|| ꜱᴡᴇᴇᴛ, ʙᴜʀɴɪɴɢ ᴀɴᴅ ʙɪᴛᴛᴇʀ ||

50. Marca de propiedad

[Jackacio nsfw]

Arremeter con fuerza contra su cálido interior mientras sostenía firmemente su estrecha cintura con ambas manos, clavando sin preocupación alguna sus uñas sobre la piel tostada del de cresta, con la unica y clara intención de dejar marcas ardientes para su futura admiración personal, era lo suficientemente placentero como para aliviar la tensión acumulada durante el día.

Ahora mismo y desde hace diez minutos se encontraba golpeando duramente el interior del omega sobre el amplio escritorio de su despacho, tirando ruidosamente todo lo que había encima al suelo sin importarle ni un poco si podía romperse o si era importante, a la par que el sonido obsceno de su pelvis chocando contra su bien dotado trasero llenaba cada rincón.

"¡Conway, ra-rápido!" gemía su nombre cada que tenía la mínima oportunidad, aferrando sus dedos al borde de la madera con necesidad.

Era ruidoso, sin embargo, no se sentía capaz de mandarlo a callar por temor a que pudieran descubrirlos cuando igualmente lo harían al percibir la indecorosa y casi homogénea mezcla de sus feromonas en el aire, así que simplemente se dedicó a disfrutar sus suplicantes gritos mientras aceleraba el vaivén de sus caderas.

Lo notaba cada vez más apretado, abrazándole con una calidez que terminaba por aglomerarse en su vientre bajo pero que antes recorría todo su cuerpo con rapidez, y su humedad le permitía entrar y salir con tal facilidad que hace rato el dolor que él pudiera llegar a sentir dejó de ser una preocupación.

"¡Jack... ah, p-por favor!" Sabía lo que quería y le estaba haciendo imposible el negarse al dejar su cuello a su total merced.

El exceso de saliva que se acumulaba en su boca y el dolor de su quijada aumento en el momento en que sus ojos se encontraron brevemente. Horacio acababa de apoyar su mejilla contra el escritorio y le suplicaba con aquellos orbes brillantes que lo hiciera. No se lo estaba poniendo nada fácil, aunque tampoco es que quisiera contenerse.

"Ya voy princesa" Jadeó para tranquilizarlo, acomodando sus cabellos alborados hacía atrás con una sola mano.

Iba a marcarlo, su alfa estaba de acuerdo en hacerle saber al mundo que aquel omega de carácter fuerte y  mirada dulce era suyo. El cosquilleo de sus dedos además de la pérdida del ritmo fueron el aviso silencioso de que estaba por venirse, así que, cegado por su necesidad primitiva, llevo sus labios entreabiertos a esa parte que ningún alfa debía tocar sin consentimiento del omega.

Besó repetidas veces la zona mientras le embestía lentamente, dándole tiempo para arrepentirse, y para hacer más ameno el insoportable dolor que iba a sentir, se vio masturbádole con su izquierda. Le sintió retorcerse debajo suya, moviendo sus caderas para embestir contra su mano y, hasta que escucho su grito culminante, clavo los dientes a profundidad.

Estaba hecho.

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