|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ ||

51. Hibryds

[Volkabo]

Gustabo había conseguido, tras días de insistencia, convencer a Volkov y a otros de que fueran a beber con él a un bar que acababa de inaugurarse en el área norte. Todo fue con bastante normalidad, algunos de sus amigos empezaron a probar bebidas con nombres extravagantes en una de las mesas del segundo piso y otros se quedaron bailando en la pista del primer, el cual podían ver fácilmente debido el hueco que había en medio del nivel donde ellos se encontraban.

Pasaron las horas, cada uno perdiendo la razón con un numero diferente de tragos hasta que cayeron dormidos sobre la mesa, liberando suaves ronquidos entre respiraciones y balbuceando cosas sin un mínimo de sentido, cada uno a excepción del comisario; quien aún tenía un vaso lleno de vodka entre las manos y la mirada perdida en él.

Se puso nervioso, pues le miraba con un aire inquisitivo que no tenía ni idea de como explicar, y trato de ignorar su ojos entrecerrados y ceño fruncido para empezar a despertar a los demás. Seguro era el único que aún podía ponerse de pie sin ayuda gracias al poco alcohol que llevaba encima; lo cual no negaría que fue enteramente a propósito. Quería ver y grabar todo lo que hacían sus amigos para después usarlo en sus contras.

—Vale, le llevo — mencionó luego de subir a casi todos en pares a los autos que les llevarían a casa, dejando a Volkov al último.

No había motivo, simplemente no le apetecía cargar primero a un ruso de dos metros que cada que le tenía en su rango de visión le miraba con curiosidad. Le ayudo a levantarse, pasando uno de sus largos brazos por encima de sus hombros y poniéndose de puntitas para hacerlo más sencillo. Volkov le ayudo aún en su estado, dando uno que otro traspié en el proceso, pero avanzando con una rapidez soportable hasta el borde de las escaleras.

—Gustabo — Le provocó un escalofrío escuchar su nombre con aquella voz ronca y vaga, además de sentir el roce de su respiración contra su oreja— ¿Es verdad...— Un hipido le interrumpió y lo agradeció, pues eso le dio tiempo de imponer un poco de distancia—. ¿Es cierto que los gatos siempre caen de pie? — Replanteo la pregunta antes de subir sus orbes hasta sus orejas, las cuales salieron sin que se diera cuenta por provocaciones inconscientes del ruso. 

—Yo que coño voy a saber, tirese de un puente y me cuenta — respondió de mala gana, tomándose un breve descanso al borde de los escalones.

Gran error.

—Mejor de unas escaleras...— Le escucho decir en un murmullo que fue perdiendo volumen. Su mirada claramente interrogante viajó hasta él con rapidez y luego al agarre que se afianzó sobre el hombro contrario al que mantenía pegado a su costado.

—¡Espere, Vol-! — No logró formular nada más que un grito al sentir como perdía el equilibrio, siendo arrastrado a una caída corta pero dolorosa.

Agradecía que la música de fondo siguiera fuerte, así al menos la cantidad de personas que le habían escuchado gritar mientras rodaba debía ser mínima. Al final termino de espaldas con medio cuerpo aún sobre los escalones y la espalda contra el suelo, sin un zapato y con la ropa desordenada.

Siguió soltando sonoros quejidos y maldiciones al aire, cerrando sus ojos con fuerza ante cada punzada de su espalda mientras contenía sus ganas de darle un buen golpe en la cara al ruso a su lado, a quien juraba no había escuchado gritar ni una sola vez pese a que se encontraba igual de dañado. Debía estar más ebrio de lo que imagino.

—Pues es mentira...— Le escucho susurrar antes de soltar una carcajada limpia. Le miro incrédulo y pudo sentir el inicio de un tic en su ojo.

—¡No le vuelvo a dar vodka, puto ruso de mierda!