|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ ||

03. Feliz cumpleaños

[Intenabo nsfw/soft]

El camino a casa nunca le había parecido tan pesado como lo hizo esa madrugada, cuando lo único que quería era llegar a casa para cenar cualquier cosa que hubiera en la nevera y luego dormir las pocas horas que quedaban antes de tener que entrar de nuevo en servicio, aunque su plan tenía poca probabilidad de éxito debido a que había cierto rubio que bien podría estar despierto al llegar a casa. Rogó como todo un creyente durante la mitad del camino para que no estuviera despierto, pues ahora lo que menos quería era lidiar con la personalidad de su pareja.

Hacía un año y medio que habían empezado a salir y aún le costaba seguirle el ritmo, más que nada porque él era muy diferente a lo que conocía, a lo que era. Siempre tan animado en todo lo que hacía, que muchas veces se preguntaba si es que ingería alguna droga cuando no le veía, sarcástico e incluso mordaz cuando tenía un mal día o se encontraban discutiendo, y su creatividad al hacer comentarios fuera de lugar o incluso en su accionar, siempre conseguía sorprenderlo por más que quisiera anticiparse.

Como ahora que al entrar a casa, tras dejar sus llaves y gafas sobre el mueble junto a la puerta, y luego sus zapatos en la entrada, se encontró con una imagen que le hizo pestañear varias veces, tratando de averiguar si sus ojos comenzaban a traicionarlo por el cansancio.

—Buenas, Conway — Escuchar su voz con aquella tranquilidad fue la única prueba que necesito para aceptar que no estaba soñando.

Gustabo se encontraba sobre el sofá con la espalda contra el antebrazo y una de sus largas piernas tocando el suelo mientras la otra se encontraba flexionada sobre los cojines, dejando a la vista su piel ligeramente tostada por el sol hasta arriba de los muslos, siendo la única prenda que llevaba encima una mini falda negra y plisada a la que adornaban dos líneas horizontales de color blanco.

En otra ocasión no habría dudado en ir directo hacía él para seguirle el juego pero ahora no tenía el humor ni las ganas suficientes para complacer el alto libido que manejaba el contrario.

—¿Qué se supone que haces? — preguntó brusco tras aclararse la garganta, yendo directo a la cocina para encender la luz.

—Esperándole, ¿no es obvio, viejo decrépito? — respondió el rubio, poniéndose de pie para seguir sus pasos y plantarse frente a la nevera, justo antes de que pudiera abrirla. Le miro mal— ¿Cómo le fue hoy?

—De puta madre — contestó con rudeza—, ¿te quitas? — cuestionó al no verlo moverse. Gustabo negó con la cabeza, se dio la vuelta y sacó un par de cosas de la parte de abajo bajo su inquisitiva mirada y luego se giró para entregarle comida que había quedado de la cena de anoche, regalándole una sonrisa que no tuvo ganas de corresponder.

Ignoro su extraño comportamiento y se dio la vuelta con el plato cubierto por algo de aluminio, dejándolo sobre la parte más cercana de la encimera a la estufa, luego tomó los fósforos de un cajón para encender la primera mecha y colocó un sartén encima para que fuera adoptando el calor. Mientras tanto, quito el aluminio del plato y vio algo de puré de patatas junto a lo que Gustabo le juraba que era espagueti la noche anterior, aunque no sabía como tal.

—¿No le gusto mi falda? — Deseó saber una vez se detuvo a su lado, ni siquiera apartó su vista de la estufa al hacerlo, y utilizó un tono neutral que le pareció totalmente falso.

—No — Su respuesta fue tajante, como muchas, le dejo sin nada que usar a su favor y de reojo pudo verle elevar muy ligeramente sus comisuras con incredulidad antes de ronronear en señal de que le había escuchado.

—Bueno, fue consejo de Horacio — Le informó, dándose la vuelta para subir de un salto a la encimera, cruzando las piernas una vez arriba—, porque si por mi fuera le habría esperado en pelotas — añadió divertido, haciéndole rodar los ojos mientras buscaba entre los cajones una cuchara para evitar que la comida se quemara una vez en el sartén.