para no pensar en ese lúgubre pasado del que poco me acuerdo.

Desvié mi atención a la ventana del carro, este claro y soleado día no combinaba con mis sentimientos. Pero esboce una sonrisa, viendo mi reflejo en el vidrio, como diciendome que todo saldría bien.

Borre mi sonrisa de inmediato.

—¿Qué pasa si no la encontramos? — Amina se voltea, desde el asiento del copiloto.

—La deje en un lugar seguro, relájate. — respondí.

Las calles se iban tornado más opacas y sin el glamur que París ofrecía a los turistas, los vagabundos en las aceras con sus tiendas hechas de sábanas remendadas con su jauría hambrienta esperando algo de comer.

Los traficantes ya se encontraban en las esquinas, y algunas prostitutas estaban junto a ellos. En un semáforo rojo, una se acercó a la ventanilla de la alfa, y yo me sobre salte al ver esas mayas rojas y peluca de un color amarillo brillante.

—Que tal, cariño. ¿Necesitas algo? —dijo con una voz un poco grave.

—No, gracias —ella contestó amablemente.

Estuve un segundo en shock, rebobinando el cacharro que tenía por memoria, y recordando un par de cosasde mi vida  antes del castillo. Y por fin pude reaccionar, bajé el vidrio de la ventana y saqué la cabeza, respirando todo el aire putrefacto de la calle.

—¿Pilar? —Pregunté emocionada.

Se me quedó viendo una milésima de segundo, para luego gritar escandalosamente y de un salto se acercó mi ventana.

—Pero, hormiga, ¿Dónde carajos estuviste todo este tiempo? —Solo sonríe. —¡Creí que estabas muerta!

—Larga historia, y creeme que dificil de creer.

Fuimos interrumpidas por las bocinas de autos detrás, Pilar le grito un par de insultos, y se volvieron un poco más agresivos. Le quite el seguro a la puerta.

—Ven, sube, sube—Abrió la puerta mientras yo corría a Zept a un lado para que Pilar pudiera sentarse. El chico abre los ojos, y aturdido mira a su alrededor, para caer otra vez en un sueño cálido en mi brazo.

Amina y la tal "Jissici" compartían miradas con confusión. Le ordene a la alfa que arrancara el auto, con forzada educación y ella, con movimientos lentos, avanzó nuevamente por la calle.

Black Onyx [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora