42. Cambio de opinión

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[Volkabo soft]

Ninguno de los dos planeaba aceptar la carga extra de responsabilidad que implicaba la repentina propuesta de adoptar a unos mellizos que acababan de nacer en una ciudad cercana, pero aún después de darle sus razones a la mujer del otro lado de la línea, quien espera erróneamente que saltarian de la alegría al saberlo, hubo insistencias que les forzaron a pensarlo mejor por un límite de veinticuatro horas.

No iban a cambiar de opinión, ni siquiera pareció afectarles la idea de tener a una mujer desconocida justo delante del teléfono, esperando con impaciencia la llamada de alguno de los dos, y es que su plan siempre fue tener sólo un hijo por muchas razones; siendo la principal su inexperiencia.

No podrían hacerlo, lo más probable es que mientras le cambiaban el pañal a uno el otro estuviera al borde de la cama o no serían capaces de racionar equitativamente su atención. No, los mellizos no eran para ellos. Seguro luego encontrarían una familia más adecuada.

Gustabo agitó su cabeza ligeramente, borrando las ideas innecesarias, y siguió mirando el techo hasta que una notificación encendió la pantalla de su celular. Giró su cabeza sobre la almohada, viendo como el pequeño aparato reposaba sobre el buro junto a él, y estiró uno de sus brazos sin ganas para acercar la pantalla brillante hasta su rostro.

"Espero esto les ayude a decidir" Era todo lo que se alcanzaba a ver en la notificación e, ignorando la creencia de que era una amenaza debido a que provenía de un número sin registrar, abrió la primera conversación que había conseguido sentarlo con rapidez en medio de su cama.

Su boca acababa de secarse hasta la garganta, sudor frío comenzaba a recorrer su espalda, y la calidez que atacaba repentinamente su pecho era tan agradable como peligrosa. Parpadeo un par de veces, tratando de asegurarse de que aquello no era una imagen creada por su reciente despertar o una edición muy bien hecha, y al asimilar que era verdad su mano viajó hasta el hombre que descansaba a su lado, agitando su hombro para hacerlo despertar.

Le escucho quejarse entre sueños y, al no verlo abrir los ojos, le dio un golpe en el hombro que le hizo removerse con brusquedad.

"¿Qué pasa?" preguntó con voz ronca, frotando sus ojos mientras liberaba un largo bostezo.

"Mira" pidió con seriedad para luego acercar el móvil hasta él, provocando que terminara en la misma posición con su mirar fijo en la imagen.

Dos pequeños niños de escasos mechones castaños y tez blanca que descansaban plácidamente en un cunero de madera, envueltos por sábanas blancas y con gorritos de oso que les quedaban demasiado grandes, era la razón por la que el sueño había dejado sus cuerpos para abrir paso a la alteración bien disimulada. Tenían poco tiempo para decidir, máximo una hora más para que el plazo llegará a su final, pero no necesitaron más de diez minutos luego de verles para cambiar de opinión.

Ambos se vieron a los ojos una vez salieron de su ensoñación, tratando de averiguar lo que pensaba el otro sin tener que arriesgarse a preguntar, y por segundos pudieron sentir lo mismo que el contrario. Su temor, inseguridad, y preocupación, pero también el impulso, su ferviente deseo y la emoción.

Querían hacerlo, en ellos estaba la familia que perdieron hace tiempo y de la que carecieron, en ellos podían vislumbrar un futuro con múltiples encrucijadas que siempre llevaban al mismo final. Una vida condenadamente satisfactoria.

"Hay que hacerlo"

|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora