23. ¿Quién es el mentiroso en realidad?

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[Volkabo angst]

Los besos furtivos que Volkov le robaba en pleno servicio, aprovechando los breves momentos en que nadie les veía, no eran más que un intento por llenar el vacío en su pecho. Las palabras cubiertas de amor que murmuraba entre sueños eran ajenas a él, al igual que los apodos y las sonrisas.

Realmente nada le pertenecía y lo sabía, no hacía falta que nadie le dijera que lo suyo no era más que el resultado del despecho porque ya era consciente de ello, pero que le llamarán tonto si les apetecía, que le vieran con lastima cada vez que tomaba su mano, catalogándolo entre susurros como una víctima ingenua si eso les hacía sentir mejor, pero que no intentarán decírselo de frente.

Sería derrumbar la obra que con tanto esfuerzo se estaba montando, sería terminar con lo único que lo mantenía lejos de tomar un arma y meterse un tiro en la cabeza, porque mentiría si dijera que no tenían sus razones para engañarse de tal manera.

"Horacio ha sido abatido"

Y así empezo a correr como si la vida se le fuera en ello, hundiéndose poco a poco en el pánico que amenazaba con hundirlo cual piedra en el mar mediante escenarios que se sentían más reales con cada paso que daba. Llego a tiempo, pudo ver el cuerpo de su hermano rodeado de oficiales y civiles que estaban sorprendidos por la escena, y no dudo en apartar a cada uno de ellos para tomar entre sus brazos a su hermano aún medianamente consciente.

—¡A un lado, hijos de puta! — Recuerda haber gritado cuando sostuvo al de cresta entre sus brazos, avanzando con cierta dificultad rumbo a un patrulla que estaba en medio de la calle.

—¡Les voy a pedir por favor que se aparten del camino! — Escuchó claramente detrás suya y sólo así la gente se hizo a un lado, siendo adelantando por Volkov poco después.

Estaba tan asustado como él, podía verlo en el vibrar nervioso de sus ojos y percibirlo en la torpeza de sus movimientos. Fueron tan rápidos como pudieron, Volkov fue quien le abrio la puerta trasera y no dudo en subir junto al de cresta para sostenerlo contra su pecho mientras intentaba con sus manos hacer que la sangre dejará de brotar de la herida en su pecho, aunque era imposible hacerlo.

Había demasiado carmín manchado el cuero de los asientos y sus palmas, su ropa y sus recuerdos de aquel día.

—¡Pero acelere joder, que se va a desangrar antes de llegar al puto hospital! — gritaba con el miedo vibrando en cada palabra y gracias a ello no pudo escuchar la repuesta del ruso, quien no dejaba de ver por el retrovisor la escena tras de sí.

Seguramente fueron quince minutos los que tardaron en llegar al hospital, pero para ambos fue una eternidad que no dejo de torturarles hasta que vieron a Horacio sobre una camilla y rodeado de médicos que se lo llevaron con cuidado al interior del lugar. Les dejaron en recepción sin nada más que su compañía y ninguno parecía querer moverse de la entrada, como si estuvieran debatiéndose entre irse lo más lejos que pudieran, huyendo de la noticia que fuera a traerles el médico apenas salir, o quedarse a rezar como los más fieles creyentes para que todo saliera bien.

"Lamentamos informar el fallecimiento de Horacio Pérez. Nuestras más sinceras condolencias a la familia"

Ninguno se fue y ambos terminaron siendo destrozados pese a lo predecible que era el resultado. No estaban preparados para escuchar algo así por más bromas que hiciesen al respecto, no iban a ser capaces de lidiar con ello cuando uno llevaba toda su vida caminado junto a él y el otro quería terminar de recorrerla a su lado.

—Quiero verlo — exigió con voz neutra, consiguiendo mantenerse firme frente al médico que se mostraba dubitativo. Quería negarse, pero realmente esperaba que Volkov no se lo permitiera.

—Más vale que nos deje verlo o ahora mismo llamo al superintendente — Le amenazó mientras mostraba su placa de comisario, consiguiendo así que el hombre les guiará a la sala donde yacía el cuerpo sin vida de su compañero.

Volkov dejo que se acercará tanto como quisiera, observando desde la puerta hasta el más mínimo de sus temblores, y no se detuvo hasta plantarse junto a la camilla, posando una de sus manos sobre el brazo del contrario con una sonrisa forzada, y fue la primera vez que no pudo contener el llanto.

—No... yo no voy a sobrevivir a esto — dijo mientras le brindaba sutiles caricias con el pulgar al menor, odiando la forma en que su piel iba perdiendo el color y su expresión se mantenía neutra, algo tan raro en él como el silencio.

Fue entonces que Volkov aprovecho para acercarse con lentitud, plantándose a su lado para posar una de sus manos sobre su hombro en un intento por brindarle apoyo. Estaban justo en las mismas y por más que alguno deseara mantenerse fuerte, no podía.

—Lo haremos — Le aseguró antes de ahogar un sollozo, consiguiendo que se girará para verle con los ojos agüados, y sólo entonces se dio cuenta de que el único recuerdo que le quedaba de Horacio era él, pues Volkov fue todo lo que amo y deseo con intensidad.

Ahora no podía perderlo y si tenía que ser un tonto para poder tener una parte de su hermano, sería el rey.

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Esta cosa debería llamarse recopilación de escritos volkabo, joder que me a pegado fuerte.

|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora