14. Atado a ti [1/2]

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[Volkabo angst/soft]

El aroma a frambuesa le llego con brusquedad, como una silenciosa pero clara amenaza que buscaba intimidarlo lo suficiente para que guardará silencio. No iba a hacerlo, por más que aquel que se mantenía firmemente en silencio quisiera dejar de escuchar su voz.

—¿Puede dejar de soltar su asqueroso aroma cerca de mi? — preguntó de la nada, sorprendiendo a los presentes en aquel despacho y consiguiendo que el ruso de casi dos metros le mirara bajo las gafas con fastidio.

—Puede salir si le desagrada — respondió neutral, ocultando con facilidad el fastidio que era capaz de percibir en cada feromona.

Se levantó de su lugar habitual, apretando los puños a sus costados y dándole una última mirada llena de desprecio antes de darse la vuelta y salir a zancadas del despacho. No tenía que soportarlo, poco importaba lo que los altos cargos dijeran, no había forma de que su compatibilidad con él fuera del noventa y nueve por ciento. Hizo una mueca de sólo recordar, pisando con más fuerza conforme avanzaba y murmurando entre dientes palabras que ni él mismo entendía.

Hace años, cuando los divorcios fueron en incremento y la población comenzó a descender, los científicos encontraron la forma de dar con la pareja más compatible para cualquier alfa, omega u beta. Tomaban un poco de sangre, hacían de las suyas en el laboratorio y días después entregaban un sobre con el nombre de la persona con la que estabas destinado/obligado a estar.

No debió hacerlo, tendría que haber encontrado la forma de escapar de lo que sería su sentencia o negarse a lo que la sociedad le imponía, más aún por ser un omega dominante, pero su incredulidad le había hecho creer que existía una mínima posibilidad de que su destino fuera junto al único alfa que se veía capaz de amar.

Pateo las puertas frente a él al llegar al final de las escaleras y de nuevo al ir a recepción, comenzando a sentir un molesto vacío en el pecho. Sabía lo que significaba, no podía ir más lejos de allí. Al caminar de un lado a otro entre las personas, ignorando las voces de ajenos y las miradas, recordaba las palabras que su madre le había dicho antes de fallecer de tristeza.

"Entre más lejos quieras estar de esa persona, menos podrás alejarte"

No lo entendió en ese entonces por más simple que era, pero ahora que su lobo aullaba con desespero para forzarlo a regresar, comprendía cada palabra. Volkov no se tardo ni diez minutos en aparecer frente a él, pues ambos sentían exactamente lo mismo que el otro por más molesto que eso llegase a resultar, y sin decir una sola palabra se dirigieron a la salida rumbo al patrulla del mayor.

—Tendremos que ir a firmar el acta matrimonial estos días — mencionó el contrario como si no fuera la gran cosa, haciéndole suspirar antes de hundirse más en el asiento.

Como pareja con tan alto margen de compatibilidad, estaban obligados a casarse en treinta días y a tener hijos en tres años como máximo. De pronto comenzó a sentir un insoportable calor que le hizo bajar la ventanilla con rapidez mientras se removía inquieto en el asiento, intentado liberarse del chaleco antibalas. Volkov le miraba de reojo por momentos, pero no podía decir nada, no cuando estaba sintiendo en carne propia lo asfixiante de la situación.

Dejo de verle en cuanto se libró del chaleco y se acomodó de lleno contra el respaldo, acomodando las mangas de su camisa verde hasta que estas quedaron por encima de sus codos. No había nada interesante ocurriendo ese día ni se les solicitaba en ningún lugar, así durante varios minutos de estar dando vueltas por la ciudad, por lo que dio vuelta a la izquierda antes de tomar el puente. Siguio recto durante varias calles hasta que llego al local que buscaba.

|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora