55. Amar al doble

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[Yunando nsfw]

Yun era indiferente a las caricias de sus dedos sobre sus mejillas al recién despertar, a las ardientes sobre su cuerpo durante la larga noche y a las reconfortantes sobre el dorso de su mano luego de un mal día; actuaba indiferente al escuchar su voz, no le causaba ningún escalofrío ni le ponía nervioso que apareciera detrás suya de repente, hablando tan cerca de su nuca que seguro sentía cada una de sus respiraciones, ni le alegraba notar como inconscientemente cambiaba de tono sólo cuando él estaba presente.

Salían desde hace siete meses, aproximadamente, y en todo ese tiempo Yun nunca había iniciado alguna muestra de cariño, siendo él quien se acercaba primero todas las veces. Se preguntaba si aquella tarde en que el nudo en su garganta por fin se deshizo y pudo confesar su sentir, había aceptado ser su pareja sólo por obligación.

Intento comprobar si sus suposiciones eran ciertas luego de hablarlo con uno de sus amigos cercanos, recibiendo su completo apoyo y un consejo que bien podría jugarle en contra. Disminuyó las muestras de afecto, dejó de tomar su mano cuando caminaban a casa y de besar fugazmente sus labios cada que tenía la mínima oportunidad, de invitarle a su habitación para hacerlo suyo durante la noche entera y de decirle lo mucho que le quería, esperando que en algún momento le extrañará lo suficiente para tener algo de iniciativa. Aunque, si no era así y los días comenzaban a pasar sin un indicio de que la situación fuera a cambiar nunca, su experimento terminaría por cambiarles el nombre y volverían a ser definidos como amigos.

Para su mala suerte, ocurrió lo segundo. Yun actuaba como siempre, provocando problemas en el taller y siguiendo con el mismo rendimiento de siempre en cuanto a temas de la mafia. Él era el único afectado y al principio resultó molesto, estuvo a punto de reclamarle las veces que llegaron a quedarse a solas, pero se contuvo y pensó fríamente, llegando a la conclusión de que era lo mejor. Si realmente había dicho que si aquel día por mera obligación o lástima, no lo quería, no deseaba obtener nada de él con ese motivo detrás.

Probablemente pasaron dos meses luego de que su relación termino sin decirlo siquiera antes de poder volver a ser el de siempre. Su amistad volvió a ser lo que era antes, dos compañeros con una confianza inconmensurable y fieles aliados, y se juro enterrar todo lo que alguna vez hizo a su corazón doler y retumbar bajo tierra.

—Almando — Separó su vista del motor que se hallaba reparando y busco al asiático con su mirar hasta que lo encontró a un costado del vehículo. Le miro inquisitivo al verle jugar sutilmente con sus dedos.

—¿Qué pasa?

—¿Puedo il a tu casa? — La pregunta le sorprendió más de lo que le habría gustado admitir, sus ojos se abrieron ligeramente y sus cejas se alzaron tan sólo un instante. Tal vez no era nada más que una visita de amigos, como las que le hacían Tonet y los demás sin previo aviso, pero eso no impedía que las mariposas dormidas en su estómago comenzarán a revolotear.

—Eh... si, si, supongo — Consiguió responder luego de perder el habla por unos segundos, apartando su vista de él en un intento por controlar el ritmo de su corazón.

Le vio alejarse por el rabillo del ojo, apartando su vista del problemático motor para ver su silueta avanzar con rapidez hasta donde se encontraban el resto de sus compañeros discutiendo con algunos clientes. No quiso ir a calmar la situación, ordenándole a otro trabajador que fuera a ver que pasaba mientras él les veía de lejos, simulando estar atento a lo que ocurría cuando lo único que entraba en su mente y rango visual era la existencia del asiático. Si no eran ilusiones suyas, si ese era el indicio que estuvo esperando pacientemente, no sabía lo que haría.

Salieron del taller cuando las farolas de las calles ya estaban encendidas y cuando la gente había dejado de llegar. Caminaron en completo silencio, uno incómodo como pocos entre ellos, y es que le era imposible romper el cierre sobre sus labios pese a su esfuerzo. Sus hombros se rozaron varias veces sin querer hasta que estuvieron dentro del elevador, observando los números sobre las puertas cambiar como si fueran lo más interesante del mundo, y luego frente a la puerta blanca de su departamento.

|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora