CAPÍTULO 18

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ZIAH ECKVAN

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JESSICA FAVRE

—¡Va, va, hasta que se digna a aparecer su realeza imperial!— Fastidia Atlas como de costumbre, apenas cruce la puerta.

Empujé toscamente sus pies fuera de mi mesa. Le dediqué una mirada a mi beta y Amina para que se sentaran para comenzar la reunión. Ambos apagaron el cigarrillo y vinieron enseguida. Atlas se me quedo viendo, mientras daba un mordisco a su manzana, sonrió burlesco.

Pase mi lengua por mis dientes y le doy una mirada de advertencia, antes de sentarme a la cabecera de la mesa.

—Y de mal humor para variar—Murmuró, dandome un vistazo de arriba a abajo, dilatando sus fosas nasales— Ya sé lo que sucedió.

Claro que lo sabía

— Será mejor que cierres la boca, Belanger— le ordené.

Él hace una mueca de silencio acomodandose la silla, jugando con los extremos de su carpeta llena de papeles como si fuera lo mas divertido de la noche.

Con destreza, en menos de unos segundos, hizo un avión de papel, diriguiendolo a Amina. Ella lo retó con la mirada a hacerlo, pero Atlas no le tomó atención y se lo lanzó emintiendo un silvido agudo (como el que hacía una bomba apunto de estrellarse) cuando le cayó en el cabello. Amina respiró profundamente alzando sus brazos, calmando sus nervios.

—¿Terminaste?—Le pregunte, él asiente complacido.

Aclaré mi garganta.

—Antes que se inicié la reunion, quiero decirles... —Todos prestaron atención. Suspiré un poco molesta por lo que anunciaré — Que Diana aceptó adoptar al niño.

Se oyó un rechinar de silla molestoso.

—¡¿Qué?! —Grito Atlas, atónito. Para luego, mirar a cada integrante de la mesa y después partirse de la risa —No jueguen así conmigo, hijos de puta.

—Lo que haga o deje de hacer Diana con su vida, ya no te incumbe, Atlas. Además, ya tomó la decisión—Dije.

Él toma respiros para poder tomar la situación con cordura, sabe que si me desobedece volverá al calabozo.

—Es Diana Ayleen, sabes por qué nunca ha golpeado a niño— Me apunta con ojos de loco — Porque no ha tenido la maldita oportunidad, y ahora se lo están dando en bandeja de oro.

—En la guardería se comportó decente — Intervino Amina, pero se notaba su desacuerdo con su decisión.

—Porque estuvo en el ojo vigilante de una vampira de 129 años — golpea en la mesa un par de veces— Un niño, y ella, solos en una habitación; solo uno sale con vida.

Se dio cuenta que los tres lo mirábamos  descreídos a su palabra. Y termina su descontrol con una vaga, pero muy interesante afirmación.

—Me importa una mierda ese pendejo sufrido, pero si Diana pierde el control y le hace algo; es ella la que se castigará el resto de su vida. Solo conocen la parte toda sonrisas y pasteles de esa mujer y es mejor, su otra faceta no debe salir a luz aun — Me mira — ustedes no están preparadas.

Me le quede viendo, como había dicho Amina, sus ojos brillan cuando miente. Pero cuando dice cosas sobre Diana y para su bienestar, jamás hay un destello, y siempre resultan jodidamente ciertas.

Black Onyx [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora